Brillante alternativa

Antón de Santiago CRITICA MUSICAL

A CORUÑA

Marcos Míguez

La cuarta función de la Programación Lírica fue una gala lírica con el barítono serbio Zeljko Lucic (1968), que daba la alternativa a la joven soprano compostelana, de 25 años, Rosalía Cid

21 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La cuarta función de la Programación Lírica fue una gala lírica con el barítono serbio Zeljko Lucic (1968), que daba la alternativa a la joven soprano compostelana, de 25 años, Rosalía Cid. Al piano, Alfredo Abbati.

Lucic, que estuvo con nosotros hace 16 años con Macbeth y La Traviata, ofreció un conjunto de fragmentos de ópera de Giuseppe Verdi (1813-1901) afín a su vocación de barítono verdiano. Característica esta que nace de la pluma del creador de Roncole, que exige vis dramática, expresión, color oscuro y temperamento.

La voz, afectada, se mostró destemplada, especialmente en el registro agudo, en notas como el fa y el sol. No obstante, en el registro central ofreció riqueza tímbrica y atractivo color (exceso de anchura también), todo ello potenciado por la entregada interpretación. Así don Carlo, el tremebundo monólogo Credo nun Dio crudel, de Yago, Un ballo in maschera, llena de contrastes emocionales, Cortigiani vil razza dannata con que el jorobado apostrofa a los cortesanos. Su propina fue una vigorosa y explícita versión del Prólogo de Pagliacci.

La invitada, Rosalía Cid, prometedora soprano, tenía el reto de presentarse en la temporada de Amigos de la Opera de Coruña y al lado de un gran barítono. Lo hizo resuelta y graciosa en Quel guardo il cavalliere, de Don Pasquale, luego, en la escena Eccomi in lieta vesta, de Capuletti e i Montecchi, hizo buena versión de su hermosa aria O quante volte; dio vida a la pizpireta Nannetta del Falstaff verdiano, y abordó con soltura el Caro nome, de Rigoletto. Voz de lírico-ligera extensa, bien timbrada, bello color. La nueva orientación le mejoró la emisión, pero ha de tener cuidado con las «íes» y las «e», que emitidas in dietro condicionan la redondez de toda la gama. Dio muestra cabal de solvencia en el dúo de Gilda y Rigoletto. Como propina ofreció la cantiga lírica gallega Lela, de Castelao y Mato Hermida, de la que hizo versión impecable de voz y emoción, tal como debe cantarse la Cantiga Lírica Galega. Abbati acompañó con solvencia y musicalidad y estuvo brillante en sus solos Nocturno, op. 55, n.2 de Chopin y la transcripción pianística del interludio de Manon Lescaut. Prolongadas ovaciones.