La nueva torre de Babel de la Escuela de Idiomas de A Coruña: «Estudo xaponés para poder entenderme coas miñas netas»

VIVIR A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

Los interesados en aprender italiano se han multiplicado en los últimos años, mientras que la demanda de alemán disminuyó tras el «efecto Merkel»

22 ene 2023 . Actualizado a las 11:15 h.

Hay idiomas que se venden solos. La cultura popular romantiza y nos mete hasta el tuétano lenguas como el francés o el italiano. Lo dice Susana Aldao, actual directora de la Escuela Oficial de Idiomas de A Coruña (EOI), al tiempo que explica que otros no corren esa suerte pese «a ser idiomas riquísimos y súper interesantes». Se refiere al árabe y al alemán, que últimamente no pasan por su mejor momento en cuanto al interés que suscitan. Algunos llamaron «efecto Merkel» al bum que vivieron las clases de alemán hace doce años, cuando se disparó la demanda tras anunciar la entonces canciller que el país germano necesitaría 100.000 ingenieros en la próxima década, y aprovechó para alabar las cualidades de los perfiles españoles.

Efectivamente, los datos de la EOI local revelan que los estudiantes de alemán del 2013 superaban la barrera de los cuatrocientos, mientras que diez años antes no llegaban a cien. Se han ido perdiendo alumnos hasta llegar a los 333 matriculados este curso. 

Este ejemplo sirve como referencia para entender que la demanda, a la hora de aprender un idioma, va en paralelo al contexto socioeconómico del país o países que hablan esa lengua, y al tirón cultural que tengan esos lugares en cada momento. Así, se entiende que la EOI incorporase el chino y el japonés a su oferta hace más de diez años, y que el español para extranjeros, habida cuenta de la inmigración, haya tenido que ampliar clases para dar respuesta a la cantidad de foráneos —ahora un buen puñado son ucranianos— que necesitan aprender el idioma de su nueva residencia. El gallego también vive un gran momento, pues más allá de aquellas personas que lo necesitan para opositar o profesores que lo requieren para los concursos de traslados, «hay muchos sudamericanos que se animan porque no les resulta demasiado difícil, pero también gallegos que se apuntan para mejorar, sobre todo, el vocabulario», comenta Aldao.

La reina de corazones de las lenguas sigue siendo, como era previsible, el inglés, que sigue teniendo el mayor tirón. En el gráfico que ilustra esta información puede parecer que se ha disparado su demanda, pero esto se debe a que en los últimos años la EOI ha ido abriendo secciones que ofertan inglés en Culleredo, Arteixo y Carballo, y las plazas se cubren en su totalidad prácticamente todos los años.

Si el inglés no da grandes titulares, el japonés ha supuesto toda una revolución en esta escuela. En primer lugar porque ha generado muchísimo entusiasmo entre sus alumnos, cuyas variopintas edades enriquecen las aulas, y porque son perfiles muy definidos que se entregan por completo a la lección. «En su mayoría son chicos de 16 o 17 años que empezaron a aprender japonés de manera autónoma, motivados por la cultura animepero es llamativo porque también hay gente de más de 50 que lo estudia por razones muy curiosas». Es el caso de Carlos García Casas, un jubilado de Outes que tiene a parte de su familia viviendo entre Fukuoka —la ciudad de la canción de Juan Luis Guerra, aclara— y Nagasaki.

Carlos García Casas tiene 66 años y estudia japonés
Carlos García Casas tiene 66 años y estudia japonés

«Alí están o meu fillo a súa muller, que é xapones, e dúas das miñas netas, que non saben falar castelán», comenta este exmaestro de 66 años, que decidió ponerse en serio con el nipón para comunicarse con las niñas. Y tan en serio, pues tras varios años aprendiendo este idioma en la EOI, en primavera se marcha a Japón a hacer un curso intensivo en el que estudiará cuatro horas al día durante varios meses. Esta apuesta le ha resultado de todo menos sencilla, pues el japonés es un idioma complicado que al principio le trajo por la calle de la amargura. «Levaba sempre os apuntes no pantalón para ir consultando cando saía a pasear, sempre estaba pensando no xaponés», admite. Y, pese a todo, aún reconoce que apenas puede mantener una conversación con esas niñas a las que se muere por ver. 

Estudiar en la EOI a Carlos le ha dado vida. Así lo manifiesta, y asegura que parte del éxito de este tipo de docencia es que mezcla gente de todas las edades, «porque normalmente na vida hai compartimentos estancos; por un lado, os maiores, por outro os adultos e logo a xente máis nova. E a min comunicarme con xente doutras idades enriquéceme a vida», remata.