David Vidal: «A mí ya me pasó el sol por la puerta»

DEPORTES

El entrenador gallego acaba de vivir un descenso con el Guadalajara

29 may 2016 . Actualizado a las 16:16 h.

Me cito con David Vidal (Portosín, 1950) en una céntrica cafetería de A Coruña. A lo largo de la entrevista se incorpora a la mesa un amigo y, más tarde, su hermana, que se toma un café y se va, no sin antes haber puesto de verano a la profesión periodística. Nada importa. Hablar con David Vidal es simplemente delicioso. Y eso que acaba de vivir un descenso con el Guadalajara.

-¿Cómo se encuentra?

-Muy bien. Físicamente me pongo un notable.

-Lo decía por el descenso.

-Nah. Ya estoy curado de espantos. Además, solo fue por un gol. Ponga ahí que David Vidal pierde con gallardía. Hay que saber perder.

-Usted solo jugó dos temporadas en Segunda División.

-En Segunda, sí, pero yo llevo en el fútbol desde 1967. Y en Portosín con 15 años ya jugaba. Iba al monte a cortar los pinos para poner las porterías en la playa. Pero es verdad que fui un jugador vulgar.

-Alguna vez ha dicho que quería escapar de su destino como marinero.

-¡Ja! Mi padre y mi hermano ya tenían preparado un barco para mí. A los 17 me fui voluntario a la mili. Cuando volví a casa le dije a mi padre: «Se presenta el cabo Vidal». Y él me contestó: «¡Qué decepción! Siempre pensé que irías por la Marina». Pero yo ya estaba cobrando 10.000 pesetas en el Fabril. Si hubiese sido marinero, el mar ya me habría tragado en Finisterre.

-¿Qué hace viviendo en Cádiz un vecino de Portosín?

-Cuando estaba en el Deportivo me marché y aún tenía contrato.Me ofrecieron dos posibilidades: el Alavés o el Cádiz. Y elegí el sol. Soy Leo, amigo. Pero vengo todos los años. Tengo la suerte de tener aquí a mi madre, a mi hermana...

-Mire y eso de ser tan directo, de decir las cosas según le vienen, ¿le ha traído más alegrías o más disgustos?

-Más cosas buenas. Es verdad que pude entrenar a algún grande. Pero tengo la conciencia tranquila y duermo como un bebé. Tengo salud, me he reencontrado con todos mis hermanos y la cartera no me aprieta. Soy feliz.

-¿Cuál es el mejor futbolista al que ha visto jugar?

-Yo he visto a Cruyff y a Maradona. Pero conviví nueve años con Mágico González y hacía cosas que no he visto hacer a ningún otro ser humano. Conducía la pelota a toda velocidad y frenaba en seco. Tenía una calidad excepcional. A veces, en Cádiz, me gritaban «¡Gallego, fuera!», porque lo tenía en el banquillo. ¡Pero es que llevaba 28 días sin venir a entrenar! Ahora cobra un sueldo de la FIFA por ser el sexto mejor jugador del mundo.

-Alguna juerga se correría con él.

-No. A mí me enviaba la directiva por la noche a que lo vigilara.

-Ja, ja, ja.

-No se ría, que es verdad.

-¿Ya ha ido a bucear?

-Sí, sí. En la isla de Creba. Cogí pintos y maragotas. Una vez en el Estrecho le disparé a una corvina de 40 kilos y me arrastró. Se llevó el arpón y todo.

-Si pudiera elegir ¿con quién le gustaría ir a cenar?

-No es por hacerle la pelota, pero iría con la persona que me hizo feliz. Con mi profesor Arsenio Iglesias. Él fue el que me dio el empujón que necesitaba para para hacerme futbolista.

-Usted fue seminarista.

-Estuve siete años. Éramos 150 y solo uno salió cura. Nos juntamos todos los años. Yo era el peor estudiante pero me respetaban mucho, porque era el entrenador. Había uno que le enviaban chocolate de casa. Cuando le llegaba el paquete le pedía dos tabletas a cambio de ponerlo en el equipo. De aquella ya nos vendíamos, ja, ja, ja.

-Ese bigote, ¿Nunca se lo ha apostado? ¿se lo ha quitado alguna vez?

-El bigote es intransferible. Me da mi pequeña personalidad. Lo llevo desde que me casé. Me lo pidió mi mujer y es la única vez que le he hecho caso.

-¿De todos los que ha visto, cuál es el lugar que más le gusta?

-Las Rías Baixas. Es un lugar único en el mundo. Yo soy un enamorado de mi tierra. Eso sí, me ha dolido un poco que nunca me llamaran para entrenar al Deportivo. Es una espina que tengo clavada. Pero pequeña. Una espinita.

-Pero usted ha dicho que se siente bien, que no se piensa retirar. Aún pueden llamarle.

-Nah. A mí ya me pasó el sol por la puerta. Yo tuve un momento de lucidez en los 90, pero ahora ya no.

-¿Qué es lo más importante en la vida?

-La amistad es lo más importante. Pero ojo, que algunos te pueden traicionar. Vivir en paz y que la gente se divierta.