Ribeira Sacra en la encrucijada

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

FIRMAS

ROI FERNANDEZ

Se impone otro modelo vitícola para el futuro de la denominación

29 sep 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

crónica una vendimia de cambios

Ninguna denominación de origen se escapa a los efectos de la crisis. Ribeira Sacra capeó los efectos del temporal hasta finales del pasado año, cuando el ritmo de embotellado comenzó a resentirse de la menor demanda. El mercado se contrajo para todos, pero aquí se suma otro factor a la delicada situación económica: el cosechón del 2011. Después de dos vendimias en las que se habían superado con creces los cinco millones de kilos, ese año se recogió la cifra récord de siete millones. Más de lo que se recolectaba en dos campañas hasta el 2004. La cosecha del 2012 volvió a situarse en los cinco millones largos y el remanente del 2007 fue de difícil digestión para las bodegas en pleno enfriamiento del consumo. De aquel empacho al recorte en los rendimientos había un paso.

La actual campaña está siendo atípica en todos los sentidos. Primero fue la invernía primaveral que afectó a la floración de las cepas, con el consiguiente retraso en la maduración de la uva. Luego el anuncio sobre el recorte de un diez por ciento en el rendimiento por hectárea de viñedo, un ajuste sin precedentes en la denominación de origen. El pasado mes de junio, el nuevo escenario acabó de perfilarse. Rectoral de Amandi, principal motor de la viticultura en la Ribeira Sacra, anunciaba a parte de sus proveedores que dejaría de comprar uva esta vendimia. Pese a la reducción de las ventas, las grandes bodegas se comprometen a mantener el precio de la uva. Pero en el sector se asume que habrá daños colaterales.

Antes y después

«A la fuerza ahorcan. De maleducar a los viticultores pasamos a no comprarles la uva y a decirles que tienen que producir la mitad. Con esto sucede como con las limitaciones de tráfico, se le hace caso después de que te multen», reflexiona Fernando González, de la bodega Algueira. Lo que se dilucida en esta vendimia, para él, no es un problema puntual sino el rumbo que debe seguir la denominación de origen en un escenario que se presenta radicalmente diferente al de los últimos años. «Esta vendimia va a marcar un antes y un después, pero el proceso va a ser doloroso. Nosotros no podemos producir uva para vinos de un euro», apunta este bodeguero.

De cara al futuro, el mensaje que transmite el consejo regulador es coincidente. Hay mercado para la uva de calidad. El problema es quién le pone el cascabel al gato. Quién le dice a los viticultores que para producir lo mismo deben plantar el doble de viñedo. Las bodegas entienden que es el consejo regulador el que tiene que cortar por lo sano en el problema del exceso de rendimientos. El consejo, por el contrario, considera que este objetivo solo se puede conseguir con la implicación de los elaboradores, que al final son los que pagan la uva.

«Todo esto es consecuencia de la crisis. Ha tardado en llegar, pero al final ha llegado. Y aquí va a pasar lo que en otros muchos sitios. Los precios que se pagan al viticultor no se pueden mantener», opina Luis Buitrón, enólogo de Guímaro, entre otras bodegas. El pago indiscriminado de la uva de los tiempos de bonanza no parece haber beneficiado a nadie. «El problema lo ha creado el propio sector y algunas zonas de viñedo lo van a pasar mal a partir de ahora», vaticina Buitrón.

Situación privilegiada

Paradójicamente, Ribeira Sacra ocupa una situación de privilegio frente a otras zonas vitícolas. Vista desde fuera, da la sensación de poder convertirse en una especie de Borgoña española, llamada a elaborar tintos sofisticados, sutiles, diferentes. Lo han sugerido nombres de relevancia internacional como Neal Martin, uno de los catadores más respetados del equipo de Parker; Raúl Pérez, posiblemente el enólogo español de mayor proyección mundial en estos momentos; o Ferrán Centelles, sumiller de Ferrán Adriá en El Bulli y colaborador de la influyente crítica británica Jancis Robinson.

«Incluso nun ano difícil como este, na Ribeira Sacra hai grandes crus [viñedos especiales] que darán sorpresas», apunta el enólogo de Chantada Roberto Regal. No solo están situados en la ribera del Sil. Portotide, Esperón, Os Castros o As Glorias esconden también en el curso del Miño, según su experiencia, pagos con condiciones para elaborar grandes vinos si se practica una viticultura adecuada a las características de un territorio que no puede competir en precio. «Temos que ir a unha denominación de orixe máis potente e o esforzo hai que facelo nos sitios que reúnen condicións, dice Regal.

Para muchos, el futuro de Ribeira Sacra pasa por convertirse en una denominación de origen de estructura más pequeña y de mayor control sobre la producción. Un escaparate de vinos de terruño procedentes de viñedos con menor carga y cultivados con prácticas respetuosas con los suelos en los que radica la clave de su singularidad. Marcas más de vinoteca que de lineal de grandes superficies, que ya no se podrán elaborar pensando exclusivamente en los mercados más próximos. Aunque la exportación todavía tiene una presencia testimonial en el conjunto de la zona, alguna bodega comercializa ya el cuarenta por ciento de su producción fuera de España. Por ahí también pasa el futuro.