Como tampoco cabía en el plan de urbanización de Zalaeta el enorme hospital de Caridad, fundado en el siglo XVIII con el legado de Teresa Herrera y del que salió la mayor campaña de salud pública de la historia, la expedición de la vacuna de la viruela sostenida por 21 niños expósitos y la enfermera Isabel Zendal. En 1956 el edificio se tiró, también aquí con salvedades: las pilastras neoclásicas de su fachada pueden admirarse hoy en la ampliación de la Casa Cornide en la calle Veeduría costeada por el Ayuntamiento para la familia Franco, y las arcadas de su patio lucen en las trasera del instituto Eusebio da Guarda, con vistas a Riazor.
En el proceso de construcción de la ciudad, las arquitecturas desaparecidas en la segunda mitad del siglo XX son inagotables. La casa de baños La Salud de Riazor, la Imprenta Roel, la gasolinera de Cuatro Caminos, el edificio del Circo de Artesáns, la iglesia de los jesuitas, el mercado de hierro de la plaza de Lugo. Y al menos otras dos pérdidas mayores, escasas pero fatales, que no podrán sustituirse: la playa de O Parrote, el lugar donde desembarcaron fenicios, romanos y de ahí en adelante lo que se quiera imaginar, y el río Monelos, cuna de las lavanderas que aún existe, pero para disfrute de los habitantes subterráneos de la ciudad.