«Franco fue el guardián de sus propios mitos»

EXTRA VOZ

BENITO ORDOÑEZ

A punto de cumplirse cuarenta años de la muerte del dictador, Antonio Cazorla disecciona los mitos que construyó la propaganda del régimen 

15 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Catedrático de Historia Contemporánea de Europa en la Trent University de Ontario (Canadá), Antonio Cazorla publica Franco. Biografía de un mito (Alianza) un libro en el que analiza los mitos que, repetidos una y otra vez por la propaganda del régimen, contribuyeron a construir una imagen falsa de Franco. «Hay muchos españoles que consideran que Franco fue un héroe y muchos más que piensan que, aunque duro, fue un gobernante bienintencionado que logró importantes avances para el país», sostiene Cazorla, aunque añade que, con el paso del tiempo, la visión negativa es cada vez más mayoritaria.

-¿Sigue habiendo un mito de Franco?

-Sí, porque el mito se basa en la falta de conocimiento histórico y estoy convencido de que el público en general no sabe lo suficiente de Franco y sobre todo de la relación de los españoles con Franco, que es lo que yo he intentado explicar en el libro. Hay una banalización de la figura de Franco, está quedando como una anécdota de nuestro pasado, no se conoce realmente su papel en nuestra historia, que es tremendamente negativo. En Alemania no se podría tratar a Hitler con la ligereza, el olvido y la trivialización con que en España se trata a Franco por la ignorancia y la pervivencia de mitos. Es muy importante saber quién fue Franco, porque representa la antítesis de la España que tenemos hoy.

-¿Qué legado ha dejado en la sociedad española?

-El primero, el autoritarismo. Eso se nota si nos comparamos con los países anglosajones con una amplia tradición liberal, donde todo está permitido salvo que esté prohibido. En España siempre nos andamos con muchos tientos con el Estado. Hasta hace poco había una reverencia hacia el poder que se ha desmontado un tanto por la crisis económica y la corrupción, por ejemplo la figura del rey era intocable. Todo eso viene de una tradición autoritaria de una sociedad civil que no tiene confianza en sí misma frente al Estado. Franco se cargó la sociedad civil e implantó una verdad única y eso cuesta mucho tiempo recuperarlo. Otro legado es la apatía participativa, el cinismo hacia lo público. Todo eso viene del franquismo. 

-¿Cómo valora la figura de Franco?

-Profundamente nefasta, fue un hombre cruel, egoísta y un tirano que hizo mucho daño a millones de españoles, que confundió el bien de España con el suyo propio y acumuló tal poder que todos sus prejuicios se convirtieron en política de Estado. Necesitaba que los mitos que se creaban sobre él se hicieran realidad y él mismo se convirtió en el más celoso guardián de sus propios mitos, que fue adaptando a los tiempos según le convenía, reinventando su propio pasado con la ayuda de una propaganda abrumadora. Franco se apropió del pasado imponiendo una verdad única, parcial y tendenciosa, secuestró la memoria, convirtiéndose en su intérprete último y supremo. 

-Uno de los mitos que desmonta es el de Franco como artífice del milagro económico.

-Franco sabía muy poco de economía e impuso al país una política autárquica que no se empezó a desmontar hasta 1959. La posguerra, que en los demás países europeos duró tres o cuatro años, aquí duró 20. Cuando se habla del progreso económico de España en los años 60 se olvida que empezamos 20 años tarde. La autarquía hundió la economía. Eso tuvo consecuencias a largo plazo, pero a corto plazo fueron dramáticas, sabemos que decenas de miles de personas, probablemente 200.000, murieron de hambre. Esto es algo que no se conoce en el extranjero y en España se ha olvidado, porque quienes lo sufrieron fueron los pobres. En la posguerra hubo hambruna, no impuesta por una potencia extranjera, sino por el propio régimen por una política absurda y falta de humanidad, ya que comida había en España. El llamado milagro económico español llegó 20 años tarde. Además, cuando se habla del bum de la economía española siempre se deja de lado la explotación de los pobres, los salarios de miseria, el hambre que pasó mucha gente para que se acumulara capital.

-Tampoco es cierto el mito de que Franco evitó que España entrara en la II Guerra Mundial al lado de Hitler.

-Eso fue lo que dijo la propaganda franquista, la verdad fes que Franco quería entrar en la guerra en el último minuto, sin correr riesgos, financiado y armado por Alemania y con demandas enormes, quería un imperio español en África, que Hitler se lo quitara a Francia para dárselo a él. Hitler ni podía ni quería darle lo que pedía.

-¿El régimen se sustentó solo en el terror y el miedo o también en el apoyo de amplias capas de la población?

