El Madrid despacha al Mallorca y el clásico decidirá la Supercopa (3-0)
DEPORTES
El equipo blanco, fresco y vertical, gobierna con suficiencia el partido, con goles de Bellingham, Rodrigo y Valjent en propia meta, y se enfrentará al Barcelona el domingo en la final de Arabia Saudí
12 ene 2025 . Actualizado a las 11:33 h.La Supercopa, el hermano pobre de los torneos españoles, arde en Yeda. Con un clásico en la final y con el Barcelona y el CSD enfrentados no ya en los despachos, sino ahora en los palcos, a la Liga y la Federación. Para que todo el morbo encaje, con Olmo en el campo y Florentino Pérez guardando silencio sobre el último conflicto, el Madrid apabulló al Mallorca en la segunda semifinal. El primer gol lo hizo Bellingham, el segundo Valent en propia meta y el tercero Rodrygo después de un centro estupendo de Lucas Vázquez, pero el asedio lo protagonizó todo un equipo que miró siempre hacia la portería contraria. El Madrid y el Barcelona reeditan el pulso infinito en la final del domingo (Movistar Plus +, 20.00).
En la Supercopa de Arabia, entre jeques en las gradas, el Madrid salió dispuesto a lucir toda la exuberancia de su repertorio, con la excepción de Modric, descartado por un virus. En una tormenta sobre la portería del Mallorca que no se tradujo en goles hasta el minuto 63 casi de milagro. El orden de Jagoba Arrasate permite sacar el mejor rendimiento de sus equipos, pero aún no se le conoce la capacidad para obrar milagros. Porque el Madrid fue más que ninguna otra cosa vertical. Con Bellingham, con Vinicius, con Rodrygo, con un Mbappé tan motivado que pedía más griterío a un público ya entregado. Y con Lucas Vázquez soberbio para terminar el partido corriendo toda la banda y sirviendo el centro del tercer tanto.
Durante los primeros 18 minutos, todo el juego se inclinó sobre la portería de Greif. Entonces el capitán del Mallorca, Dani Rodríguez, empezó a pedirla, brazos en alto, hasta que alguien le vio, se ofreció en un desmarque a la derecha, centró al área y Larin remató fuera.
El Mallorca ya estaba en el partido, para intentar hacer más daño al Madrid el resto del primer tiempo, sobre todo, al contragolpe. Porque el control del juego siguió en manos de los cuatro de arriba del Madrid. Aunque disparaban con balas de fogueo.
Sin goles se llegó al descanso, pese a que el Madrid chutó 15 veces, y con una tensión no resuelta entre Maffeo y Vinicius, con algunas cuentas pendientes a estas alturas. Uno buscaba al otro, el otro exageraba, el árbitro ponía paz... Y así en bucle. Tal para cual, sin que ninguno picase de verdad a las provocaciones del otro.
El partido —ya sin Tchouameni, retirado después de un golpe que lo dejó grogui unos instantes— cambió en el 63. Mbappé arrancó con potencia por el centro, abrió a la derecha a Vini, su centro lo cabeceó Rodrygo al palo, el rechace lo desaprovechó el francés y Bellingham acabó metiendo el primer gol entre la maraña de piernas del Mallorca. Literal. Porque entró de caño en medio de las de Greif.
Con la tranquilidad de verse con el marcador a favor, el Madrid apenas dejó ni respirar aun Mallorca fundido por el esfuerzo de correr detrás del balón. El segundo gol hizo algo más de justicia al espectáculo, aunque lo marcase Valjent en propia meta, y el tercero premió el despliegue de Lucas, firme en los dos extremos del carril derecho, y Rodrygo.