A los críticos de Mourinho les sorprende que se queje de no tener plantilla cuando precisamente él es el máximo responsable de las altas y las bajas desde que cortó la cabeza de su enemigo Jorge Valdano. Si el grupo es corto, ya que el luso no cuenta con jugadores como Varane, Carvalho o Kaká, la responsabilidad es suya. Si mantiene titulares a hombres que ve en baja forma o con la mente en otras cosas, el asunto también es de su incumbencia. Y si el centro del campo no fabrica juego es quizá porque Mou no se ha atrevido hasta ahora a apostar juntos por Modric y Özil e insiste con Khedira, un tipo abnegado que en el Pizjúan jugó de tapón, de enganche, de volante derecho y al final, tras la marcha de Arbeloa, de lateral.
Mourinho ha tensado la cuerda de tal forma que el choque de Liga de Campeones de mañana ante el Manchester City se puede convertir en un plebiscito, con la plantilla y el banquillo en el punto de mira. Sabido es que el público de la Champions acude en masa al Bernabéu desde otros lugares de la geografía española, es más festivo y animoso y menos crítico que el de la Liga, pero la afición tendrá que pronunciarse.
Si todo marcha bien, seguramente no habrá ningún problema. Pero si a los de Manchester les da por adelantarse, llegarán los pitos. El entrenador ha puesto a los jugadores en la picota.