Entra en vigor la nueva factura: condenados a pagar más por la luz

f. fernández REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Los tramos horarios de la nueva factura, que entran en vigor mañana, y el encarecimiento de la electricidad en el mercado mayorista, que el Gobierno quiere reformar, auguran meses de subidas

31 may 2021 . Actualizado a las 17:55 h.

Si no cambian sus hábitos de consumo, estarán condenados a pagar más en la factura de la electricidad. Porque la nueva estructura de costes regulados incluidos en el recibo que entra en vigor mañana, 1 de junio, penalizará el estilo de vida actual de las familias. La luz será más cara que nunca en las horas a las que acostumbran a estar en casa para realizar las tareas diarias, como cocinar o realizar la colada. Y, al mismo tiempo, más barata que nunca en los momentos de menos consumo, noches incluidas. Así que toca revisar usos y costumbres para contener ese gasto. Tampoco se trata de poner la lavadora o de planchar a las cuatro de la madrugada, pero por ahí va la cosa. Estas son las claves de los cambios que están a la vuelta de la esquina.

Lo que cambia en la factura

El Ministerio para la Transición Ecológica y la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) han elaborado una nueva metodología para recalcular los costes regulados (denominados peajes y cargos) que se incluyen en la factura desde hace años y establecer así un nuevo reparto de los mismos entre el término de potencia (fijo) y el de energía (variable). Con esos conceptos, los consumidores sostienen servicios del sistema eléctrico, como las primas a las renovables o las retribuciones a la distribución y transporte de electricidad. Suman en torno a 13.000 millones anuales. Esas partidas, inamovibles y que abonan todos los clientes, suponen el 50 % del recibo doméstico, y son las protagonistas del cambio que viene. El resto son impuestos, que se mantienen igual, y el coste de la electricidad consumida, que merece un capítulo aparte.

En qué consiste el cambio

El 50 % del recibo comprometido con los peajes y cargos se pagará según cuándo, más que cuánto se consuma. Porque las 24 horas del día quedarán agrupadas en tres tramos en los que esos costes serán más o menos caros. De este modo, se establece la discriminación horaria obligatoria. Esta opción ya existía, pero era opcional; además, se modifican totalmente las franjas horarias. En ellas está el problema. Será tremendamente fácil pagar menos por la luz, pero igual de sencillo dejarse un dineral. Dependerá de cada uno, pero los nuevos tramos de horas parecen pensados más para lo segundo.

Los nuevos tramos horarios

Graben a fuego los tramos horarios. Sobre todo, el punta: de 10 a 14 y de 18 a 22 horas. Especialmente, el segundo, cuando las familias regresan a casa y empieza el trajín de tareas del hogar. Será prohibitivo: multiplicará por tres el precio actual, avisa José Luis Sancha, profesor de Comillas ICAI. El llano, de coste intermedio parecido al actual, irá de 8 a 10; de 14 a 18 y de 22 a 00.00 horas. Y, el valle, imbatible en precio, que se activará cuando todo el mundo esté durmiendo: de doce de la noche a ocho de la mañana. Súperventaja: que serán valle los días completos de sábados, domingos y festivos. Todo un respiro que podrá compensar el gasto semanal extra de las tardes-noches familiares.

Dos potencias diarias

Para aliviar algo el golpe, los consumidores tendrán la opción de contratar dos potencias distintas. Hasta ahora solo podían tener una y cambiarla como mucho una vez al año, y pagando. Ese concepto es de los más gravosos de la factura, pues se abona por la capacidad de consumir tal cantidad de electricidad, se utilice o no. Ahora se podrán tener dos potencias distintas: una más baja (y, por tanto, más barata, a precio de horas valle) y otra más alta (a coste de período punta). Podrán cambiar de potencia gratis dos veces hasta el 31 de mayo del 2022. Después, una vez al año y pagando, como hasta ahora. Si no se quieren dos potencias (por lo que sea) se mantendrá la ya contratada a precio punta. Ojo, porque si solicitan estos días subir o bajar potencia es posible que la distribuidora les diga que tienen que solicitarlo a la comercializadora y esta que tienen que esperar. La adaptación de equipos y contadores está retrasando otras operaciones.

