—Pero era traviesa.
—Es cierto que siempre fui una niña muy traviesa. Luego eso me llevó a que hubo que luchar sobre todo por lo que no te parece sano, por aquello que te parece un abuso… A lo largo de mi vida hubo determinadas condiciones que me facilitaron muchas cosas. Algunas veces dependes de otras personas que son un poco abusonas para poder tener un trabajo o conseguir ciertas cosas. Cuando me pongo en ese papel me da mucha rabia y lucho mucho.
—Dentro de esa causa está también la feminista.
—Me encontré con cabezas más cuadradas y machistas en la ciudad que en la aldea. No lo sufrí porque no me sometí a sufrirlo, pero sí luché contra él dentro de gente que se consideraba muy formada. Y sí, formación teórica mucha, pero de cabeza no había avanzado nada.
—¿Qué es lo que le da fuerza en el día a día?
—Siempre fui muy vitalista. Me gusta vivir, me gusta la vida. La vida ancha, no larga. Tengo la suerte de tener una familia que me ayuda, unos amigos y una hija maravillosa… Eso es la vida. Además del licor café y la bica de Castro Caldelas, que eso también tira y da fuerza.
—Si tuviese que elegir un lugar en el que es feliz, ¿cuál sería?
—Donde te sientes niña es donde naciste. La Olguita de siempre es en mi tierra, con mi gente. Donde tienes tus pies es allí.
—¿Qué impresión cree que causa a la gente?
—Hay muchas referencias externas mías, a nivel de Ourense. Unos me juzgan de un modo y otros todo lo contrario.
—¿Y cómo es realmente?
—Yo soy muy de los míos. Humilde y de luchar.
—Lo importante en la vida es...
—Vivir, vivirla.