Puestos a hacer campañas, se me ocurre una mejor que subvencionar vuelos para unos cuantos con el dinero de todos. El Ministerio de Fomento acaba de confirmar, con un par (de años que lleva el PP gobernando), que no ha hecho absolutamente nada para sacar adelante la línea ferroviaria de alta velocidad Vigo-Ourense. El alcalde podría convocar una gran manifestación y exigir que el Estado construya una salida directa de AVE a Madrid, sin andarse con rodeos. Podría, pero no lo hará. Lo peor no es ver cómo pasan los años sin que nadie evite este agravio comparativo con la mayor ciudad de Galicia, lo verdaderamente trágico es llegar a un punto en el que ves a todo un alcalde de Vigo tragando. Abel Caballero traga porque su estrategia electoral no pasa por confrontar con Ana Pastor sino que prefiere arremeter todos los días, con razón o sin ella, contra la Xunta de Feijoo.
Ignoro si el dirigente socialista logrará la mayoría absoluta hacia la que cabalga a lomos de la demagogia, jaleado por los acólitos que nunca encuentran un motivo para criticarle y ante la mirada inoperante de una oposición que ni está ni se le espera, pero de lo que no cabe duda es de que Vigo está perdiendo el tren del futuro. En vez de ponerle las pilas a una ministra que no ha logrado que el puerto sea uno de los prioritarios de la UE, que no ha puesto en marcha la autopista del mar, que ha recortado en un 40 % la nueva estación de Mayne, que ha rebajado la ampliación del aeropuerto, que se ha olvidado de la autovía alternativa a Rande y de las peligrosas curvas de Tameiga y que ahora condena a la ciudad sin AVE, observamos a un alcalde que claudica porque considera que esa no es su guerra. Pero la ciudad lo acabará pagando. La factura que engordan unos por activa y otros por pasiva va a ser criminal. ¿A quién le duele Vigo?
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