Las clases particulares ya no son para el verano

ANA F. CUBA NARÓN / LA VOZ

FENE

La academia Chus, en Ortigueira, ha formado a varias generaciones de la zona
La academia Chus, en Ortigueira, ha formado a varias generaciones de la zona CEDIDA

La supresión de los exámenes de septiembre ha vaciado las aulas de las academias de la comarca. Algunas se reconvierten y ofrecen planes alternativos

24 jul 2022 . Actualizado a las 23:13 h.

Cualquier otro verano, en el Centro de Estudios Montse Cao, en Maniños (Fene), tendrían todos los turnos completos, de 9.00 a 13.30 horas, y tres personas trabajando. «Este año solo estoy yo y con la gente que tengo podría estar únicamente dos horas. Tengo niños pequeños que vienen a repasar, pero de ESO y Bachillerato, muy poco, solo alguna gente de primero que quiere nota en segundo [para alcanzar la nota de corte exigida para entrar en la carrera deseada] o la que repite», explica Montse Cao, fenesa de 52 años, directora de esta academia de Maniños.

La supresión de los exámenes de septiembre ha alterado el funcionamiento de los centros que imparten clases particulares o de refuerzo. «Mayo y junio fueron un agobio porque se juntaron los exámenes de la tercera evaluación y las recuperaciones ya con los finales. Septiembre era la repesca, para darles la oportunidad de no tener que repetir. Ahora se ha bajado el listón en junio, a alumnos que tenían que suspender asignaturas se las han aprobado para evitar que repitan. El nivel de exigencia para aprobar es menor, sobre todo en la ESO», alerta.

Montse Cao abrió en 1993 su academia en Maniños (Fene)
Montse Cao abrió en 1993 su academia en Maniños (Fene) JOSE PARDO

Cao sostiene que los últimos cambios legislativos han perjudicado «muchísimo» a las academias, «y también a los estudiantes». Cuenta que el verano pasado, un alumno superó en septiembre seis de las siete asignaturas que había suspendido en junio. En julio solía contar con menos alumnado, pero en agosto se llenaban las aulas. Cao es licenciada en Filología Inglesa. «El primer año oposité, pero ya daba clases particulares, y cuando me di cuenta ya estaba trabajando en mi academia. Al principio lo compaginaba con otras dos en Ferrol, una de inglés comercial y otra de oposiciones a la Guardia Civil. Hasta que las dejé y me centré en la mía [abierta desde 1993]», relata. «Todo esto nos está haciendo mucho daño. Nadie mira por nosotros. Estoy ofendida y molesta porque tenemos muchos gastos, abrir la puerta supone pagar seguros y demás, y quién me va a ayudar a mí a cubrir este mes de julio —se pregunta—, tendré que tirar de ahorros para sufragar gastos y pagar a la empleada».

Competencia desleal

Esta docente advierte otro problema: «La economía sumergida. Estamos las academias dadas de alta y hay gente alrededor dando clases en sus casas, y claro, cobran menos porque no tienen que afrontar los mismos gastos». Ella comenzó con 23 años y este último curso ya formó al nieto de un exalumno: «Fue la primera vez. Niños de los que ya habían venido sus padres tengo varios». Abarca la zona de Cabanas, O Seixo, Maniños, Barallobre, Fene o Perlío. «La mejor publicidad es el boca a boca», subraya. Y resume así su papel: «Les estoy dando un refuerzo a los alumnos que lo necesitan, y a los que no lo precisan trato de subirles más el nivel. Tengo niños que vienen a todas las materias y de aquí salen [durante el curso académico] con los deberes hechos y a veces incluso les tomo las lecciones. Soy muy mamá».

Cao reconoce que se ilusiona y se disgusta con los resultados de sus alumnos. A la santiaguesa Chus Rey, asentada en Ortigueira desde hace más de 40 años, le ocurre lo mismo: «A final de curso me estreso con los chavales... como si fuesen mis hijos, pensando cómo conseguir que aprueben. Para enseñar hay que tener vocación, tienes que lograr que el alumno entienda, sobre todo en matemáticas o física... Es de lo que me nutro. Ya me tocaría jubilarme, pero no voy a hacerlo».