¿A quién afecta?

«A todos los consumidores, si bien para los que están en el mercado libre el impacto dependerá de cómo la comercializadora traslade estos cambios al consumidor», aclara la CNMC. Llegados a este punto, habría que recordar qué es el mercado libre y cuál es el otro que no lo es.

Mercado libre o regulado

Al libre lo define su nombre. Pero no lo es tanto. A saber. Antes de la liberalización del sector eléctrico, el precio de la luz era una cuestión de Estado, lo fijaba el Gobierno. Después entró la competencia (al menos, teórica) y con ella la libertad para pactar las condiciones del contrato de suministro entre cliente y comercializadora y también el precio de la luz. Pero la negociación bilateral y privada se refiere solo a una parte relativamente pequeña de la factura: ese 24 % de coste de la energía que aparece en el gráfico que acompaña esta información. En él está el precio de la electricidad consumida y el margen de beneficio de la empresa. Pero todo lo demás está fuera del alcance tanto del consumidor como de la compañía: impuestos y costes regulados son los mismos que abonan los clientes del otro mercado, del regulado. Se llama así porque, por ejemplo, el margen de beneficio no es el que diga la compañía de turno, sino el que fija el Gobierno. Además, los consumidores con contrato de este tipo (en la factura aparece bajo la enrevesada definición de precio voluntario para el pequeño consumidor o PVPC) disfrutan de un paraguas de protección frente a las empresas del que carecen sus vecinos de mercado libre. ¿Para qué? Pues antes de cortar la luz por impago, por ejemplo, deben transcurrir cuatro meses para dar varias oportunidades para saldar la deuda. Además, en función del nivel de renta, se puede solicitar el bono social, que da derecho a descuentos de entre el 25 y el 40 %. Un cliente con PVPC jamás recibirá descuentos u ofertas porque no está permitido, pero si no se lo dicen y las acepta, estará autorizando un cambio de contrato y de mercado. Algo que ocurre con relativa frecuencia.

Por tanto, la nueva estructura de costes regulados afecta directamente a todos los clientes de PVPC; pero indirectamente, también a los demás. Porque aunque las compañías del libre no implanten los tramos horarios como tales, «el comercializador deberá adaptar el precio del contrato para trasladar la variación del componente regulado de la factura, pero puede decidir la forma en cómo lo traslada», resume Competencia.

¿Por qué esos tramos y no otros?

Porque se trata de disuadir a los clientes para que no consuman todos a la vez en los mismos momentos del día. Y no hay mejor forma de hacerlo que encareciendo el recibo en esas horas punta. Según el Gobierno y la CNMC, se trata de reducir la necesidad de llevar a cabo nuevas inversiones en las infraestructuras de transporte y distribución de electricidad. «Esto redundará en menores costes para los consumidores de energía eléctrica, puesto que son ellos quienes sufragan este tipo de infraestructuras a través de la factura eléctrica», explica el ministerio.

Lo que no son costes regulados

Un cuarto de la factura es consumo de electricidad en sentido estricto. En el mercado libre, la tarifa se pacta entre el cliente y la compañía; en el regulado se aplica el precio del mercado mayorista de electricidad, en el que también cada hora cuesta diferente. Esta referencia -base también en realidad para las tarifas que se negocian en el libre- está alcanzado estos meses picos de precios históricos por el impacto de la cotización de los derechos de emisión de CO2 en los costes de generación, justo ahora, cuando entra en vigor la nueva factura.

El Gobierno acaba de anunciar que quiere enfriar los precios de mercado reduciendo la retribución extra que se embolsan las centrales hidráulicas y nucleares, que no pagan por el CO2 porque no lo emiten, pero cobran como si lo hiciesen. Pero lo hará mediante un anteproyecto de ley que deberá superar un largo camino burocrático antes de que entre en vigor e impacte en el mercado. Así que los consumidores deben prepararse para unos meses difíciles.