Colapso en las bolsas chinas

Mercedes Mora REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

CHINA STRINGER | Reuters

Los índices del gigante asiático sufren el mayor varapalo en más de ocho años, con el pánico a punto de prender entre los pequeños inversores

28 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Apenas dos semanas después de haber empezado a levantar cabeza tras uno de los meses más duros que se recuerdan -llegaron a perder más de un tercio de su valor-, las bolsas chinas volvieron ayer a las andadas, con caídas de un 8,48 % en Shanghái y de un 7,59 % en Shenzhen, uno de los mayores varapalos de su historia y el más abultado desde febrero del 2007.

La ventas golpearon con tanta furia que más de la mitad de los valores que cotizan en ambos parqués -esto es, más de 1.500 empresas- cayeron un 10 %. Y no bajaron más porque ese es el descalabro máximo que permite la normativa bursátil del gigante asiático para un solo día.

¿Qué está pasando en China para que las bolsas se vengan abajo?

Son varios los motivos que explican el desastre: una caída de las que hacen historia, que mantiene atrapados a millones de pequeños inversores, que han visto cómo se esfumaba su dinero de la noche a la mañana.

El primero y más importante, que los parqués chinos habían subido como la espuma, a lomos de la especulación pura y dura, sin datos reales que respaldasen tal galopada. La segunda economía del mundo pierde fuelle y sus cifras no sustentan una euforia como la que vivió el mercado chino a finales del 2014 y durante la primera mitad de este año. Una burbuja de libro, que ha empezado a deshincharse y de la que muchos auguran ya el estallido.

La segunda de las razones tiene que ver con la falta de confianza en las medidas que, a marchas forzadas, está tomando el Gobierno de China para poner freno a la estampida inversora. Ha hecho de casi todo. Y ayer, tras el descalabro, quiso dejar claro que seguirá comprando acciones a diestro y siniestro para evitar que los ahorradores chinos sigan perdiendo dinero. Entre esas acciones a la desesperada se ha comprometido a adquirir títulos de compañías públicas por valor de 4 billones de dólares (3,6 billones de euros), ha permitido que 1.400 empresas suspendan temporalmente su cotización a la espera de tiempos mejores, ha ofrecido una ronda de financiación a empresas de 480 millones de dólares y hasta ha abierto una investigación para encontrar a los culpables de lo que considera un acto de manipulación del mercado. Sin ellas, el mercado no se mantendría en pie. Se vendría abajo. Y por muy poderosa que sea China no puede mantener sine díe la respiración asistida de las bolsas.

¿Cuánto de pánico hay en la estampida?

Mucho. Lo que más asusta a los analistas es el comportamiento de los pequeños inversores chinos. El 85 % del volumen de negocio que se mueve cada día en las bolsas del país pasa por su manos. No son precisamente expertos en bolsa y su comportamiento es muy difícil de predecir. Se mueven por impulsos. Toda una bomba de relojería de difícil manejo.

¿Qué está pasando en el resto de los mercados?

Las bolsas europeas sufren las réplicas del seísmo chino. Ayer, por ejemplo, el Ibex dijo adiós a los 11.200 puntos, tras dejarse un 1,45 % en el camino. Pero, donde más se están dejando notar los efectos de la pérdida de fuelle de la segunda potencia económica del mundo es en el mercado de materias primas. Así, el Bloomberg Commodity Index, un indicador que mide la variación de toda clase de materias primas, desde el oro o el petróleo, hasta el hierro o el cobre, pasando por la soja, acumula este año un descenso del 11 %. Con su economía a medio gas, la voracidad del gigante asiático ya no será la que era.