Ritmo de los Kilomberos de Monte Alto desde su roca «de siempre»

Toni Silva A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

Marcos Míguez

24 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Entre el cielo del paseo marítimo y las llamas de la playa, los Kilomberos se encuentran en el purgatorio de las rocas. Sus rocas. Las de siempre. Ya nadie se atreve a discutirles este rincón de la playa del Orzán pero, por si acaso, desde ayer muy temprano lo acotaron con su pancarta actualizada en la que se puede leer que estos locos de la percusión llevan 22 años animando las fiestas locales. Justo a sus pies, en esa parcela de arena se alza siempre una barra de bebidas. La elección del lugar es puro márketing: donde están los Kilomberos hay fiesta y donde hay fiesta la gente quiere vender. «Y a nosotros nos invita, será que le traemos gente», explica Pily Ferreiro, la presidenta del grupo.

Con camiseta azul y pantalón negro, los treinta miembros bajaron de Monte Alto poco antes de las diez de la noche, cenados de casa, para comenzar con el empuje sonoro.

-¿Y cómo distinguís las piezas? ¿Qué nombres les dais?

-Les llamamos por número o nombre, por ejemplo, decimos «tocamos corte 4 o Dieguito. O Manolito, o El Vikingo o Follow the leader… En cuanto el director de orquesta lanza el código, los Kilomberos multiplican por 30 un mismo sonido que se hace audible desde allí hasta el estadio de Riazor. Algunos paseantes junto a la fuente de los surfistas se tapan los oídos. Los Kilomberos son como las hogueras, mejor tomar cierta distancia para disfrutarlos.

Tras tocar aún tuvieron fuerzas para limpiar su parcela frontal. De hecho, en algunos de su aturuxos gritaron «¡Praia limpia!».