La caja revisa su plan a 5 años por las serias dudas sobre su futuro
09 dic 2012 . Actualizado a las 07:00 h.La millonaria inyección de fondos públicos (la tercera ya) que NCG Banco recibirá este mes es solo un punto y seguido en la complicada existencia de la primera entidad financiera gallega. Pero puede suponer el punto final a Novacaixagalicia, que son cosas diferentes. Esta última, la caja, aún existe como tal y desde septiembre del 2011 es accionista del banco al que dio origen, tras aportar 181 millones. Cuenta con el 6,84 % del capital y se dedica, exclusivamente, a la gestión de la obra sociocultural (hoy más social que cultural) y el monte de piedad de Vigo. Tiene 250 empleados, un consejo de administración con 22 puestos (algunos están vacantes aún, tras la sucesión de dimisiones en los últimos meses), y una estimación de inversiones en actuaciones benéficas y de ocio repartidas por Galicia de 176 millones hasta diciembre del 2016.
Pero todo lo expuesto unas líneas arriba está ahora cogido con pinzas. Consecuencia de la tan temida bancarización de la caja que algunos pasaron por alto. La inyección de 5.425 millones de euros en NCG supondrá que los accionistas del banco, por decreto de Bruselas, vean reducido su peso, incluso hasta el 0 %, para rebajar el impacto de la ayuda pública. Es decir, los 181 millones de euros aportados por la caja al banco -tras una más que cuestionable valoración de la entidad de ahorros- pueden borrarse de un plumazo. Y con él, todo el entramado de la obra social, de la que dependen miles de personas en Galicia. Es, de largo, el principal actor en ese campo. «Si la situación es complicada en el banco, no te quiero decir nada en la caja», confiesa un miembro del consejo.
«Sabemos que [Novacaixagalicia] está haciendo todo lo que está en su mano, pero hay una enorme preocupación», resume Roberto Rodríguez, representante de UGT. Por lo de pronto, la dirección ha encargado un estudio a un gabinete jurídico para saber si puede tomar medidas legales para defender su participación en Novagalicia. La cúpula de la entidad de ahorros tiene claro que el plan de actuación, fijado para el quinquenio 2012-2016, es papel mojado, y ya se propone reformularlo. Pero poco puede hacer hasta conocer qué sucede con su participación en el banco. Esto es crucial porque el grueso de los ingresos para esos años estaban previstos con cargo a los dividendos que iba a suministrarle NCG como accionista de referencia que todavía es. El plan suponía desembolsar en 5 años 176 millones de euros, de los que unos 35 se han invertido ya este 2012. Están pendientes 141, ahora en el aire.
Como el banco está en pérdidas, no ha reportado aún un solo euro a sus socios. La caja contaba con ello y guardó un remanente de entre 90 y 100 millones, que se agotarán antes del 2014. ¿Y qué pasará después? Es toda una incógnita. La participación de Novacaixagalicia en NCG puede quedarse en cero si el FROB (dueño del banco) aprueba una operación acordeón -una de las vías en estudio- previa a la llegada de 5.425 millones. Supondría poner todo el capital a cero. Adiós a los 181 millones de la caja y a los 70 de los empresarios gallegos. Y adiós, consecuentemente, a todo nuevo ingreso para sostener «una obra social digna», como dice la dirección de la caja.
No se llegará a los niveles de las antiguas Caixa Galicia y Caixanova (que llegaron a aportar por separado 50 millones al año cada una), pero sí lo suficiente para poder mantener decenas de centros abiertos (como los 13 de mayores, con 50.000 socios), los centros de negocios, becas, actividades de formación... Una tarea ingente con inversiones que llegaron a propiciar 25.000 empleos directos en la comunidad. «Nos arrepentiremos pronto si perdemos la obra social», comentan desde el consejo.
Mirando a sus activos
El plan previsto hasta el 2016 incluía el cobro de alquileres y de servicios, pero no la venta de activos (edificios) de la caja. Si la situación se complica, no se descarta. Por ahora, la única operación ha sido la de un bajo en Celanova (Ourense). «Pero, ¿quién puede comprar, y a qué precio? ¿Y quién puede hacerse cargo de lo que aporta la caja?», se pregunta otro consejero. Tampoco se pueden descartar nuevos despidos, tras un recorte de más de 50 trabajadores en el último año.
Los empleados han mandado cartas a Bruselas exponiendo la difícil situación en que quedará la obra social con el rescate financiero. Han respondido con silencio. Ahora se mira al Gobierno gallego, que sigue tutelando a la caja porque está dentro de sus competencias autonómicas. «La Xunta parece que está más preocupada por los inversores privados del banco que por la obra social», lamenta el sindicalista Roberto Rodríguez.
Sigue pendiente que el Gobierno gallego decida la conversión de la caja en fundación.