Rey estudió Biología y en la universidad conoció «a un señor de Ortigueira», con quien se casó en 1979. La maternidad se cruzó con las oposiciones y desde 1982 da clases, «primero sola y después agrupando a otras profesoras», que trabajan como autónomas en la academia que lleva su nombre. La ortigueiresa Sofía García se ocupa de los escolares de Infantil y 1.º y 2.º de ESO, y Toñi Castro, de O Barqueiro, de las lenguas, mientras Rey enseña ciencias, de 3.º y 4.º de ESO, Bachillerato y Universidad.

«Julio nunca ha sido mes de mucha actividad, por el festival [Mundo Celta], la Patrona, y porque los niños necesitan descansar —indica—. En Primaria hacen talleres de comprensión lectora, algo que ahora también se va a aplicar a los de ESO, porque un problema fundamental es la falta de base del alumnado. Más que el concepto en sí, no saben cómo afrontar las asignaturas, no entienden lo que leen y no saben traspasar un problema [matemático] al lenguaje algebraico».

La directora de la Academia Chus asegura que se ha apuntado gente para agosto, aunque cree que serán menos que otros años, «porque no hay la presión de septiembre». «Alumnos de ESO que pasan de curso con asignaturas pendientes quieren venir para reforzar porque si no han alcanzado el nivel adecuado en tercero tampoco lo van a conseguir en cuarto», señala. Rey alude al impacto del primer año de pandemia, con varios meses de clases virtuales: «En el curso siguiente, ya presencial, vinieron con un nivel bajísimo. Al final el porcentaje de aprobados ha sido muy alto, pero porque nos implicamos a tope, y porque los niños y los padres colaboran». Parte de su labor consiste en «motivar» al alumnado.

Eso es lo más difícil, en opinión de Noelia Iglesias (Narón, 1972), directora de la academia Nobel (Estrada de Castela, 16): «Lo más duro es mantener a los niños motivados [hoy tienen mucho donde perderse], muchos vienen sin ganas... No son las horas que echas ni la materia que tienes que dar, sino hacerte entender, buscar la manera de que los alumnos comprendan y se motiven, al menos para sacar la ESO. Y también tratar con los padres, estás en contacto continuo con ellos a través de wasap».

Nuevas rutinas en los centros

Nobel funciona desde el verano de 1998. Las clases particulares a estudiantes de Primaria, ESO y Bachillerato constituyen su principal actividad, que se complementa con grupos de adultos que preparan la ESA o la escuela de idiomas, y la enseñanza de lenguas. Al desaparecer los exámenes de septiembre, la rutina de la academia ha cambiado. «En julio tenemos un grupo porque los padres con niños que han suspendido dos asignaturas quieren refuerzo en verano, aunque pasen igual de curso. Cuando aprueban, muchos optan por que descansen, los hijos y ellos, y por ahorrar ese dinero», comenta Iglesias.

Noelia Iglesias, filóloga, dirige la academia Nobel, en Narón
Noelia Iglesias, filóloga, dirige la academia Nobel, en Narón KIKO DELGADO

Ante la escasa demanda, ha decidido adelantar las vacaciones. Si antes las aplazaba a septiembre, como la mayoría de las academias, este año ha optado por descansar en agosto. «El planteamiento ha cambiado porque no hay gente. En verano, aparte de los ya habituales solían empezar otros, pero esta vez apenas ha habido llamadas. Abriremos a principios de septiembre porque este año se adelanta el curso al día 8, y los que han estado viniendo en julio volverán esos primeros días de septiembre», detalla.

Iglesias, licenciada en Filología Inglesa y Alemana, enseña lenguas, y tiene a otras dos docentes contratadas, Rosario López, que da clases de Primaria y 1.º y 2.º de ESO, y Mónica Calvo, responsable de las materias de ciencias. Trabajan con grupos reducidos, de cinco o seis personas, otra característica de este tipo de formación. La mayoría de los alumnos de Nobel acuden porque necesitan apoyo y solo unos pocos lo hacen con el único objetivo de mejorar. «A veces ocurre en Bachillerato, estudiantes que aprueban pero vienen a repasar porque quieren tener buena nota ya desde primero, de cara a la selectividad [la media del Bachillerato representa el 60 % y la calificación de la ABAU, el otro 40 %]», indica la directora del centro.