-El apoyo popular existió, pero no hay que olvidar el papel fundamental de la represión y el miedo. Había dos tipos de miedo, el que sentían los enemigos del régimen y el de la sociedad a sí misma, una sensación de fracaso colectivo provocado por la Guerra Civil, a que no somos capaces de vivir en paz. Ese era un miedo que el franquismo fomentó porque le convenía, así la gente no cuestionaba abiertamente el sistema político. Una amplísima capa de la población lo que quería ante todo era paz, ya durante la guerra les daba igual quién ganase. Eso era importante para cimentar la dictadura. Cuestionar a Franco era abrir el espectro de la Guerra Civil. Luego estaban los intereses de los vencedores. Los católicos, que sentían que lo que hizo la República contra ellos justificaba la dictadura; los que habían sido perjudicados económicamente; los que se estaban enriqueciendo en el mercado negro; los que habían sido combatientes o cautivos de ese bando y tenían prebendas, que en una época de tanta miseria era la diferencia entre sobrevivir o morir de hambre. Los salarios bajaron de la mitad a un tercio, según el sector, de lo que eran en 1936, todo aquel que tenía capital y contrataba trabajo se sentía agradecido. Había una amplia capa de la población que se sentía materialmente recompensada, aunque en términos económicos los resultados de la dictadura fueran nefastos durante 20 años. 

-¿Franco fue realmente un héroe militar en Marruecos?

-La prensa creó muchos héroes de papel. Cualquier hecho menor de armas se convertía en una gesta. Franco era uno más entre muchos y no el más famoso, pero supo promoverse a través de sus amigos de la prensa, él mismo participó activamente en su propia glorificación, algo que hizo toda su vida, publicó Diario de una bandera y unos 40 artículos. Pero si había un militar que era un gran héroe y al que llamaban caudillo continuamente era José Sanjurjo. 

-¿Cómo fue posible que mucha gente creyera el mito de que Franco era un enviado de Dios para salvar España?

-Eso caló por el miedo colectivo que creó la guerra, nadie se esperaba ni mucho menos el nivel inmenso de violencia que hubo. En esas circunstancias, en que la gente estaba sufriendo mucho, quería creer que ese sufrimiento tenía sentido y para las personas conservadoras y católicas ese sentido era que Dios estaba ayudando a España a redimirse y Franco era su instrumento. La propaganda franquista y la iglesia se volcaron para construir el mito.

-¿Qué cualidades tenía Franco para imponerse como jefe indiscutible del bando nacional y permanecer en el poder durante casi 40 años?

-Como militar era un hombre valeroso en combate, eficiente, frío, leía muy bien el terreno. En general, sabía ver y explotar las debilidades de los demás, lo que le sirvió para permanecer en el poder. Se impuso a los generales por una razón muy sencilla, estaba al mando de la única unidad del bando rebelde que era eficaz, los regulares y los legionarios. Era el que mandaba las tropas que estaban avanzando de forma espectacular y muy sangrienta hacia Madrid. Ahí es cuando se convirtió en el gran héroe. Franco se presentó como un militar puro que solo en 1936, ante la degradación de la patria, tuvo que rebelarse. No es cierto. Desde 1934 era un general muy político vinculado a la CEDA, el brazo derecho de Gil Robles, incluso intentó ser diputado por Cuenca, a lo que se negó José Antonio. Al principio no quiso sumarse al golpe porque temía perder lo que había ganado a lo largo de su vida profesional. Se apuntó al golpe cuando Mola, que estaba harto de él, había decidido que fuera Sanjurjo quien mandara las tropas de África. Cuando Franco se enteró de que habían asesinado a Calvo Sotelo supo que tenía que decantarse, que se la tenía que jugar.

-¿Qué se debería hacer con el Valle de los Caídos?

-Convertirlo en un museo de la Guerra Civil y un centro de estudios de la violencia política, como los museos del Holocausto, un espacio físico donde la gente pueda ir a aprender su historia, a dialogar, que es lo que nos falta, aprendizaje y diálogo. Ni siquiera creo que fuese necesario sacar a Franco de allí. Aquí hay muchos lugares sin memoria y memoria sin lugares y eso da lugar a que se pueda manipular,  hacer política de partido con la memoria. Al final los que acaba llevando el debate son los tertulianos que sueltan la primera barbaridad que se les ocurre y se quedan tan tranquilos, cuando deberíamos hablar de historia. 

-Algunos políticos dicen que hablar de la guerra civil o del franquismo es reabrir heridas.

-Hay heridas que nunca se van a cerrar o solo cuando la gente se muera. Pero las heridas están abiertas porque existen más de 100.000 cuerpos enterrados en fosas comunes.