Salgado: «España no es Grecia»

Tatiana López

ECONOMÍA

La ministra defiende en la cumbre del FMI la solidez de la economía española y las previsiones del Gobierno

25 abr 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

«España no es Grecia». Así de contundente se mostraba este fin de semana en Washington la ministra de Economía Elena Salgado, horas antes del inicio de la reunión de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) y a la que acudía también en calidad de representante de la Unión Europea.

La visita de Salgado a la capital estadounidense, que comenzaba en realidad con su participación en las reuniones del G-20, se vio contaminada por la petición de ayuda de Grecia, cuya situación económica se ha comparado en ocasiones con la española para disgusto del Gobierno socialista. Los rumores continuaban ayer en la sede del FMI a pesar de los capotes echados por el director de la organización, Dominique Strauss-Kahn, así como por el presidente del Banco Central Europeo, Jean Cleaude Trichet, quien no dudó en afirmar que «la situación entre los dos países no es comparable, aunque es evidente que España debe seguir trabajando».

En el trasfondo se adivinaban las previsiones hechas por el FMI y que sitúan a nuestro país entre aquellos con menor crecimiento. Interrogada a este respecto, Salgado volvió a defender las cifras del Gobierno al asegurar: «Nuestra economía crecerá un 1,8%, tal y como habíamos dicho», aunque matizó: «Los datos siempre son interpretables».

Una sombra

La reunión del FMI debía pasar a la historia como la más importante después de la de la crisis económica y aquella en que se marcaron los límites para un nuevo orden económico. Sin embargo, la petición del Gobierno griego de un rescate económico un día antes del inicio de las sesiones eclipsó cualquier otro punto de la agenda.

El viernes, Grecia pidió oficialmente a Europa y al FMI la aprobación de un préstamo para poder hacer frente a su deuda pública, estimada en 273.00 millones de euros. La situación dramática vivida en el país heleno, donde las protestas de estudiantes y sindicatos se suceden, obligaron ayer al FMI a tomar cartas en el asunto, empezando por su propio director, que prometía acelerar en la medida de lo posible el trasvase de dinero a Atenas. «Tenemos un acuerdo para que eso suceda rápidamente», afirmó horas después el comisario de economía de la UE, Oli Rehn.

Precisamente para acelerar el proceso, el propio ministro de finanzas griego, Yoyos Papaconstantinu, viajó ayer a Washington, donde al cierre de esta edición tenía previsto reunirse tanto con Strauss-Kahn y Rehn, como con sus homólogos de Rusia, China y Brasil. En la agenda de Papaconstantinu estaba también el Secretario del Tesoro estadounidense, Timothy Geither, quien ayer volvió a pedir inmediatez en el rescate.

A esta petición se unía también el propio Papaconstantinu, quien en una breve comparecencia antes de sus reuniones aseguró que la idea de tener una deuda a largo plazo con la UE y el FMI no es algo que sea del gusto de su Gobierno, pero que lamentablemente «no existía otra opción».

Riesgo de contagio

Tampoco parecen tener otra opción los países donantes o el propio FMI, a los que la posibilidad de que el problema griego se extienda por el resto de Europa preocupa, pero no alarma, tal y como dejo claro Trichet: «No es algo que esté del todo descartado, aunque lo más importante es que todos los países europeos sin excepción deben trabajar tanto en las reformas estructurales para mejorar tanto en el crecimiento como en el plano fiscal». Desde el principio, la Unión Europea había ofrecido aportar 30.000 millones de euros para la recuperación de Grecia, mientras que las primeras estimaciones afirman que los otros 15.000 saldrán del Fondo Monetario Internacional. Y esto, con la clara oposición de Alemania, que nunca ha visto con buenos ojos el rescate.