El primer tema empezó con volumen bajo, creció y, ¡pum!, estalló. Se trataba de Shakira y su despecho. Subidón. Brazos al cielo. Gargantas al tope. ¡Uau! Levantó aquello en segundos.
03 feb 2023 . Actualizado a las 11:06 h.Entre que la pandemia nos tuvo fuera de juego una (larga) temporada y que el calendario siguió su curso aumentando años en la edad de cada uno, lo cierto es que cuando te ves por la noche con una cerveza en la mano más allá de las doce te sientes un tanto raro. Una extrañeza agradable cuando apareces en el posconcierto de una artista como Pamela Rodríguez. La semana pasada debutó en solitario ya no solo en A Coruña, sino en España. Peruana, pero instalada hace ya un par de años en la ciudad, ofreció un estupenda actuación en La Disfrutona del Orzán. Es una de esas salas necesarias que cumplen la función de ejercer de primer escalón para los artistas pequeños. Pamela la llenó. De gente y de la belleza de su música: oscura y envolvente como una niebla psicodélica que invita a otros mundos.
Al terminar el bolo, uno de sus músicos, Pepe Rodríguez, pinchó. Y se creó un ambiente muy chulo, con veteranos de la electrónica coruñesa que andaban por allí y gente ligada la movida indie. Cuando concluyó la sesión recibió un sonoro aplauso de la gente. Se hizo un pequeño silencio y empezó el DJ de la sala. El primer tema empezó con volumen bajo, creció y, ¡pum!, estalló. Se trataba de Shakira y su despecho. «¡Las mujeres no lloran, las mujeres facturan!». Subidón. Brazos al cielo. Gargantas al tope. ¡Uau! Levantó aquello en segundos. Luego, Quevedo y su Quédate, piezas reguetoneras... y un montón de juventud eufórica. Entre los que nos habíamos quedado del concierto, uno dijo que se iba, que tenía que llevar al niño a un partido al día siguiente. Contagió a los demás. Se terminó la ilusión fugaz.
Fue bonito sentirse joven 20 minutos. Pero más aún levantarse sin resaca. Eso sí, con el tema de Shakira revoloteando en la cabeza: «Uh, uh, uh, uh... Pa' tipos como tú».