Perdió el órdago. Ganó el de Chantada. Posee una tenacidad a prueba de bombas.
Ahora que se retira y que se va del todo tendrá más tiempo para disfrutar de una de sus dos grandes pasiones: el fútbol. Merengue por los cuatro costados, acude siempre que puede a los partidos que disputa su equipo en el Bernabéu. Pero no aparece por el palco. Le gusta guardar las distancias. Sobre todo con la prensa. La otra es el golf. Lo practica a menudo. En el campo de La Moraleja, muy cerca de donde vive. Tiene un buen hándicap, aunque no tan bueno como el de Ana Botín, su gran rival en el sector.
De vez en cuando se deja caer por Galicia. Puede que ahora lo haga con algo más de asiduidad.
La Voz
El relevo natural en el BBVA ya tiene fecha: 31 de diciembre. Será entonces cuando Francisco González dejará la presidencia de uno de los más grandes grupos financieros a nivel global para pasar el testigo a su escudero, Carlos Torres Vila, el consejero delegado que designó en el año 2015. Comparte con él origen, Galicia, y una estrategia común: la conversión del banco en un gran proveedor de servicios no solo financieros. González había advertido hace tiempo que la competencia de la banca no estaba ya en otras sucursales, sino en los operadores de Silicon Valley (Facebook, Google, Apple...), y eligió a Torres Vila, entonces al cargo del negocio digital, para que se encargara de pilotar ese viraje en el banco. Cuando dio ese paso, el de nombrarlo mano derecha, ya se advertía por dónde iría el relevo en la presidencia del BBVA. El consejo de administración lo oficializó ayer «al considerar que es la persona idónea para dar continuidad a la estrategia de transformación del grupo», explicó la entidad. «Estoy muy contento, Carlos va a llevar al BBVA a nuevas cotas de liderazgo bancario mundial», dijo el presidente saliente.
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