Hazle un hueco a la kombucha

Ana Montes

EXTRAVOZ OK

Esta bebida ancestral, natural y probiótica está haciéndose notar ya en las tiendas ecológicas y pide paso en las barras como refresco rico y saludable que potencia la salud intestinal y el sistema inmune. Es lo más «trendy» entre los que se cuidan.

21 may 2017 . Actualizado a las 04:00 h.

Ahí donde la vemos, la kombucha movió en 2016 en EE. UU. más de 500 millones de dólares, superando al agua de coco, otro súper refresco, y en 2020 planea quitar sitio a las bebidas gaseosas ya que «en EE.UU. se está posicionando como bebida trendy para personas de cualquier edad que se cuidan por dentro y por fuera. Muy ligada al yoga y la comida sana, está presente en supermercados y todo tipo de tiendas, nada que ver con el posicionamiento de herbolario que tiene aquí», comenta Beatriz, cofundadora de Komvida, en Extremadura, una kombucha ecológica que apuesta por el canal Horeca y el nicho lifestyle.

Con ingredientes locales, produce tres sabores «que embotellamos en vidrio y no pasteurizamos como otras marcas para no matar las bacterias vivas», explica. «Además la sometemos a una segunda fermentación para conseguir más burbujas», práctica que algunas etiquetas sustituyen por gas artificial so pena de comprometer los aclamados beneficios del producto.

Frente a la mayoría de las marcas extranjeras que empiezan a correr por nuestros lineales, ha sido sin embargo la pionera una empresa familiar gaditana, La Kombuchería, primera en lanzar su Bio-Kombucha con 8 sabores elaborados de forma artesanal. Con gustos como el té verde (el básico), Roibos (sin cafeína), cúrcuma o yerba mate, esperan también que en España se produzca el efecto eco que hizo que las 35 marcas de kombucha que había en EE.UU. hace cuatro años superen hoy las 180, según la asociación mundial de fabricantes Kombucha Brewers International (KBI), en EE. UU.

¿Qué es?

Su origen y fama ancestral de «elixir de la vida» y «té de la inmortalidad» se remontan a China 231 años a. C., antes de extenderse por Japón y Rusia y, hoy, por el norte y centro de Europa y EE.UU., sedientos de alimentos saludables, como las 30 kcal que tiene cada botellín de 250 cl. producido de forma ortodoxa, o sea, sin añadidos. Con el té verde como base para nutrir e impulsar el fermentado y azúcar para alimentar al SCOBY (un curioso disco de aspecto gelatinoso llamado madre que sirve como iniciador del cultivo de bacterias y levaduras que se convertirán en bebida probiótica al cabo de 8 a 15 días) se obtiene la rica kombucha llena de matices agridulces. No lleva alcohol pero sí trazas y se puede personalizar en una segunda fermentación con hierbas, zumos de frutas y verduras, raíces o especias, aportando microorganismos vivos al intestino, el segundo cerebro.

Y mientras va creciendo la comunidad de aficionados a fermentar en casa esta infusión rica en vitaminas, enzimas, minerales y ácidos orgánicos esenciales., se intenta seguir reuniendo evidencia científica suficiente para validar todos sus beneficios reconocidos popularmente: aumento de la energía, mejora de la digestión, la inmunidad, el hígado, el colesterol, la diabetes, eliminación de toxinas, patógenos y radicales libres. Su eficacia en las funciones de desintoxicación, antioxidación, efectos energizantes, y reforzamiento del sistema inmune fue reconocida en una revisión de 2014 de la Universidad de Letonia. Y su poder como potente agente antibacteriano en infecciones entéricas como la E-Coli resistente a muchos fármacos fue admitido, por su riqueza en polifenoles, en otro estudio de 2016 hecho entre India y EE. UU. Pero ni panacea, ni para todos. Y para iniciarse, mejor a dosis pequeñas.

Su origen y fama de «elixir de la vida» y «té de la inmortalidad» se remontan a China 231 años antes de Cristo»