Pymes y autónomos se ahogan

erik dobaño REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

El número de empresas y el de trabajadores por cuenta propia cae a los niveles del 2005, mientras empeoran las condiciones de acceso al crédito, que sigue recortándose

20 mar 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

La espiral de la crisis se ceba con los autónomos y las pequeñas empresas, cuya población volvió a retroceder en Galicia por segundo año consecutivo en el 2010. Los registros de la Seguridad Social advierten que el número de trabajadores por cuenta ajena descendió en un 1% el año pasado y en un 20% el anterior. En esos veinticuatro meses, de mantenerse la tendencia a la baja del 2,1% iniciada en el 2009 (los últimos datos del Directorio Central de Empresas no se conocerán hasta agosto) habrán cerrado unas 9.000 pequeñas y medianas sociedades.

«Somos el colectivo que más ha sufrido, fuimos los primeros en dejar de cobrar de las Administraciones y estamos siendo los primeros a los que se reduce o se retira el crédito», explica Rafael Granados, treinta años en el gremio del comercio y presidente de la Asociación de Autónomos (ATA) en Galicia. «Uno de cada tres autónomos tiene problemas para conseguir financiación», sostiene.

La espiral de la crisis ha atrapado a los trabajadores por cuenta ajena, con pequeños negocios que acusan la retracción del consumo por la caída del empleo tras el hundimiento de sectores clave como la construcción; y atasca los balances de la banca que, a su vez, cierra el grifo del crédito y deja sin muletas a autónomos y pymes.

«El crédito privado ha bajado enormemente en los últimos tres años, en torno a un 70%. En las líneas de crédito más pequeñas, con préstamos de 12.000 a 20.000 euros, la cuantía se ha reducido a la mitad. Estamos ante cifras ridículas en las pólizas para circulante, que eran las que permitían pagar gastos mínimos o anticipar pagos a proveedores para continuar la actividad», dice Francisco Javier Pérez, presidente de Feaga. «La reforma del sistema financiero ha consistido en que antes la banca daba créditos y ahora no», concluye.

La morosidad

El otro problema que mantiene a los autónomos en el atolladero es la morosidad de las Administraciones. Según los plazos establecidos en la última reforma de la ley, deberían estar cobrando a 56 días, «pero el promedio está por encima de los 150 días -apunta Granados-. Y hay empresas en las que el negocio marcha pero que no pueden pagar a sus empleados por el retraso de las Administraciones».

El colectivo, en Galicia, tiene sus propias peculiaridades. Incluyendo a pequeños agricultores y trabajadores del mar, aporta cerca del 30% del PIB, según una estimación de la Conselleiro de Industria. Tiene la mayor tasa de afiliados por encima de los 55 años (un 31%), la más baja por debajo de los 25 y la segunda más baja -detrás de Castilla y León- de menos de 39 años (un 23,8%). El porcentaje de mujeres (44%) es el más alto debido al peso del empleo femenino en el sector agrario, y es la comunidad que más autónomos mujeres pierde: desde el 2008, unos de 7.300.

«O 85% formamos empresas unipersoais, e só o 5% teñen máis de 20 traballadores. Pero somos os que mantemos en pé o tecido empresarial do país. E non nos está a axudar ninguén, nin a banca nin as Administracións», lamenta Lisardo Domínguez, secretario general de UPTA. Recuerda que las pequeñas empresas contribuyen a fijar población en el rural, donde teme que «perder as caixas, as súas oficinas» provoque «un problema social grave».

Subraya Domínguez que la vinculación de estas entidades con villas y pueblos permitía que el crédito fluyera -«os directores eran da zona, sabían de todo e coñecían os riscos, por iso a morosidade é baixa»-, y advierte que «agora chegarán os bancos con criterios de banca e os clientes vano sufrir».

Un 20% menos

Según la última estadística del INE, en el 2009 había en Galicia 198.874 empresas. Teniendo en cuenta que el número de grandes empresas (más de 250 trabajadores) se mantiene estable en torno a las doscientas, la cifra de pymes habría caído a los niveles de antes de la crisis. Las pymes superaron las 203.000 en el año 2008, pero ya con un crecimiento de apenas un 0,9% respecto al ejercicio anterior. En el 2009 comenzó la tendencia descendente (-2,1%), que de continuar en esa proporción supondría una pérdida de casi 5.000 pequeñas y medianas empresas durante el 2010.

Las pymes capean la crisis sin el amparo del crédito, que en el conjunto de España cayó un 20% el año pasado, según la estadística de préstamos a sociedades no financieras del Banco de España para créditos de hasta un millón de euros. Una caída que se suma a las registradas en los dos ejercicios anteriores: del 9,5% en el 2008 y del 26,7% en el 2009. En general, y según una encuesta del Consejo General de Cámaras, el volumen de la financiación y los plazos de devolución se reducen; mientras que aumentan el coste (tipo de interés), las exigencias de garantías y el tiempo de respuesta de las entidades.

«La falta de liquidez es una queja generalizada entre las pymes gallegas -advierten fuentes de la Confederación de Empresarios de Galicia (CEG)-. Desde el pasado año esta situación se ha agravado con los procesos de concentración en los que han estado inmersas las entidades financieras, obligadas a preocuparse por su propio futuro, lo que se traduce en menos recursos para empresas y particulares».

Ante las dificultades, indica la CEG, los empresarios han optado por medidas «que les permitan mantener en pie sus negocios aunque sea con una estructura mínima». Las empresas se «han recogido», reducen plantilla y posponen proyectos.

Confianza

Desde el Igape, Joaquín Varela, su director general, reconoce que «en el día a día palpamos que el crédito se retrae y se complica el acceso, pero quizá hay más preocupación de lo que aconsejarían las cifras». En su opinión, «de lo que se trata ahora es de generar confianza, y las pymes no lo consiguen porque quizá no cuentan con los instrumentos adecuados para presentar una visión de futuro de negocio». El Igape, explica, ha creado una herramienta para ayudar a las compañías «a saber negociar».

Los créditos oficiales (como los del ICO) aumentan sus fondos y aligeran trámites, «pero el tiempo de tramitación es excesivos. Tres meses puede ser demasiado tiempo para atender el pago de la nómina o el alquiler», constata Francisco Javier Pérez.

El Igape ya avala hasta el 100% en un convenio con las sociedades de garantía recíproca, encargadas de intermediar entre la empresa y la banca.

En Galicia trabajan dos de estas sociedades: Afigal (en A Coruña y Lugo) y Sogarpo ( Ourense y Pontevedra). Sogarpo formalizó el año pasado 1.725 avales. Se incrementó el número, pero la cuantía (41,3 millones) se desplomó respecto al año anterior (veinte millones menos). El importe medio de los avales pasó de los 70.000 euros del 2009 a los 29.300. La gran mayoría, uno de cada diez, se acogieron a líneas de avales del Igape, cuando hace apenas tres años los convenios libres eran el triple. «Las Administraciones han intentado contrarrestar el escaso crédito concedido por las entidades financieras. Pese al esfuerzo, no tienen capacidad para suplirlas y paliar la escasez», concluyen desde la CEG.

«La reforma financiera consiste en que antes la banca daba crédito y ahora no»

«Pese al esfuerzo, la Administración no tiene capacidad para paliar la escasez»