Cuando Marín tuvo balneario

Marcos Gago Otero
marcos gago MARÍN / LA VOZ

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CEDIDA POR SANTIAGO PAZOS

La desaparecida Casa de Baños de A Mouta se anunció hace 130 años

16 jun 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Hubo un tiempo en que Marín fue famosa como capital turística de la ría y hubo un tiempo en que también contó con su propio balneario al lado del mar. Hace 130 años, La Voz de Galicia anunciaba la intención del banquero Riestra de construir en esta localidad una Casa de Baños, lo que hoy se llamaría un centro de talasoterapia. Un edificio para ese uso, hoy desaparecido, se alzaba en el lugar de A Mouta, justo en el inmueble que hoy hace esquina entre las calles Méndez Núñez y A Estrada, cerca del Ayuntamiento.

El anuncio de La Voz de Galicia expresaba la intención de Riestra de fundar un establecimiento que consistiría en «una gran fonda» y «una casa de baños». El local tendría «todas las comodidades y adelantos modernos». De hecho, el objetivo del promotor de la obra era ambicioso. Se marcó una capacidad de alojamiento de hasta 200 personas. En la misma noticia, Riestra expresó su intención de construir «dos hermosos chalés» en Cantodarea, cerca de la conservera del pontevedrés.

El proyecto no se cumplió tal cual. Los chalés se hicieron y sobrevivieron durante décadas en la avenida de Ourense actual, pero la Casa de Baños tuvo que esperar catorce años más. El 6 de agosto de 1890, en La Unión Católica de Madrid, Osorio Lafuente lamentaba que en Marín no hubiese un local digno. «Vi una caseta con dos o tres pilas reforzadas también con las consabidas escaleras [al mar]», concretó el articulista.

La construcción de la Casa de Baños la hizo Nicolás Veiga y sus dependencias, consistentes en un inmueble con un patio y la zona de habitaciones y baños, se inauguraron en julio de 1897. Víctor Blanco Freijeiro, bisnieto del fundador, trabajó en ellas hasta finales de los setenta del siglo pasado y recuerda que su antepasado levantó esta infraestructura animado por un veraneante madrileño que pidió que le calentasen agua del mar en una visita que hizo a la villa.

Las instalaciones estaban ubicadas en A Mouta a pie del mar y unas tuberías recogían el agua de la ría hasta el interior de las habitaciones donde se tomaban los baños. Víctor Blanco recuerda que se ofrecían tratamientos con agua fría y caliente -entre treinta y cuarenta grados-, en muchos casos por prescripción médica. Las 16 bañeras de mármol de Carrara y de media tonelada de peso se repartían por habitaciones individuales. «Algunos tratamientos iban acompañados de algas cocidas anteriormente, que cuando sueltan el yodo daban color al agua. Eran unos baños sanísimos y yo los echo de menos», señaló Blanco.

Todas las clases sociales

Por la Casa de Baños pasaron miles de personas todos los años y su fama se extendió por Galicia, sobreviviendo a los avatares que atravesó España durante el siglo XX. Víctor Blanco recuerda que la gente del campo «siempre quería los baños en días impares, en vez de tomarlos diez días, lo hacían en once o nueve». No solo venía gente humilde, llegaban de todas las clases sociales. «Recuerdo al ingeniero de Obras Públicas e incluso a algún cura», señala Blanco.

El paso del tiempo y el desarrollo urbano de Marín redujo la clientela. La Casa de Baños se vendió para servir de un hotel en los setenta, pero el proyecto no cuajó y se volvió a vender, construyéndose en su lugar un edificio.