El documental «Entre la roca y la ola», rodado en la Costa da Morte y ópera prima del director coruñés Manuel Lógar, llega este viernes a los cines gallegos
20 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.«Peso cien kilos, pero me tengo que mover como un chaval de cuarenta. Al que se queda parado el mar se lo lleva». Así, en el frágil equilibrio entre la roca y la ola, se desarrolla la actividad de los percebeiros, ligeros y atentos para que el mismo «demonio» que te regala sus frutos no te arrastre y te quede la vida.
Es uno de los testimonios del documental de Manuel Lógar (A Coruña, 1993), titulado precisamente Entre la roca y la ola. Tras su paso por una docena de festivales -en Santiago y Ourense, pero también en Irlanda, China e incluso Alaska-, la película llega este viernes a las salas gallegas, ese grial para los cineastas pero que en ocasiones es casi tan difícil como un rodaje. Ante la falta de un acuerdo entre productora, distribuidoras y equipo, los responsables de Entre la roca y la ola han constituido un canal de autodistribución, Cormorán Cinema, para que la cinta se vea en Galicia y, de momento, también en Madrid. Así evitan que «acabase en un cajón», como dice gráficamente Lógar. «Lo peor que podía pasar era recibir el no de los cines, pero, por suerte, muchos de ellos vieron con buenos ojos nuestra propuesta», añade.
Hay otros equilibrios en Entre la roca y la ola, no solo el físico y el mental de los percebeiros ante el océano. También se narra el de una economía azarosa, sujeta a los dictados de vedas y clima. La búsqueda de un retrato fiel -del mar a la lonja o a la partida de cartas- obligó a Lógar a otro equilibrio: «No buscábamos héroes ni villanos, sino personas». Su franqueza ha cosechado «buenas palabras y felicitaciones» entre unos percebeiros que acogieron al cineasta desde el primer momento, venciendo las reticencias iniciales que inspiraba un «retrato sin edulcorar». Lógar tiene claro que además de esa visión fidedigna entre sus objetivos se contaba el «destacar la importancia de buscar un modelo artesanal sostenible y de un rural sano y protegido. Los percebeiros son patrimonio cultural gallego y deberían ser tratados como tal».
En esa perspectiva desempeña un papel esencial otro nuevo equilibrio, el que busca la película entre lo documental y un enfoque próximo al lirismo. En Entre la ola y la roca ninguna escena recibe un tratamiento de ficcionalización, pero sí se moldea la atmósfera para sumergir al espectador en «un viaje sensitivo». Hay un entronque de esta poética con un cine «social crudo y áspero», en especial en el tratamiento de una catástrofe ecológica como el Prestige, que cogió a Lógar con solo nueve años pero en quien dejó una profunda huella. Una vocación social que está presente en el proyecto actual del director, Alúmina, rodado con los trabajadores de Alcoa.
Entre los proyectos para este año de Lógar también se incluye la organización de un festival en A Coruña, el Cormorán Film Fest, entre el 12 y el 17 de agosto. El director es consciente de que estos certámenes son imprescindibles para el cine independiente y trascender todo tipo de fronteras. «Que un americano en Fairbanks reflexione sobre los percebeiros y el abandono del rural gallego y empatice con sus conflictos, es algo que hace que te sientas realizado».