En Nobel hay chavales que entran en Primaria y continúan hasta el Bachillerato, y algún padre ya había pasado por las aulas a las que ahora trae a sus hijos. «A maioría botan comigo todos os anos de instituto, desde que pasan á ESO», coincide Cristina Varela (Pontedeume, 1977), al frente de A Pasantía de Cris, en A Veiga, en el límite del municipio eumés con el de Monfero. Iglesias reconoce su nerviosismo durante las pruebas de la ABAU de su alumnado, pendiente de que logren la nota que les permita acceder al grado al que aspiran. Igual que Varela, «moi implicada, por ese vínculo que creas con eles, porque ti sabes a carreira que queren escoller». Nada más finalizar Magisterio, se inició en las clases particulares, «por comodidade», y ya van dos décadas, primero como empleada de la academia y, desde hace un par de años, como responsable. Corrobora los efectos de la desaparición de la convocatoria de septiembre: «Está prexudicando moito, hai unha terceira parte dos rapaces, só veñen algúns pequenos que necesitan repasar as táboas. O verán era unha época moi forte, de moitos nenos, con horarios completos, e agora chégame con dúas horas».

A sus estudiantes habituales se suman, en el período estival, «nenos que veñen de vacacións». También asisten menores con carencias en ortografía o que aún no han arrancado a leer, «e que durante o curso non acostuman a vir». La menor afluencia se traduce en una caída de los ingresos. «Houbo épocas moi, moi boas, sobre todo no verán. En 2012, coa crise, a xente recortou e foi un tempo máis frouxo. Tralo primeiro ano de pandemia quedei sorprendida do repunte que houbo, é coma se os pais quedaran saturados de tantas clases en liña desde a casa. Hai zonas con mala cobertura de internet e aquí veñen e imprímolles o que necesitan, consultamos o Abalar [aplicación informática que facilita la comunicación entre el profesorado de los centros educativos y las familias]. Así foi tamén nas corentenas por contactos, cando xa había clases presenciais». El coste de las clases de refuerzo varía en función del número de horas y, en algún caso, del nivel educativo del estudiante. Dos horas diarias oscilan entre los 110 y los 155 euros al mes, según el centro del que se trate.

Entre Libros, en Pontedeume, propone actividades didácticas para el verano
Entre Libros, en Pontedeume, propone actividades didácticas para el verano

En octubre se cumplirán diez años de la apertura de la Academia Entre Libros, en Pontedeume. Lucía Fernández (Mugardos, 47 años), gestiona el centro con otras dos socias: Laura Piñeiro y María Rey. «Con la crisis económica me quedé en el paro y me tuve que reinventar, tenía una persona cercana en una situación parecida y decidimos emprender. Fuimos creciendo poco a poco, y ahora somos las tres y un empleado», relata Fernández, filóloga. Para paliar las consecuencias de la eliminación de los exámenes de septiembre han organizado cursos de técnicas de estudio.

«A los más pequeños les enseñamos a leer y a escribir, y a los demás, comprensión lectora y métodos de estudio, para que vayan cogiendo esa costumbre. Según la edad vamos ampliando y adelantando algo de materia, que sepan hacer buenos esquemas, el que mejor se adapte a cada uno. Y como a la mayoría los conocemos, porque ya han estado con nosotros en invierno, sabemos cómo funcionan, cuáles son sus puntos débiles y cómo reforzarles para que encuentren su propio camino», explica esta profesora.

Los viernes, en Entre Libros desarrollan talleres didácticos, «y divertidos», con experimentos científicos para los más pequeños, iniciación a la programación informática y hasta un escape room con pruebas diferentes según el nivel de cada grupo. Todo esto sustituye las antiguas clases preparatorias de las pruebas de septiembre. «Lo que más nos interesa es que aprendan, y lo más gratificante es ver cómo evolucionan, alguno llega con ocho años y observas el crecimiento hasta los 16 o los 17...», subraya Fernández. La atención y el seguimiento individualizado es otra de las señas de identidad de las academias.