Los peces no saben esquivar la red

espe abuín REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Comisión y Eurocámara apuestan por la vía drástica para atacar un problema, el de los descartes, que podría solventarse en parte modificando el reparto de cuotas entre países

09 feb 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Sí, tirar pescado por la borda, desperdiciar proteínas marinas con toda la necesidad que hay en el mundo, no es aceptable. Hay un clamor social de que se acabe con esa práctica. Un clamor de 850.000 ciudadanos, entre el que se pueden escuchar los gritos de Coldplay, de Sergi Arola y de Miguel Bosé. Todos ellos piden explicaciones al hecho de que el sector devuelva muertos al mar 1,7 millones de toneladas de peces después de haber hecho el esfuerzo de extraerlos. No lo entienden. Como tampoco lo comprenden los 502 diputados que el miércoles pasado votaron a favor de un informe que apuesta por eliminar esa práctica en dos años, antes del 2016.

Claro que ni Chris Martin y su banda, ni el chef Arola, ni el cantante Bosé, ni muchos de esos 502 diputados tampoco entienden o están familiarizados ni con las normas pesqueras ni con lo que es la pesca misma. Desconocen cuestiones como que, muchas veces, si se tira el equivalente al 23 % de todas las capturas realizadas no es por gusto, ni porque la especie no valga lo suficiente en el mercado, sino porque la propia UE manda a tirarla por la borda debido a que no dispone de cuota. Y que cuando un arrastrero, por ejemplo, va faenando con la merluza por objetivo, no puede obligar al rape, al eglefino o a cualquier otra especie de la que no tenga cuota a apartarse o a no morder el anzuelo (caso de otras modalidades).

Estabilidad relativa

Lo que los eurodiputados han aprobado, en línea con lo que pretendía la Comisión con su propuesta, es obligar a desembarcar todo lo que se pesca y, se supone que a través de unos porcentajes de conversión, descontar de la cuota que sí tienen aquellas especies que han entrado en la red aunque la embarcación no tenía permiso para pescarla. Eso sí, a los eurodiputados -ni a Damanaki- no se les ha pasado por la cabeza ni por un momento alterar la sacrosanta estabilidad relativa; esto es, el reparto que se hizo en el 83 entre doce países -entre los que no estaba España- y que 30 años después sigue vigente con 27 dentro del club. No han entrado en que, simplemente revisando las capturas de cada Estado y ajustando cuotas a necesidades de cada flota, se pondría fin a buena parte de los descartes. ¿O es que hay alguna duda de que un cerquero o un barco de artes menores tiene interés en tirar por la borda kilos y kilos de xarda que le reportarían buenos ingresos?

Freno en los trílogos

La flota espera que el Gobierno consiga aliados para frenar en el Consejo una medida que la aboca al amarre. Y es que el problema que se le presenta al sector de acordarse el calendario que arrancará con la obligación a partir del próximo año de descargar todos los atunes y varios pelágicos no es pequeño.

El mejor ejemplo está en las embarcaciones de Gran Sol, que solo tiene cuota de tres de las nueve especies comerciales que allí se pescan. Así, las flotas multiespecíficas, que no tienen una única especie objetivo, de tener que desembarcar todo lo que caiga en la red, agotarían las cantidades asignadas en cuestión de meses y no podrían volver a salir hasta que dispusiese de cuota, un porcentaje que, además, solo puede adquirir en España, puesto que los eurodiputados tampoco están a favor de abrir la pesca al mercado común y los armadores gallegos no pueden comprar cuotas a los empresarios de otros países. La única salida que tienen -y que además están tomando- es abanderar barcos en un país que sí tiene cuota, como han hecho varios de Vigo y de Marín.