El Gobierno catalán arranca retando a Sánchez

cristian reino BARCELONA / COLPISA

ESPAÑA

Toni Albir | efe

Torra convierte la toma de posesión en un acto de exaltación de los presos y de la independencia

03 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Una hora después de que Pedro Sánchez tomara posesión como presidente del Gobierno, los miembros del nuevo Ejecutivo de Quim Torra prometieron sus cargos en el Palau de la Generalitat. Fue una ceremonia que derivó en acto de exaltación y homenaje a los dirigentes secesionistas que están presos o huidos en el extranjero. Todo el acto giró en torno a ellos. Primero con el discurso que pronunciaron los familiares de los cuatro exconsejeros presos (Lluís Puig, Toni Comín, Josep Rull y Jordi Turull) y más tarde con la promesa de cada nuevo miembro del Ejecutivo, que tras asumir el cargo se fundía en un abrazo con un familiar del consejero anterior.

Amarillo era además el vestuario de algunos consejeros y el lazo que llevaban en sus solapas. También el que reposaba sobre la silla vacía reservada a Puigdemont, y que presidía la ceremonia. La política de gestos que practicará Torra durante todo su mandato se reflejó en la primera decisión que adoptó el nuevo Gobierno, colgar una enorme pancarta en la fachada de la Generalitat que reza, en inglés y en catalán, «libertad presos políticos y exiliados», junto a un lazo por supuesto amarillo.

En el independentismo se quedaron encantados con la liturgia. «Enhorabuena por el acto», trasladó a Torra una de las personas más próximas a Puigdemont durante los corrillos después del evento. En el no independentismo no opinaban igual. Ciudadanos y el PP ni siquiera asistieron al acto porque barruntaban el tono que tendría, mientras que el PSC envió a un dirigente de perfil bajo. Estuvieron, eso sí, los expresidentes Artur Mas, José Montilla y Pascual Maragall, la alcaldesa de Barcelona y se ausentó el delegado del Gobierno.

A pesar de las continuas y épicas referencias a la etapa anterior, al referendo, a la república y a su voluntad de restituir a los anteriores miembros del Gobierno, Torra se comprometió en su primer discurso a gobernar para los 7,5 millones de catalanes.

Diálogo con el PSOE

Torra tendió la mano a Pedro Sánchez para intentar iniciar una nueva etapa marcada por el diálogo. «Presidente Pedro Sánchez: hablemos, reunámonos, tomemos riesgos», emplazó al nuevo responsable del Ejecutivo. «Sentémonos en la misma mesa y negociemos de gobierno a gobierno», retó Torra. La disposición al diálogo es «clara», según el presidente catalán. Fuentes del socialismo catalán valoraron el emplazamiento que hizo al presidente del Gobierno.

Lo que ya no agradó a los constitucionalistas es la segunda parte del discurso del presidente, en la que recordó a los nuevos miembros de su Gobierno que tienen un «mandato republicano» que defender. El compromiso, según Torra, es «avanzar de acuerdo con el referendo del 1 de octubre» de constituir «un estado independiente en forma de república». «Ni un paso atrás», «avanzaremos sin desfallecer», advirtió.

Está por ver si esa contundencia es retórica, como parte del homenaje que tributaban al anterior Ejecutivo, o si el independentismo insiste en la hoja de ruta de la pasada legislatura, que acabó con la declaración de la república y la aplicación del 155. Su Gobierno arranca lleno de incertidumbres, mirando a Madrid y con la sombra de la división, ya que en él cohabitan diferentes sensibilidades del independentismo. Esquerra, PDECat y JxCat, y como se ha visto estos últimos meses, no tienen estrategias coincidentes.

De hecho, tras el 27-O en el entorno de Puigdemont han intentado mantener el desafío al Estado, pero al mismo tiempo se han visto obligados a pisar el freno. La realidad marca. La misma tarde del día de la proclamación de la república desistieron de aplicar la independencia, más tarde asumieron la convocatoria de elecciones por parte de Rajoy, renunciaron a restituir a Puigdemont, y ahora Torra ha rectificado y no ha sustituido a los cuatro exconsejeros huidos y preso.

Con la constitución del nuevo Ejecutivo, la Generalitat recupera el control sobre la administración autonómica 218 días después de la aplicación del 155.