Jacobo Astray: «Me presenté al concurso para Bastiagueiro desde Tailandia»

Charlamos en un espacio único. La mesa de al zona interior que ocupamos todavía no está abierta al público. «Iremos abriendo zonas poco a poco, a medida que las podamos abarcar. La verdad es que no esperábamos la avalancha de gente y eso no obligó a controlar el aforo, que es algo que antes no habíamos pensado», comenta Jacobo Astray Tudela. A sus 42 años está al frente de un proyecto con el que casi nadie se atrevió, la cafetería-restaurante-terraza chill out del parque Trece Rosas de Oleiros. El lugar es impresionante y la reforma quedó muy bien. «Me he curtido mucho y me motiva tener que reinventarme. Ante problemas hay que buscar soluciones. Esto es un proyecto a 10 años que tiene que salir adelante. Cuando llegue el invierno iremos viendo cómo hacemos y planificando el siguiente verano. A nivel inversión es lo más importante que he hecho, pero me pilla con mucho rodaje», analiza este cocinero y empresario de 42 años. Su vida es casi como una aventura constante. Siempre podrá presumir que trabajó el 30 de junio de 2011 en el denominado Último vals, la última cena que se sirvió en el mítico restaurante El Bulli en el que empezó de prácticas y acabo de jefe de partida. «Estuve tres temporadas, un año y medio, hasta que cerró. Ferrán Adriá nos preguntó adónde nos gustaría ir y yo dije que tenía ganas de conocer Mugaritz y de paso la cocina tradicional vasca», recuerda Jacobo.

En una isla de Tailandia

Ko Samui, la segunda isla más grande de Tailandia, es un paraíso para el turismo. «Es un lugar para la élite. Yo era el chef ejecutivo en un hotel de cinco estrellas con diferentes restaurantes. Mi misión era proporcionarles los recursos necesarios para que pudiesen hacer su trabajo perfecto. Estuve 12 años y mi mujer es tailandesa. Se adapta bien, pero por el momento solo conoce A Coruña en verano. Cuando pase un inverno aquí ya veremos. Tenemos un hijo de 3 años que nació en Bangkok, donde estuve varios años ofreciendo un servicio de chef privado. Monté un bar de tapas allí, el Broken eggs. Después llegó la pandemia y empecé a pensar en volver», relata. Me habla de su padre, Luis Astray, al que conocí hace bastante tiempo cuando lideraba la iniciativa Labañou solidaria. Recuerda sus años en el Rías Altas o en el Zalaeta y lo mal que se le daban los estudios. «A los 19 años mis padres me dieron una última oportunidad y me fui a Irlanda. Espabilé. Volví y fui de las primeras promociones del grado medio de cocina. Pasé de ser un estudiante pésimo a sacar buenas notas. Era lo mío», rememora mientras sigue llegando gente al Vaiche boa.

Tardeo y sesión vermú

Me enseña una zona ideal para preparar carnes o pescados a la brasa o para preparar paellas que todavía no tiene explotada. «Tenemos que adaptar el servicio que damos al personal que tenemos, que en estos momentos es algo complicado. Nos falta el cocinero del restaurante del que vamos a vivir en inverno y ahora vamos poco a poco ofreciendo cosas para picar e intentaremos a mediados de agosto dar más platos. La verdad es que la expectación es enorme», destaca sobre un lugar hasta ahora desconocido por la mayoría de la gente, la playa nudista de Bastiagueiro Pequeno que sigue teniendo usuarios aunque ahora un poco más expuestos a las miradas. Los miércoles por la tarde y el domingo al mediodía tiene música en directo. Si el tiempo acompaña cuesta imaginar un lugar más idílico. Estando en Asia se enteró de que había quedado desierto el primer concurso para la concesión que sacó el ayuntamiento de Oleiros, «Me presenté al proceso de selección desde Tailandia y haciendo todo el papeleo por Internet, que no fue nada sencillo, una locura», recuerda Jacobo, que intenta adaptarse a la hostelería de aquí. «Desde que me marché cambió mucho para mejor, pero allí es todo más sencillo, hasta servir un gin tonic», sentencia.

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