Lo importante de la futura plaza de España no es la superficie, sino el subsuelo. Porque Ferrol necesita espacios de encuentro, tanto a la luz del día como bajo la cota cero. Ese spa -¿por qué no se recupera su nombre árabe de hamman, o baños turcos?- será un punto de convivencia, un lugar donde aminorar las tensiones en una sociedad demasiado crispada, en ocasiones, por estupideces. Han hecho más por recuperar la vida social en la ciudad las piscinas públicas de invierno de Caranza y A Malata que años de llamamientos a la serenidad. Por eso no acabo de entender ese enconamiento de un sector de la corporación por retrasar el hammam , parece que hay miedo al consenso, a ganar nuevos territorios para el disfrute colectivo y a que los vecinos se lo pasen bien. Quizás, nuestros munícipes se deberían dar un respiro en la refriega y viajar al baño turco más próximo -ya no es necesario ir a Marruecos, donde tendría el inconveniente de la separación de sexos- y pasarse una mañana de vapores y masajes. Luego, celebrar de nuevo el pleno que trate el proyecto. Verán como, así de relajados, las cosas se ven de otra manera. Si no es suficiente, un té con menta verde atempera a los más díscolos; nada de alcohol, por supuesto, que a alguno se le sube a la cabeza. Creo que una de las razones por las que en los reinos árabes de la España musulmana los habitantes de Córdoba o Granada amaban tanto sus ciudades era porque tenían baños y espacios comunes. Lo mismo les ocurría a los romanos. En Ferrol todavía quedan muchos rastros y secuelas de la sociedad estamental, separada por grados militares, profesiones en los astilleros, y estamentos (cada sector tenía su economato, unos sus clubes de esparcimiento, colegios... otros, nada de nada) y un hamman -repito- vendría bien para ablandar tanto curtimiento. De lo contrario no se entiende que una obra tan importante y de repercusión en el bienestar general, si se ejecuta bien, sufra estos retrasos injustificados a todas luces.