«Los percebeiros de ahora son fruto de la suma del Prestige y de la crisis»

Fernando Molezún A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

ANGEL MANSO

El cineasta coruñés retrata la situación de los mariscadores de la Costa da Morte en un documental

19 mar 2019 . Actualizado a las 15:24 h.

Lo que iba a ser un mero trabajo académico se le terminó yendo de las años a Manuel Lógar, joven director de cine coruñés (24 años) cuyo documental Entre la ola y la roca -en el que retrata la situación de los percebeiros de la Costa da Morte después del Prestige y la crisis-, ha sido presentado ya en diversos festivales con magnífica acogida. El último, en casa, en el Cineuropa de Santiago, tras pasar por la Seminci, Montpellier y Ourense.

-¿De dónde salió la idea de hacer esta película?

-Surgió como un proyecto final de grado. Yo estudié en la Escuela de Cine de Barcelona y me apetecía rodar algo cerca de casa. Aunque no soy de familia de pescadores siempre me atrajo mucho la figura del percebeiro, así que empecé a investigar por la Costa da Morte, contactando con gente de mar, hasta que llegué a Muxía y me di cuenta de que se trataba del lugar idóneo para hacer el documental.

-¿Qué es eso que tanto le atraía del percebeiro?

-Por un lado es un trabajador más, pero también es alguien que se enfrenta a la muerte cada vez que va a trabajar, eso le convierte en una especie de héroe cotidiano.

-Ha conseguido aportar una perspectiva novedosa sobre el asunto.

- Tuve dudas a la hora de hacerlo, porque el tema ya había sido filmado hasta la saciedad, pero una vez allí me entusiasmé. La idea era hacer un cortometraje, pero fue creciendo cada vez más, porque al llegar a Muxía me encontré con que ahí había una historia que contar, una fábula de nuestra relación con el medio ambiente. Todo con las luces y sombras de los percebeiros, que tienen muchas individualidades pero también un espíritu solidario y de cooperación único. Se ayudan entre todos, pero lo primero es darle de comer a la familia de uno, así que hay competitividad. Esa dualidad me interesaba mucho.

-¿Qué se encontró en Muxía?

-Un caldo muy removido. Hay muchos problemas económicos, percebeiros que cogen percebes más allá de la cuota, riesgo de esquilmar la zona, presencia de furtivos que vienen de fuera... Quería saber de dónde venían todas estas singularidades, y el origen está en cierta manera en el Prestige, que sacó lo mejor y lo peor de todo el mundo.

-¿En qué sentido?

-Se vio la solidaridad de un sinfín de jóvenes que vinieron a limpiar las playas, pero también hubo quien no ayudó, vecinos que se aprovecharon de la situación sin arrimar el hombro. Eso no se olvida. Y las subvenciones que llegaron tras el desastre crearon una nueva economía que con la llegada de la crisis hizo que la gente quisiera mantener un nivel de vida que era imposible siendo percebeiro. Los percebeiros de ahora son el fruto de la suma del Prestige y la crisis. Hizo que muchos se diesen de bruces con la realidad, pero demostró que cuando trabajan unidos pueden conseguir grandes cosas.

-Estuvo cinco semanas en Muxía con su equipo de rodaje. Hay grandes producciones cinematográficas que se resuelven en menos tiempo...

-[Ríe] ¡Lo sé! Pero es que como el del percebeiro es un trabajo tan irregular, que un día puedes bajar a faenar y la semana siguiente te tienes que quedar en casa, tuvimos que tomárnoslo con calma. Pasamos la Navidad allí con ellos, conviviendo en los que son los días más complicados, porque lo que trabajan diciembre supone la mitad de los ingresos de todo el año. Era el modo de meternos en su vida diaria, comiendo con ellos, entrando en su universo. Se abrieron mucho ante la cámara por la confianza que desarrollamos esos días.