Las emociones, el factor determinante para la movilización de los indecisos

maría cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

ELECCIONES 2016

Los que no votan a nadie
La Voz

Elementos como la imagen y el tono de voz influyen más que los programas políticos

22 jun 2016 . Actualizado a las 16:12 h.

Captar el voto del indeciso y movilizar a los afines para lograr cambios en el resultado del 26J y evitar un nuevo período de incertidumbre como el posterior al del 20D. Ese es el objetivo de los partidos durante una campaña en la que los programas de cada candidato han pasado a un segundo plano diluidos en un océano de mensajes que navegan en las redes sociales o que entran en las casas a través del televisor. Más allá de los votantes que eligen a sus candidatos por convicción política, está ese otro nicho de ciudadanos que, de un modo consciente o no, lo deciden obedeciendo sus emociones.

Conocer cuáles son las claves que guían el cerebro del indeciso a la hora de elegir una opción u otra resulta fundamental. Pero la cuestión es compleja y, como explica el médico, investigador y divulgador científico de la Universidad de Leicester Salvador Macib, «no existe una fórmula mágica, pero hay factores extrapolíticos que influyen, porque para el indeciso la imagen influye más que el programa».

Y pone ejemplos: «Hay trabajos que han probado que un tono de voz más grave da más votos. También hay pruebas de que tener un voto más conservador u otro más liberal depende, en parte, de factores genéticos».

Pero no es el único que observa cómo en los últimos años el voto del indeciso va más ligado a cuestiones más emocionales que racionales. El experto de la consultora Asesores de Comunicación Pública, Óscar Santamaría, explica que para ganar un voto «hay que convencer y persuadir. Convencer, algo que se logra con el programa, no basta. Hay que persuadir para lograr movilizar al ciudadano y en eso tiene mucho que ver la parte emocional, la puesta en escena, la imagen».

Eso se ha visto claramente en esta campaña, diferente a la del 20D. «Por ejemplo, el PP juega con la bandera del miedo; Podemos, con la esperanza de que haya un cambio», apunta al hablar de los mensajes que usan los partidos.

Para el sociólogo e investigador en la Universidad de Ginebra y editor de Politikon, Jorge Galindo, que cree que el voto indeciso es cada vez menor, hay dos cuestiones fundamentales a la hora de determinar a qué partido votar. Por una parte están los que votan por ideología, «el que escoge a aquel partido que está mas cerca de sus convicciones». Por otra, los que hacen una evaluación de lo que han hecho los políticos, «voto evaluativo».

Partiendo de esa base se hace una pregunta: «¿Cuál de estos dos parámetros decide más el voto?. En el primer caso pueden producirse muchas derivadas porque uno no encuentra un partido que coincida al cien por ciento. De ahí que el votante deba pensar qué temas resultan de mayor importancia. Por ejemplo, la corrupción o la protección de la familia...». Ahí hay que tener en cuenta, añade, que entre el votante de partidos tradicionales como el PP o el PSOE, sobre todo en el primer caso, «hay una fidelidad alta». Sobre el liderazgo del candidato, cree que «influye hasta cierto punto, al igual que en el caso de voto útil». 

Los acuerdos

Quien ofrece otro punto de vista es Cristina Hernández, socia-directora general de MAS Consulting Group, quien cree que los factores que influyen en el voto varían porque el interés cambia entre campañas. Explica que «el eje de esta última son los posibles pactos poselectorales. Precisamente ese es hoy el factor más importante para el indeciso a la hora de decidir su voto: qué harán los partidos, con quién pactarán o con quién no». En este sentido, matiza que «aunque solo han pasado seis meses desde la anterior, los ejes de la campaña no son los mismos. En esta campaña, no ha tenido tanto protagonismo la corrupción, la economía, la amenaza secesionista o la regeneración democrática como los posibles pactos poselectorales».

Papeleta en blanco y nula, solo cuentan como descontento

No es lo mismo votar en blanco, que ejercer un sufragio nulo. El primero entra en la ecuación de la ley D´Hont, el modelo proporcional de reparto de escaños que rige en España. El segundo, a efectos de recuento, equivale a no acudir a las urnas. La razón es que los votos en blanco (aquellos que no tienen ninguna papeleta dentro del sobre) cuentan como válidos. De ahí que a la hora de hacer el recuento total se sumen y, en consecuencia el número de apoyos que deben obtener los partidos es mayor, ya que tienen que alcanzar un mínimo de un 3 % de los votos para entrar en la distribución de escaños.

Un ejemplo práctico: en las elecciones a las Cortes Generales del 2008 en la provincia de Lugo hubo 245.518 votos a candidaturas. Otros 2.252 votos fueron en blanco. En caso de no contabilizarse los en blanco, los partidos deberían haber obtenido un mínimo de 7.365 votos para entrar en el reparto de escaños, pero al sumar los votos en blanco la cantidad debería alcanzar 7.433. La cuestión, dicen expertos, es que realmente una diferencia de ese tipo no suele influir en el reparto hecho por la ley D´Hont porque no suele haber un margen tan pequeño para entrar o no en el reparto.

Partiendo de esa base, el modelo electoral que rige en España divide el territorio en 50 circunscripciones que coinciden con cada una de las provincias, además de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla.

Para poder entrar en el reparto de escaños, una candidatura debe de tener un mínimo del 3 % de los votos contabilizados en la provincia. Una vez eliminados los que no alcanzan ese límite, los apoyos obtenidos por cada candidatura se van dividiendo entre uno, dos, tres, cuatro... El primer escaño es para el que suma la cantidad mayor, el segundo para la segunda... El reparto continúa hasta completar los escaños que corresponden a esa provincia.

¿Cómo se hace el reparto de los 350 escaños del Congreso? Cada circunscripción debe tener un mínimo de dos representantes en la cámara de diputados, menos Ceuta y Melilla que parten de uno. Los 248 restantes se reparte proporcionalmente a la población de cada una de las provincias.

El plazo para depositar el voto por correo finaliza hoy

Los 1.452.988 de españoles que solicitaron ejercer su derecho al voto por correo para las elecciones que se celebrarán el 26J tendrán de plazo para enviar su sufragio por correo certificado a su mesa electoral hasta hoy a las 20.30 de la noche. En Galicia habrá centros abiertos hasta las 22.00 en A Coruña (Carrefour o el Corte Inglés); Santiago (Hipercor) y Vigo, (El Corte Inglés). La cantidad de solicitudes supone un incremento del 85,5 % con respecto a las presentadas para el 20D. Las vacaciones de verano, como confirmaron algunos electores que fueron a pedir el voto, y quizá una mayor movilización que en las del año pasado, pueden ser las causas.

Los ciudadanos que han elegido esta alternativa tuvieron que pedir previamente que las papeletas le fueran enviadas a casa. Con ellas en la mano deben de regresar ahora a Correos para votar. 

La mecánica

El servicio de Correos conservará toda la correspondencia dirigida a las mesas electorales hasta el día de la votación y la trasladará a estas a las 9.00 horas del domingo. También trasladará toda la correspondencia que se reciba durante el mismo día de la votación hasta las 20.00 horas. Los sobres que les lleguen después de esa hora se remitirán a la junta electoral de zona y se destruirán.

El día de la votación, a las 20 horas, una vez que haya votado el último elector en cada mesa electoral, se procederá a introducir en la urna que corresponda los sobres que contengan las papeletas de los sufragios remitidos por correo y se procederá a su recuento.