Guerra y transporte asedian la economía gallega

Manoli Sío Dopeso
M. Sío Dopeso REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

OSCAR CELA

Los sectores de mayor aportación al PIB pierden actividad y empleo tras 25 días de conflicto bélico y 6 jornadas de camiones parados

20 mar 2022 . Actualizado a las 12:40 h.

Una guerra en el corazón de Europa, que muestra su horror al instante vía Instagram o a golpe de selfie, tiene un impacto inmediato que traspasa las pantallas y se expande como un tsunami multicanal del que Galicia, aunque situada en el Finisterre europeo, a más de 4.000 kilómetros de distancia del epicentro, no sale indemne. Más de tres semanas después (25 días) de la invasión rusa, y cuando la comunidad todavía intenta cerrar cicatrices de la pandemia, el conflicto bélico bombardea la recuperación, con su impacto sobre los sectores que más aportan al PIB gallegos.

Y con la inflación desbocada —el IPC cerró febrero con una subida interanual del 8 % en Galicia, cuatro décimas por encima de la media estatal—, unos precios de la energía nunca vistos y las materias primas vitales para la industria y el sector primario en búsqueda y captura, los transportistas, hartos de pedir auxilio para mantener con vida su actividad, rompen la cadenas de suministro con una huelga que en cinco días, y según la patronal de la gran distribución Anged, ha dejado ya 600 millones de euros de pérdidas en toda España, y pone en peligro 100.000 puestos de trabajo. Son tiempos revueltos, de economía de guerra, y este es su impacto por sectores en Galicia.

 ALIMENTACIÓN

Desabastecimiento y colpaso en la cadena alimentaria. Producciones perecederas y granjas y fábricas con una capacidad de almacenamiento limitada son las más afectados por el desabastecimiento de materia prima procedente de Ucrania, o por la ruptura de la cadena de suministros desencadenada por la huelga. Además de los sobrecostes de producción, las pérdidas económicas están por valorar, porque a partir de esta semana se anuncian cierres en cadena. Ocurre en el sector de aguas minerales, porque las plantas envasadoras están al límite de su capacidad de almacenamiento, sin suministro de materias primas y se ven abocadas a parar por no poder dar salida a su producción.

La cervecera Hijos de Rivera ya ha visto afectada su actividad «de manera muy grave» y se prepara para lo peor. Conserveras de pescado y marisco muy golpeadas por la falta de aceite de girasol procedente de Ucrania y los coste de la energía también prevén paradas. El grupo Calvo cerrará ya este lunes su fábrica de conservas pesqueras en Carballo (Coruña) por los problemas para garantizar la salida de producto y la entrada de suministro a causa de la huelga del transporte, que también pejudica gravemente a la industria láctea. «La situación es ya, en estos momentos, sumamente crítica», advirtió ayer la cooperativa láctea CLUN. Las explotaciones se ven abocadas a suspender su actividad transformadora. Los piensos, que ya escaseaban desde que Putin invadió el granero de Europa, no llegan a las granjas y no es solo que pare la producción, es que está en riesgo la supervivencia de los animales.

 ENERGÍA Y COMBUSTIBLES

La piedra angular de la inflación y de la crisis del transporte. El precio de la luz, pese a estar lejos de su máximo histórico alcanzado el 8 de marzo con 544 euros, está en niveles altos y es responsable de que algunas empresas estén dejando de trabajar porque no les salen las cuenta. La invasión de Ucrania es uno de esos factores que mantendrán el precio del megavatio en cifras récord durante los próximos meses. Hoy domingo 20 de marzo la hora del megavatio se pagará a 207 euros de media, y de ahí poco bajará en los próximos días, porque, además, el problema ya venía de atrás. Y que decir de los combustibles que no hayan dicho ya los transportistas en huelga desde hace seis días. Llenar el depósito ha llegado a costar 20 euros más que a principios de año y el litro de gasolina superó en algunas estaciones de servicio los dos euros. Esta escalada de precios está dando una leve tregua y los próximos días van a ser clave, con el presidente del Gobierno inmerso en la búsqueda de apoyos para reformar el sistema energético de la Unión Europea, una parte del sector del transporte en paro indefinido y las distribuidoras exigiendo medidas contundentes que, por el momento, no llegarán hasta el 29 de marzo, dice el Gobierno que con o sin Europa.

TEXTIL Y MODA

Caída de ventas al extranjero y pánico a repercutir más costes. La industria textil española grita SOS frente a la inflación. El Consejo Intertextil Español (CIE), en el que está integrado el sector gallego, ha reclamado al Gobierno español y a la Unión Europea «medidas urgentes que permitan mantener la actividad de las empresas textiles». Las compañías alegan que la guerra en Ucrania ha provocado que el coste del suministro sea inasumible para la industria textil y añaden que el incremento de los precios de la energía supone «un nuevo revés» para un sector que nunca acaba de recuperarse. El conflicto bélico tiene ya un impacto directo en las ventas del sector gallego. A los pocos días de la invasión, el gigante textil Inditex anunció el cierre de sus 80 tiendas en Ucrania y hace dos semana comunicó la salida del mercado ruso con la clausura de forma temporal de los 502 establecimientos y del canal online con los que opera en el país.

