De la Sota, arquitecto y referente

Xesús Fraga
xesús fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

fundacion alejandro de la sota

El Día das Artes Galegas celebra la figura de uno de los profesionales más influyentes, tanto por su obra como por su magisterio para colegas de diversas generaciones

14 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

En la aún breve vida del Día das Artes Galegas, Alejandro de la Sota (Pontevedra, 1913-Madrid, 1996) es el primer arquitecto homenajeado. Pero, sin duda, pocas figuras de este ámbito merecen un reconocimiento que es a la vez reivindicación de la arquitectura como reflexión y ejecución. De la Sota permite abarcar desde lo macro a lo micro: planificó y construyó tres pueblos de colonización en Badajoz, edificios públicos como la Delegación del Gobierno de Tarragona, deportivos como el gimnasio Maravillas o el pabellón de Pontevedra, fabriles como la central lechera Clesa, residenciales como las viviendas de la salmantina calle Prior y unifamiliares como la casa Domínguez de Poio o la Guzmán, esta última, demolida en el 2017, triste circunstancia que añade una llamada de atención a la efeméride. Pero en esta amplia y tan diversa trayectoria también abundan ejemplos de cómo el buen oficio no pasa por alto los pequeños detalles: ahí están las escaleras y barandillas de De la Sota, objeto de fascinación y obsesión y que su perfecta sencillez no ha dejado de cautivar.

Cada proyecto del arquitecto era el resultado de un esfuerzo intelectual, lo que le confería precisamente esa singularidad que lo distinguía de los demás. El lenguaje empleado cobra una especial relevancia principalmente por su capacidad para resolver con una simplicidad rotunda los problemas más complejos, pero también por el contexto histórico que le tocó en suerte, el de devolver a la arquitectura española a los razonamientos de ámbito internacional que se habían ido construyendo hasta que los truncó la guerra y el franquismo. El propio De la Sota lo resumía con una frase que también desarma con su sencillez: «Si no se hace alegremente no es arquitectura».

Discípulos

A De la Sota se le recordará en el acto que se celebra esta tarde en su Pontevedra natal (Teatro Principal, 19.00 horas), pero son muchos los discípulos que tiene bien presentes sus ideas, algunos por el aprendizaje directo en su estudio, otros, a través de libros como Escritos, conversaciones, conferencias. Esa influencia, además de materiales relacionados con su vida y su obra, puede verse en la exposición que actualmente le dedica el Museo de Pontevedra, Construirse/Construir. Testimonio también de su ascendencia es la actividad de la fundación que lleva su nombre, desde la que se divulga su archivo y se asesoran investigaciones, como tesis doctorales, y se aglutinan reflexiones y referencias en torno a la figura del arquitecto.

fundacion alejandro de la sota

Paradójicamente, la diversidad del currículo de De la Sota, así como el complejo proceso que esconde su simplicidad, hacen que sea difícil una lectura evidente o poco matizada de su trabajo. Un arquitecto que trabajó y se formó a su lado, Manuel Gallego-Jorreto, hablaba de un «hálito de misterio» cuando se celebró el centenario del maestro. Gallego-Jorreto reconocía la dificultad de concretar qué era lo que había aprendido al lado de De la Sota y prefería hablar de un ejemplo, de una actitud: «Só merece a pena aprender o que non se pode ensinar», afirmaba, citando al arquitecto pontevedrés. Algo semejante recuerda otro colega, José María Ezquiaga, decano del Colegio madrileño: «Era un maestro socrático, un experto que formulaba preguntas, más que soluciones dogmáticas». Ese cuestionamiento es algo que también transmitió De la Sota a Gallego-Jorreto, a quien aconsejó que llevase consigo una libreta para anotar cuándo se sentía a gusto e incómodo en los lugares y las razones para ello.