Cuando se sueña con balones ovales

Javier Benito
javier benito LALÍN / LA VOZ

DEZA

miguel souto

Castro lleva más de 2 décadas vinculado al rugbi, como jugador, técnico, directivo y ahora árbitro

28 jun 2019 . Actualizado a las 11:39 h.

El rugbi corre por las venas de Santiago Castro Villar, Santi, como le conocen todos en el mundillo deportivo. Una pasión inoculada a los quince años -hace ya veintitrés- por José Couso, profesor en su instituto de Lalín, en el otoño del 96. Había practicado ciclismo, fútbol,... pero sin estar convencido de que fuera su futuro deportivo. Probó con el balón oval y hasta hoy. Por entonces el Coreti Lalín creaba un equipo cadete, incorporándose Santi Castro a sus filas hasta que a los 35 años decidió dejar su práctica activa salvo algún que otro partido de veteranos. Pero no el rugbi, donde también ha ejercido como entrenador y directivo en el club rojinegro y, desde febrero, suma el arbitraje con título nacional.

Sobre el césped, Castro casi siempre jugó de pilier en la primera línea, «salvo nalgunha ocasión que baixei de peso e tiven outras posicións». Ya como juvenil, sus aptitudes le auparon al primer equipo, alternándose en ambas categorías antes asentarse como sénior. Fueron diecinueve años en el Coreti Rugbi Lalín con tres únicos parones. Estuvo un año sin jugar para preparar una oposición y otro por una lesión de rodilla. Se sumó más de medio año que militó en el Universidade de Vigo en División de Honor B, pero con escaso protagonismo por una lesión de menisco, con pocos partidos, que le llevó a regresar a casa. Pesaban a sus 27 años de entonces los tres días de viaje a la semana para entrenar, los partidos y la familia, ya nacido su hijo mayor. «Foi unha pequena aventura, unha experiencia máis, porque nesa categoría hai máis ritmo, pero tiven moi pouco protagonismo», rememora Castro.

«Sempre coidei moito a alimentación, e asistía a todos os adestramentos, porque me gustaba: en vinte anos puiden faltar dous ou tres días», explica este fornido deportista, en una inmejorable forma física, algo que también exige su profesión de bombero. Con el Coreti Lalín estuvo en nacional, en Primera, a la que ascendían en la temporada 2000-2001 con Santi Castro ya en el primer equipo. Hubo un sube y baja entre esa categoría y la Primera Gallega, donde se asentó en los últimos años. Ya en la recta final de su trayectoria como jugador, con 32, compaginó esa faceta con la de entrenador. Un problema de salud del entonces técnico, Santi Amorín, llevó al club a pedirle que asumiese ese rol -había estado un año dirigiendo a los juveniles- al no encontrar otra alternativa «aunque eu non me considero adestrador, pero estiven tres anos».

Tiene claras sus preferencias: «Sen dúbida non hai nada como xogar, nin adestrar nin ser árbitro; encántame esta última faceta, gozo moito con ela, pero nada como xogar». Pitar le llamaba la atención ya durante los partidos, alternando dos años esas dos facetas. Ahora está enganchado al arbitraje. «Non se esixe moito, só ver moito rugby, algo que fago habitualmente, amais de seguir estudando, e agora polo salto a nacional facemos constantes exames e visionado de vídeos, e así estou ao día, e, ao seguir ligado ao rugby, non boto tanto de menos xogar», reconoce.

En septiembre comenzará de forma ya continuada a arbitrar en División de Honor B, aunque ya estuvo en algún partido de nacional y, por ejemplo, irá en unos días a Ribadeo, a pitar en el campeonato de autonomías femenino en categoría Seven. Seguirá así vinculado a su pasión: «A xente di que somos monotemáticos, estamos sempre falando de rugby, e eu intento ver partidos case todos os días, engancha».

A Santi Castro una carambola le llevó al salón de plenos durante ocho meses, en la recta final del anterior mandato y en el grupo de gobierno. ¿Qué departamento coordinó? Deportes, claro, por si alguien albergaba alguna duda. «Foi unha boa experiencia», recalca. Pero por incompatibilidad tuvo que dejar la directiva del club, otra de las múltiples facetas protagonizada por Santi Castro. Ahora regresará también a esas tareas, en las que lleva en torno a seis años. Resta valor a tanto trabajo por la entidad rojinegra, «é algo habitual nos clubs pequenos». Pero el Coreti Lalín tiene ya un prestigio ganado en Galicia en sus más de tres décadas de historia en categoría masculina, dos largas en féminas. Un centenar de fichas avalan el interés que despierta este deporte, con el objetivo de seguir potenciando la base, en un municipio como Lalín, de poco más de 20.000 habitantes y con competencia dura en el balonmano y el fútbol.

Recuerda con especial cariño la final de Copa del 2008, tras derrotar al CRAT de División de Honor B en semifinales, que perdieron ante el Universidade de Vigo, o el ascenso a nacional como club. También su presencia constante en campeonatos de España con Galicia. Pero sobre alaba el compañerismo, con la amistad surgida en una generación donde coincidió con Santi Amorín, Pachi, Pablo, David, Bilí, Miluko... y algunos más. Porque Castro sentencia: «No rugby dependes moito do que tes ao lado, e iso estreita moito os lazos e fai que remates facendo amigos».