La vuelta a los orígenes

Begoña Rodríguez Sotelino
B. R. Sotelino VIGO / LA VOZ

FIRMAS

Oscar Vazquez

Manuel y Antonio David dejaron Madrid para continuar la tradición familiar en Vigo

05 may 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Cuando abrió el bar Aldeana a mediados del siglo pasado, la calle Rosalía de Castro todavía era un batiburrillo de casas bajas que no se parece en nada a lo que es ahora. El céntrico vial sufrió una transformación radical, pero hay locales que sobrevivieron a la urbanización manteniendo, además, su espíritu tradicional.

Manuel Vidal Carrera fue el primer propietario y al él lo relevaron su sobrino José Prieto y su mujer, Inés Valiño David. Los hermanos Antonio y Manuel David Domínguez, primos de ella, se hicieron con el negocio hace 7 años. «Nosotros hemos estado media vida en Madrid, a donde nos fuimos con 8 y 1 años respectivamente, pero toda nuestra familia, de tradición hostelera, es de aquí», cuentan.

Sus abuelos tuvieron un restaurante en la calle Laxe, donde estaba el Fame Neghra, y sus padres, José y María, que ya estando en la capital tenían el bar Unión en la calle Magallanes, eran los dueños del famoso restaurante madrileño Obradoiro.

Fue allí donde se iniciaron los hermanos. «Un trimestre que suspendí todas me castigaron a fregar platos y para gran disgusto de mi padre, le dije que yo me quedaba, que me gustaba la hostelería», relata Antonio.

«Luego superé la etapa de friegaplatos, empecé desde abajo y en sitios en los que había mucho trabajo, pero me vino bien para saber lo que es esto. La hostelería tiene que gustarte y hay que hacer callo. Son muchas horas y mucho tiempo de pie», argumenta.

Manuel también siguió por la misma senda, aunque tardó un poco más, ya que inició los estudios de protésico dental hasta que se dio cuenta de que lo suyo era otra cosa.

Jockey y Palacio de Congresos

Ambos se criaron entre fogones y después completaron su formación como sumilleres. Antonio trabajó en el Casino de Madrid y en el Palacio de Congresos y Manuel fue jefe de sala del restaurante Jockey, que daba servicio a la Casa Real. Estaban instalados en la hostelería de alto nivel, pero lo dejaron todo por volver a casa.

«Inés y José estaban a punto de jubilarse y nosotros les propusimos quedarnos con el bar. Sabíamos que era rentable y teníamos muchas ganas de empezar de nuevo aquí», explica Antonio.

«Nuestra ilusión era volver a Galicia, teníamos añoranza de la tierra», asegura. Fue en el 2006 cuando se decidieron y dejaron sus trabajos en la capital. «Lo teníamos muy claro, sobre todo a raíz del fallecimiento de nuestro padre, que siempre tuvo la ilusión de volver y no le dio tiempo». Los hermanos disfrutan de su regreso haciendo honor al nombre del bar. «Vivimos en nuestra aldea, Batalláns, en As Neves, a donde también ha vuelto nuestra madre, porque nos encanta. Vamos y venimos todos los días», añaden.

El Aldeana es un sencillo y pequeño bar muy conocido por sus tortillas desde hace décadas. «Hay días que hacemos más de cien. Hacer una tortilla parece simple, pero tiene su toque. Angelica, que se encarga de la cocina, sigue la receta familiar». El establecimiento apuesta por la comida tradicional, «huyendo de las nuevas tendencias y reivindicando lo de siempre, pero haciéndolo bien. Lo sencillo no tiene por qué ser menos rico», argumentan.

Lo suyo son las tapas: pulpo, ensaladillas de marisco, empanadas y empanadillas «diferentes en su elaboración porque van harinadas y rebozadas por fuera, lo que les da un sabor y textura únicos». Además, desde hace seis meses, cada jueves tienen a un pulpeiro de Carballiño que tiene mucho éxito.

El Aldeana también tiene un despacho de Loterías y Apuestas, heredado de la época de su prima, que el año pasado dio un Gordo de la Primitiva.

Ni Manuel ni Antonio se han arrepentido nunca de la decisión que tomaron. «Estamos muy agradecidos a Madrid, que nos acogió y nos dio cariño y trabajo, pero nuestra tierra es esta y donde estamos a gusto es aquí, con nuestra gente», coinciden.