Dos décadas del pulmón verde de Lalín

Rocío Perez Ramos
Rocío Ramos LALÍN / LA VOZ

LALÍN

Rocío Ramos

Son 21 hectáreas de espacio de esparcimiento para un escaparate plagado de encantos

26 sep 2021 . Actualizado a las 20:15 h.

El 16 de septiembre del 2001, hizo ahora dos décadas, se inauguraba la segunda fase del Paseo del río Pontiñas con el que se completaba el recorrido del pulmón verde lalinense. Una infraestructura de esparcimiento de lujo que empezó su andadura años atrás. El 4 de octubre de 1996 Xosé Cuíña, entonces conselleiro de Política Territorial, acompañaba al alcalde, José Crespo, en el acto de inicio de las obras del paseo. Unos trabajos que contaban con una inversión de 360,4 millones de las antiguas pesetas para el acondicionamiento del tramo comprendido desde el puente bajo la actual avenida Xosé Cuíña hasta el auditorio, en cuya zona se creó el lago. Para la inauguración de la parte más urbana del paseo habría que esperar al 27 de septiembre de 1997. La celebración contó con la presencia de la Real Banda de Gaitas de la Diputación de Ourense que interpretó el himno gallego e incluyó también una suelta de patos.

La segunda fase llegaría años más tarde con un acto de estreno que incluyó el recorrido de unos dos kilómetros por parte de la comitiva de autoridades acompañada por varios grupos de la Banda de Lalín y la formación de acordeones de Campelo, seguida de un concierto folk bajo los robles. Por faltar, no faltó ni una queimada popular.

Las cifras demuestran la magnitud de este proyecto. El paseo suma 210.000 metros cuadrados. La primera fase comprende 85.000 metros cuadrados urbanizados desde la Circunvalación al lago del auditorio. Con el tiempo se fueron sumando otros terrenos. Los últimos, los del Monte da Pena, al lado de Carrefour. Cuenta con un mirador, un lugar para el esparcimiento donde antaño rugían las motos en las pruebas de enduro. Un área de recreo a la vera de la Ronda Este de Lalín que aprovechó terrenos municipales en desuso para continuar en el proyecto de Cinto Verde, gestado al calor de la estrategia Edusi con fondos europeos que empezó a gestionar en el 2018 el anterior gobierno y se acabó el pasado año. Unas infraestructuras a las que se sumaría también una escalera de 106 escalones que comunica el paseo con la zona de Donramiro.

El Paseo Pontiñas continúa siendo un lugar de encuentro que acoge a diario un importante número de usuarios. El espacio verde está limitado perimetralmente con vallas realizadas con postes de madera torneada, de pino tratado. Se mantuvieron las especies de árboles existentes en este paraje natural y que incluyen una larga lista de la que forman parte alisos, abedules, sauces, olmos, robles, carballos negrales o cerquiños, endrinos, castaños, fresnos y laureles, entre otros.

A lo largo de su historia se llevaron a cabo diferentes plantaciones en la zona. La más reciente, este año, estuvo a cargo de los alumnos del taller de empleo Foresta Lalín II que plantaron 55 fresnos, 78 alisos, 47 abedules, 22 robles, 29 olmos, cinco avellanos, dos sauces, 15 mimbreras y otros quince cerezos de monte.

El paseo, financiado por la Xunta de Galicia, tiene unos cuatro kilómetros de recorrido que van desde el entorno del auditorio municipal hasta cerca del polígono industrial Lalín 2000 abarcando varias áreas de juegos infantiles, dos lagos y un parque biosaludable. El recorrido suma más de 15 puentes, una docena de molinos, una fuente y algunas frondosas carballeiras. El recorrido finaliza en el lago do Espiño. La creciente vegetación en los últimos años hace esta lo cubra todo no dejando ver ya el agua, lo que convirtió a la zona en un humedal, hábitat de numerosas especies.

Obra propia de los faraones

El 7 de mayo del 2013, el Concello de Lalín y Augas de Galicia, firmaron un convenio por el cual Augas de Galicia cedió el uso y la gestión del mantenimiento y la conservación de la obra. Hace 20 años, con motivo de la inauguración de la segunda fase que completaba el paseo, en La Voz se calificaba la iniciativa como «una obra propia de los faraones». Y no era para menos porque hablamos entonces de más de 5.600 metros cuadrados de zona verde, 6.000 metros para peatones, cerca de 8.500 metros para ciclistas en un paseo jalonado por 278 puntos de luz que contaba en aquel momento, en ese tramo, con 69 bancos de piedra, siete refugios de madera, diez puntos de pesca, un embarcadero, un estanque, cinco áreas de esparcimiento y diez barbacoas.

En ese momento una de los elementos que más llamaban la atención era la gran mesa de 33 metros que lucía en el paseo y que fue trasladada, junto con las esculturas que la acompañaban en el espacio donde estaba ubicada a la carballeira de O Rodo, una vez que una sentencia judicial obligó al Concello de Lalín a devolver la carballeira de A Crespa a su propietario.

Pagos millonarios por sentencia judicial y un mantenimiento exigente que no es fácil

Una gran infraestructura como es el Paseo Pontiñas conlleva también obligaciones y exige un mantenimiento constante que no siempre es fácil. El gobierno anterior habilitó una brigada específica para su cuidado y en estos momentos se inició la selección de los alumnos-trabajadores de un nuevo taller de empleo dual que tiene como objetivo el mantenimiento del paseo y que se suma a los trabajos desarrollado por los participantes en el Foresta Lalín II que acaba de clausurarse. Hubo plantaciones frecuentes a lo largo de su historia y también limpiezas como la del gobierno anterior, que erradicó una gran cantidad de invasoras.

Aunque nadie duda de los importantes beneficios del Paseo Pontiñas que forma parte de las señas de identidad de Lalín y un espacio del que presumir, el proyecto, como muchos otros, no estuvo exento de problemas.

En la inauguración de la primera fase el alcalde, José Crespo, recordaba el mal trago de las expropiaciones. Un mal trago que no se quedaría ahí y que, finalmente acabaría teniendo mucho recorrido con reclamaciones y denuncias judiciales de parte de los propietarios de los terrenos, descontentos con el precio abonado en su día. Estos, tras años de espera, acabaron cosechando sentencias favorables que obligaron a la Xunta a desembolsar varios millones de euros.