Dentro del buque más silencioso

F. Fernández REDACCIÓN / LA VOZ

FIRMAS

EDUARDO PEREZ

El oceanográfico «Ramón Margalef», de Vigo, se exhibe en A Coruña; tiene un récord europeo: atraviesa bancos de peces sin emitir casi ruido alguno

04 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Cuesta llegar a él. El muelle de trasatlánticos del puerto de A Coruña, donde está atracado, está al otro lado de lo que parece una barrera infranqueable para los peatones. La avenida Alférez Provisional es una gran trinchera en obras plagada de vallas y máquinas excavadoras. Camina que te camina aparece un hueco liberador por el que colarse para llegar hasta él, hasta el buque oceanográfico Ramón Margalef. Tiene base en Vigo, pero ayer y hoy presume de sí mismo en A Coruña. Quiere que los ciudadanos lo conozcan por dentro, que vean lo moderno que es y que su tripulación cuente a qué se dedican. Dicho y hecho. Dentro del barco hay barullo. Son las primeras horas del día inaugural de las dos jornadas de puertas abiertas organizadas con motivo del centenario del Instituto Oceanográfico Español al que pertenece.

Roberto Moreira, el capitán del Ramón Margalef, hace de anfitrión por la que es su casa durante buena parte del año. Su camarote es amplio, e incluye un despacho de trabajo y un aparato para hacer ejercicios. Las habitaciones del resto de los tripulantes, otros trece, no son tan generosas en el espacio, desde luego no tanto como la cocina y el comedor o la enfermería del barco. El buque de investigación cuenta con comodidades como calefacción, aire acondicionado o wifi. Pero lo importante es lo que no se ve a simple vista. Son sus medios técnicos, como una sonda mutihaz con la que los científicos que suben a bordo para desarrollar alguna misión pueden realizar una cartografía al detalle del fondo marino.

Moreira presume de barco. El que capitanea es de los más sofisticados de la flota oceanográfica. Y da un dato llamativo: el Ramón Margalef ostenta el récord de Europa en modo silencioso. Sí, como si de un móvil se tratara, el buque activa el modo silencio y reduce potencia para pasar sobre un banco de peces. Estos ni se enteran de que la mole de 46 metros de eslora está sobre ellos. No molestar es fundamental en las misiones que tiene encomendadas la nave. Porque lo habitual es que se mueva entre especies marinas. La última campaña en la que participó fue de 22 días en toda la costa del Cantábrico, donde recogió muestras de huevas de anchoa y sardina. Con ellas, los investigadores del Gobierno vasco pueden saber cómo está la biomasa de estas especies y si habrá suficientes para la campaña del año que viene.

La siguiente misión llevará a Moreira y a su tripulación a Cádiz, donde los científicos analizarán el estado del stock de cigala. La situación de los recursos pesqueros es uno de los trabajos rutinarios del Ramón Margalef, pero también ha participado en misiones bien exóticas. Una de ellas de lo más tensas. Ocurrió cuando les tocó navegar rumbo a Gibraltar, en pleno conflicto con las autoridades españolas, para analizar si los bloques de hormigón lanzados al estrecho por los gibraltareños habían dañado el ecosistema marino. «Nos dejaron trabajar 14 horas, luego nos echaron», recuerda el capitán. Moreira lo pasó mal. No porque hubiese enfrentamientos directos de ningún tipo, sino porque sentían en sus nucas el aliento de las patrulleras gibraltareñas. Se mascaba la tensión.

Rumbo a El Hierro

El otro episodio en el que participó este buque con base en Vigo fue la exploración de la zona submarina de la isla de El Hierro donde se registraron erupciones volcánicas. Una vez más había que comprobar posibles daños y saber cómo afectaban al lecho marino.

Moreira es el capitán del barco, no dirige estas expediciones científicas. Llegó al Ramón Margalef hace dos años, cuando el barco empezó a surcar los mares. Hasta entonces, toda su vida, desde los 16 años, discurrió también en ese medio, pero como pescador. De ese mundo procede la mayoría de la tripulación, todos gallegos y todos hombres, salvo Valle, la técnico electrónica, natural de Cuenca, que está de vacaciones. «Esto es un sueño que estoy viviendo», confiesa el capitán, natural de Marín, quien asegura que no echa absolutamente nada de menos de su anterior profesión. En la pesca «ni vives tú ni tu familia», subraya.

Por el puente de mando anda también Santiago Parra, director del Instituto Oceanográfico en A Coruña, que recibe a los visitantes con una sonrisa de oreja a oreja.

El Ramón Margalef está abierto hoy a las visitas de 15.30 a 18 horas. En Vigo estará los días 11, 12 y 13.