Mariana García: «Ver un espermatozoide unirse con un óvulo es algo mágico»

A CORUÑA

La embrióloga Mariana García García dirige el laboratorio de reproducción asistida del hospital Teresa Herrera (Chuac) de A Coruña
La embrióloga Mariana García García dirige el laboratorio de reproducción asistida del hospital Teresa Herrera (Chuac) de A Coruña Marcos Míguez

La directora del laboratorio de reproducción asistida del Chuac, habla de sus dos grandes pasiones, la repostería y la fecundación in vitro

05 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Cada 4 de marzo recibe un mensaje. Antes eran cartas y ahora son unas líneas a través del WhatsApp. Los tiempos cambian pero el amor se mantiene. Lo escribe la madre del primer niño que hace 33 años nació en Galicia tras un tratamiento de fecundación in vitro en la sanidad pública. «Es un fecha que tengo grabada, 4 de marzo de 1991. Recuerdo que fue el primer éxito porque la primera paciente había abortado», rememora Mariana García García, la bióloga del Materno a la que le llegan esos mensajes de una madre agradecida. Tiene 59 años y le gusta más que se refieran a ella como embrióloga. Es lógico, a lo largo de su carrera profesional dice que ha visto miles de ovocitos, millones de espermatozoides y miles de embriones. «Y algunos de esos miles andan por el mundo adelante y hoy celebrarán el Día de la Madre», afirma sonriente esta madre de madres que tiene dos hijos de 31 y 26 años y a la que le gustaría ser abuela. Hoy Mariana comerá con su madre, de 83 años, que borda los callos y la carne asada.

Con carrito y sin carrito

Todo lo cuenta con pasión e ilusión. Lo mismo cuando habla de repostería, que le encanta, que de las clases de baile a las que acude, o de su trabajo en el laboratorio. «Después de 35 años me sigue gustando muchísimo. Pasas por tus malos momentos porque, comparado con otros campos de la medicina, la tasa de éxito no es muy alta. Queremos que se sientan acompañados en todo el proceso. Tienen un ilusión inmensa por ser padres, las expectativas muy altas... Vas por la calle y te saludan parejas llenas de satisfacción con su carrito y otras que no lo consiguieron. Lo que te decía, hay momentos buenos y otros no tanto, pero sigo pensando cuando veo dos células cómo se pueden convertir en un niño. Suelo decir que no hacemos magia, somos meros facilitadores, espectadores que ven algo mágico, a un espermatozoide unirse con un óvulo», relata con el alma.

Los primeros y últimos pasos

Esta semana Alfonso Rueda visitó el área de reproducción humana. El presidente de la Xunta anunció la paulatina puesta en marcha de acciones para dar cumplimiento al compromiso adquirido en cuanto al fomento de la natalidad, con la «implantación progresiva» y estableciendo «grupos prioritarios» de medidas como la posibilidad de congelar óvulos en la sanidad pública o la ampliación del acceso a la fecundación in vitro hasta los 45 años eliminando el límite de un único hijo. Es lo último de una unidad que empezó en 1989 como primer centro de Galicia de reproducción asistida. «Yo estaba en genética con Vicente Goyanes haciendo la tesis. Buscaban a alguien que supiese manejar cultivos celulares y nos mandaron, a mí y a otra bióloga a una estancia en la clínica Dexeus», recuerda Mariana. Son los primeros y los últimos pasos del servicio en el que trabaja.

Tartas y bizcochos

Creo que no hay nadie más en el mundo que pueda afirmar esto: «Mis dos pasiones son la repostería y la fecundación in vitro. Hago tartas, bizcochos, pasteles... Creo que una casa que huele a dulce es una casa feliz. No los como, me gusta regalarlos. Lo hago todo siguiendo las medidas exactas. Soy muy metódica, como si estuviese en el laboratorio, y me fascina cómo de unos ingredientes como huevos, harina, mantequilla o almendra sale algo tan rico», reflexiona. Charlamos en el espacio cerca del parque de Santa Margarita donde va a clases de baile. Llega la profesora y tenemos que terminar la charla. «Cuando empecé en el materno las mujeres que querían ser madres eran como mis hermanas mayores, después pasaron a ser hermanas pequeñas y ahora las veo como mis hijas. Me encanta ser abuela de esos embriones y entiendo perfectamente esa ilusión de ser madre», analiza, siempre sonriente. Una de esas personas que te alegran la vida.