Quien tiene un metanero tiene un tesoro

f. fernández REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Issei Kato

Europa y Asia se pelean por atesorar gas: los barcos que lo transportan lo saben y cobran hasta 260.000 dólares al día. Aunque el suministro se plasma en contratos a largo plazo más baratos

07 nov 2021 . Actualizado a las 19:04 h.

La economía mundial anda desacompasada. Los países asiáticos fueron los primeros en recibir el bofetón del coronavirus y también llevaron la delantera en la senda de la recuperación, a la que más tarde se sumó Europa. Pero están creciendo a un ritmo tan acelerado y voraz que la producción es incapaz de atender. Resultado, escasez y precios desorbitados de las materias primas. Entre ellas, el gas natural, que en mayo pasado se cotizaba internacionalmente a cinco euros el megavatio hora; y hoy, a 90. Asia y Europa andan a la gresca por la compra de combustible para llenar sus reservas y estar bien pertrechados para el invierno. España está en esa guerra. De momento, tiene existencias para sobrevivir sin problemas durante 40 días. Por lo que pudiera pasar. Pero, además de engordar los almacenamientos subterráneos y los depósitos de las seis plantas de regasificación del país, las compañías comercializadoras siguen de compras. Entre enero y agosto se importaron 264.550 gigavatios hora de hidrocarburo procedentes de una decena de países distintos, según datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores).

El suministro está garantizado, el país no se quedará sin gas, no habrá apagones. Son los mensajes que estas semanas repite hasta la saciedad la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera. Más desde que, el 31 de octubre, el principal suministrador de gas de España, Argelia, cerrara la espita del gasoducto del Magreb, por sus más que desavenencias con Marruecos, por el que discurre una parte de ese tubo. A través de él llegaron el 20 % de las importaciones durante los ocho primeros meses del año. Queda operativo otro, el Medgaz, por el que fluyó el 22 % del total.

Ribera negoció hasta el último momento con Argelia para intentar que no cerrara la tubería del Magreb. Pero no hubo forma. A cambio, trató de asegurarse de que el país árabe enviaría ese 20 % de gas que discurría por esa vía. Y Ribera dice que lo consiguió. Pero el Medgaz —que cruza el Mediterráneo directamente desde Argelia— está en obras de ampliación y, entre tanto, llegará en barcos metaneros.

Que el combustible viaje por mar es más que habitual. De hecho, de enero a agosto, la mitad de las importaciones llegaron en barco, en forma de gas natural licuado (GNL), y el año pasado representaron en torno al 60 %. No es nada extraordinario, pero los expertos consideran que el precio de las entregas puede encarecerse porque fletar un gasero cuesta un potosí. Todo el mundo quiere gas y hay pocos buques. En septiembre había registrados 630 con contratos a largo plazo y solo diez disponibles para fletar por día, de acuerdo con los datos proporcionados por el ferrolano afincado en Vigo Daniel Taboada, delegado en Galicia del operador logístico Noatum.

Así que quien tiene un metanero tiene un tesoro.

Fuentes del sector explican que alquilar un barco con capacidad de carga de entre 150.000 y 165.000 metros cúbicos cuesta en la actualidad unos 190.000 dólares (164.000 euros). Al día. Esa pequeña fortuna sería suficiente para traer un cargamento desde Argelia y descargarlo en la regasificadora de Cartagena, pues la singladura dura unas nueve horas.

Pero no queda ahí la cosa: enviar 180.000 metros cúbicos de GNL a Tokio desde Gladstone (Australia) se cotiza a 262.215 dólares por día, que bajan hasta 201.535 si el buque funciona a su vez con gas. Esas tarifas están un 7 % y un
11 % más altas, respectivamente, que las de mediados de octubre, aclara Taboada. Hace justo un año, alquilar un metanero costaba 83.500 dólares diarios, según datos del sector. A finales de febrero pasado, 38.000.

La crisis de enero

En la segunda semana de enero de este año se alcanzaron los 165.000 dólares al día. Ese fue otro momento crítico para el sistema gasista español, pero puntual, no como el actual, que comenzó en agosto y quién sabe cuándo acaba.

En enero llegó la tormenta Filomena y se confabularon varios factores: se disparó la demanda eléctrica de forma repentina por la ola de frío y Argelia redujo las exportaciones por un problema técnico en uno de los gasoductos. Hacía falta gas ya y hubo que comprarlo en el denominado mercado al contado. Esto es, casi de un día para otro. Y los metaneros se dejaron querer a cambio de pedir precios desorbitados por el viaje. De hecho, uno de ellos viró rumbo a un país asiático que le ofreció más dinero cuando estaba a punto de descargar en Bilbao, como comunicó Teresa Ribera hace meses en el Congreso. «El precio se negocia durante el viaje», revela Taboada. Así, un cargamento salió del golfo de México valorado en 20 millones de dólares y llegó a Europa costando 120 millones.

Fuentes del sector califican ese viraje del barco en Bilbao de «comportamiento anómalo, la gente es bastante más seria en este negocio». Aunque reconocen que sí son comunes las operaciones de trading de gestión de los desvíos. Los contratos de aprovisionamiento se cumplen, pero si estaba previsto enviar un cargamento de gas de Nigeria, por ejemplo, se puede sustituir por combustible de otro yacimiento para vender el primero y ganar dinero adicional.

Recurrir a ese mercado al contado o spot no es lo habitual, solo se utiliza cuando no queda más remedio para conseguir gas al instante, descata Taboada. Lo frecuente es que las gasistas —en España mandan Naturgy y Endesa— mantengan contratos de aprovisionamiento a largo plazo (de diez o veinte años) con los países productores a precios que nada tienen que ver con esos que se manejan para alquilar un metanero al día.