AUTOMOCIÓN

Paros por falta de piezas, desempleo y coches sin entregar. Stellantis Vigo y su red de 120 proveedores gallegos suman más de dos semanas de paradas por desabastecimiento, ya no solo de semiconductores, sino de materiales procedentes de Ucrania, como el cableado necesario en numerosos componentes. La planta de Stellantis Vigo manda a Ucrania 6.000 vehículos al año y 300 a Rusia, una producción que se verá afectada. Los 600 empleos anunciados por Stellantis para el 1 de abril se han venido abajo con la decisión de no reactivar el turno de fin de semana. El sector se refugia en los ERTE mientras los concesionarios sufren el impacto de la huelga que impide la llegada de los tráileres portacoches. La demora de las entregas supera ya los seis meses, y el desabastecimiento provocado por la huelga del transporte afecta también a la actividad de talleres por falta de piezas de recambio. A esta situación se suma el encarecimiento de materias primas como el aluminio o el níquel, como consecuencia de la guerra, que se traducen en un incremento del precio de los coches nuevos, ya encarecidos más de un 4 % de media por la subida del impuesto de matriculación

DISTRIBUCIÓN Y LOGÍSTICA

Lineales vacíos en los super y escasez de productos básicos. Uno de los primeros efectos tras la invasión de Ucrania fue la decisión de los supermercados de racionalizar la venta de aceite de girasol para evitar una rotura de stock. Para impedir el desabastecimiento, la gran distribución alimentaria está buscando nuevos mercados, principalmente en Latinoamérica, así como alternativas con productos sustitutivos al aceite de girasol como colzas, orujo y oliva. Ahora, la huelga de transportes hace mella en la cadena de suministros y la histeria colectiva está abriendo paso a la obsesión por llenar el carro de la compra. La alarma es máxima entre las empresas de distribución, grandes superficies y supermercados, a dónde no llegando los productos más básicos.

INDUSTRIA PESADA

Metal y naval pagan el sobrecoste de materias primas. No es solo que se disparen los costes de materias primas vitales para el sector, como el aluminio, el níquel o el paladio procedentes de la zona en conflicto, es que hay riesgo de desabastecimiento si la guerra no se reconduce, y eso afecta en Galicia a más de 3.500 compañías del metal, en las que trabajan 57.000 empleados. Empresas fabricantes de maquinaria industrial, construcciones y estructuras metálicas han puesto en marcha planes de contingencia, con medidas en las que se incluyen el planteamiento de expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) en previsión de paradas. El sector se enfrenta también al sobrecoste de proyectos contratados que conllevan pérdidas que deben asumir. Además, la gran industria intensiva en consumo energético está ya realizando paradas en la producción, incapaz de afrontar unos costes de la luz y el gas desorbitados. Es el caso, en Galicia, de la metalúrgica Megasa, que no arrancará los hornos hasta el 21 de abril. Otras empresas, como Xeal o Showa Denko, aguantan el tirón con reducciones en la producción. En el naval, el elevado precio y la escasez de acero ponen en peligro los pedidos del sector en Galicia, sobre todo después de que ArcelorMittal, el mayor proveedor del naval, tras abandonar Ucrania, haya anunciado que paralizará la producción por los sobrecostes energéticos hasta finales de este mes.

PESCA

Flota y lonjas paradas y sin pienso en las piscifactorías.  Era cuestión de tiempo que ambas crisis, la de Ucrania y la del transporte, acabaran golpeando al sector pesquero gallego. La crisis ya la estaba pagando desde hace un par de semanas el consumidor, con incrementos de precios por encima del 3 %. El colapso se produce en las dos vías por las que el pescado llega a lonjas y mercados: pesca y acuicultura. La primera, golpeada por la inflación y la escalada sin freno de precios del gasoil. La segunda, también condicionada por el coste de la energía, además se ve afectada por las dificultades de abastecimiento y encarecimiento de piensos para granjas acuícolas, muy dependientes de cereales ucranianos y rusos. Barcos que no faenan, costes de la distribución que se disparan, precio de la electricidad elevado —con lo que supone para, por ejemplo, la refrigeración—, el sector pesquero gallego clama ayudas al Gobierno, mientras teme tener que seguir tirando toneladas de producto. Solo los puertos lucenses de Burela y de Celeiro (Viveiro) acumulan más de 100 toneladas de pescado en sus almacenes.