Donde el San Xoán se prepara como una boda

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Marcos Míguez

Las pandillas de jóvenes comenzaron a reservar parcelas en el Orzán desde la una de la madrugada

24 jun 2018 . Actualizado a las 08:16 h.

Hay quien va al San Xoán cuando las sardinas ya están frías. A última hora. Fresco como nadie. Cuando su pandilla o sus parientes ya se han dejado el lomo carretando maderas, se han chamuscado bajo el sol por coger un buen sitio en la playa o se dejaron la extra en el churrasco y las sardinas. Lo sabe bien María García, que tiene un amigo que «llega a última hora y aún encima tiene cara para opinar». Pero hay otros sanjuaneros, la inmensa mayoría, que prepara esta fiesta mejor que su boda. Paula, Clara, Daniela, Sofía, Ruth, Coke, Hugo, Jorge, Damián, Brais y Luis se organizaron. Como casi todas las pandillas. Unas madrugaron para estar a las 5 de la madrugada en la playa para reservar parcela. Las más codiciadas eran las que se encontraban entre las banderas 4 y 5. Por la mañana, otro retén de jóvenes reemplazó a las primeras para que pudieran descansar y los chicos asumieron la recolecta de madera y la construcción de la hoguera. «Todos los años hacemos lo mismo, pero es que este fue una pasada. Cuando llegamos ya había muchísima gente», cuenta Clara. Como Luis, Fernando y Rubén, que llegaron a la playa a la una de la madrugada. «Vinimos de reenganche», dijeron al mediodía, 11 horas después. Y ahí seguían, a la espera de un relevo que no les daba llegado. Vamos, que antes de que saliera el sol, en el Orzán no quedaba ni un hueco. No como en Riazor, playa que tradicionalmente recibe a las familias y gente de mayor edad.

Un día perfecto

Fue de nuevo un espectáculo único ver una ciudad ahumada, de Labañou a los Castros, de Mesoiro a Monte Alto. Todos entregados, acarreando maderos, alineando sardinas en la parrilla, levantando hogueras, asando, descorchando botellas, bebiéndolas... ¿Agotador? No, estimulante. Fue una noche de escándalo. El San Xoán del 2018 se recordará porque lo tuvo todo. Día soleado, era sábado, hoy no se trabaja y todo estaba muy bien organizado. Con sus baños, sus papeleras, el reparto de madera, la seguridad...

En San Xoán, la infraestructura es tan importante como la sardina. La impaciencia es otra de las características del San Juan coruñés, que pasa del reloj y se empiezan a prender las parrillas a las ocho de la tarde. Y claro, a las diez de la noche las sardinas parecen helados.

El que no se apaga es el vino, que volvió a hacer estragos. Se notó en las guitarras, que sonaban a trompetas. La juventud aliñaba sardinas con vino y muchos terminaron merluzas.

Riazor y Orzán aparte, todos los barrios tuvieron su sardiñada. O más. Llamaba ayer la atención la fiesta que organizaron en el Birloque. Donde se lo pasaron bomba más de 300, que no dejaron ni las espinas de los 200 kilos de sardina que asaron y otros tantos de carne. «Empezamos hace unos años y ahora es una tradición», explica Alberto Temprano. Una buena tenían montada también en el barrio de las Flores, donde dos bares invitaban a sus clientes y estos no pudieron ser más agradecidos, pues dejaron los platos brillantes.

En Novo Mesoiro no lo hicieron juntos, pero el barrio estaba salpicado de pequeños grupos. Como en el Ventorrillo o el Agra del Orzán. Se veía que algunos entendían de hogueras. Cocinaban sobre sus cenizas como si fuera la vitrocerámica. Pero otros asaban sardinas como si friesen churros. «Mira, en San Juan es el único día del año que mi esposo cocina, y así le va», comentaba la esposa de uno de los organizadores de una sardiñada en Novo Mesoiro.