«En Princeton hay libertad de movimiento, sin control policial»

beatriz antón FERROL / LA VOZ

NARÓN

Ángel Loureiro ejerció la docencia como catedrático de Literatura y Cultura española en el campus de Princeton, donde se tomó esta imagen
Ángel Loureiro ejerció la docencia como catedrático de Literatura y Cultura española en el campus de Princeton, donde se tomó esta imagen cedida

El catedrático Ángel Loureiro, antiguo aprendiz de Astano, vive en New Jersey, uno de los estados americanos más afectados por el coronavirus

08 may 2020 . Actualizado a las 10:56 h.

«A mediados de marzo lo que más me preocupaba es que el sistema sanitario español, a pesar de su excelencia, se viera desbordada por el número de enfermos, pero en estos momentos me inquieta aún más la situación de la gente que ha perdido su empleo y cuyas expectativas de futuro están poco claras. ¿Qué va a pasar con los miles de españoles que viven del turismo, por ejemplo? ¿Y con todos los pequeños negocios que se han visto obligados a cerrar?». Ángel Loureiro (Sedes, Narón, 1948), catedrático ya jubilado de Cultura y Literatura Española en Princeton (New Jersey) tiene el corazón dividido entre España y Estados Unidos. Este profesor y escritor, que en su juventud fue aprendiz de Astano, no oculta su preocupación por los devastadores efectos que la pandemia está teniendo en su tierra natal, pero asegura que también le quita el sueño la situación en EE.UU, donde el virus está golpeando con mucha dureza a la población, y de forma especial, a los colectivos más desfavorecidos.

-Usted vive a caballo entre Madrid y Princeton, adonde voló justo antes de que cerrase el espacio aéreo en España. ¿Cómo es la situación en su lugar de residencia en estos momentos?

-Yo resido en New Jersey, uno de los estados más afectados por el coronavirus junto con New York. El gobierno estatal ha recomendado que se permanezca en casa, pero no ha decretado la obligación de hacerlo, y hemos tenido libertad de movimientos para cubrir las necesidades básicas, pasear, hacer ejercicio, etc. En ningún momento ha habido vigilancia policial para controlar los movimientos.

-Cada estado tiene potestad para imponer sus medidas. ¿Son más duras en función de la incidencia del virus o también influye el partido que gobierna en cada estado?

-Las medidas dependen de las dos cosas, pero, en general, los gobernadores republicanos han sido más reacios que los demócratas a limitar los movimientos y la actividad económica.

-¿Cómo está viviendo la población esta situación?

-Debido a la enorme extensión del país, es difícil generalizar. Las dos costas están muy pobladas, tienden a ser demócratas, y las medidas han sido más restrictivas, en buena medida debido a la densidad de población, la cual ha aceptado estoicamente las limitaciones, sin que haya habido protestas. Sin embargo, en la mayor parte de los estados del interior, rurales, mucho menos poblados y más conservadores, la incidencia del virus ha sido mucho menor y las medidas restrictivas son más livianas. Aún así, en varios lugares del centro del país ha habido protestas por parte de grupos conservadores, por considerar que las medidas gubernamentales contravenían la libertad personal. Hace unos días, en el estado de Michigan un grupo de individuos se manifestó contra las medidas restrictivas, en el edificio del congreso de ese estado, armados con pistolas y rifles de asalto.

«En esta situación, se echa mucho de menos a un Obama o a un Clinton»

-Trump cosechas críticas dentro y fuera de su país. ¿Qué le parece a usted su gestión?

-El principal problema es que el gobierno federal no ha sabido tomar medidas, en parte por la distribución de poder en un sistema federal, pero más aún por la falta del liderazgo del presidente. Desde el principio Trump ha querido negar el impacto del virus, llegando a decir en marzo que el virus desaparecería de la noche a la mañana. Ha habido una batalla constante entre sus intereses personales y los consejos de los miembros de su equipo con competencias en sanidad. Un psicópata narcisista como él todo lo ve desde el punto de vista de cómo le puede afectar. Su gran preocupación es el peligro que el impacto del virus pueda tener en su reelección. Le gusta dar órdenes, pero carece por completo de cualidades de liderazgo y en un momento de crisis como este es incapaz de unificar, animar y consolar. En esta situación, se echa mucho de menos a un Obama o a un Clinton.

-¿Cree que sacaremos algo en limpio de esta crisis?

-Los gobiernos deberían aprender, desde luego, porque vendrán crisis sanitarias peores y los países necesitan estar mejor preparados de lo que están en estos momentos. El covid-19 es un padecimiento que corresponde a una época como la nuestra, en la que las rápidas comunicaciones entre países han facilitado la difusión de un virus que afecta sobre todo a la población más envejecida, pero también a persona que padecen enfermedades muy relacionadas con la alimentación y la comida basura, con problemas cardiovasculares, tensión alta o diabetes. En Estados Unidos la mortalidad debida al virus está siendo mucho mayor en barrios negros, con poblaciones con un índice de obesidad del 50%, resultante de ingresos económicos bajos, y limitaciones en educación y en el acceso a cuidados sanitarios.

Una novela inspirada en la ría ferrolana

Tras jubilarse como catedrático de Literatura Española en Pricenton, Ángel Loureiro se volcó en su pasión por la escritura y debutó en el mercado editorial con El mundo ciego (Pálido Fuego), una fábula literaria protagonizada por dos mujeres insatisfechas con sus vidas, que es conocen por casualidad y emprenden un viaje en el que terminan por reencontrarse consigo mismas.

Además, en estos momentos, el escritor cuenta ya con otra novela lista para salir a la luz, aunque el covid-19 mantiene paralizada la edición del libro. Se titula Como ladrón en la noche y tiene como protagonistas a varias generaciones de una familia de una ría que no se nombra, pero que se parece mucho a la de Ferrol: desde el bisabuelo campesino que emigra a Cuba a finales del siglo XIX y retorna como un indiano rico, hasta su tataranieta heroinómana. 

Loureiro confía en que esta segunda novela pueda por fin llegar a las librerías a finales de este año o principios del 2021.