Desde el sofá de Camba

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

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Entre los escritores horizontales, nosotros tenemos a Julio Camba, al que conviene tumbarse para leerlo

21 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay escritores a los que uno puede leer de pie, en la parada del 7, o incluso sentado en la sala de espera del ambulatorio. Pero hay autores a los que hay que leer tumbado. A Onetti, por ejemplo, hay que leerlo en horizontal porque así escribió él sus libros, recostado en la cama, como aquellos romanos que dirigían su Imperio reclinados y con una copa de vino en la mano. Entre los escritores horizontales, nosotros tenemos a Julio Camba, al que conviene tumbarse para leerlo. Más que nada por precaución, porque si no te tumbas antes, va a ser él quien te tumbe a ti cuando lo leas.

Si a Onetti hay que consumirlo acostados en la cama, a Camba, en cambio, lo leemos repantigados en un buen tresillo, que era justo como a él le gustaba ver pasar la vida: desde el diván. En mi caso, tengo la fortuna de que Camba me pagó el sofá en el que lo leo. Bueno, no don Julio, claro, sino el premio que lleva su nombre. Qué mejor forma de invertir un premio Camba que gastárselo en un sofá. Estoy por ponerle una placa conmemorativa en el respaldo, como esas que tienen algunos bancos de los parques de Londres en homenaje al filántropo que financió el asiento con vistas al lago.

Además de regalar tresillos, don Julio a veces invita a una ronda en A Cunquiña, si tienes suerte y te sientas al lado de su estatua en la plaza del Humor. Allí mismo, con su cara de bronce afilada, me recordó Camba el otro día su columna sobre cómo era el viaje en ferrocarril de A Coruña a Madrid en 1918. Hoy, justo cuando estrenamos el AVE, conviene pensar que, hace un siglo, más que subirte al tren a una hora, lo hacías a una edad, y luego llegabas a tu destino a otra edad muy diferente.

Todo esto, por supuesto, se me ocurrió tumbado en el sofá que Camba me ha puesto en la salita.