Tres generaciones lograron convertir lo que comenzó como un pequeño despacho de vino en una de las pulpeiras de referencia en la ciudad
09 feb 2009 . Actualizado a las 11:46 h.Para cumplir los tópicos, los propietarios de O'Fiuza, una de las pulpeiras de más fama de la ciudad, tienen origen ourensano. Sus raíces son de A Peroxa, pero dicen que deben su buen hacer a la calidad de su pulpo y su éxito al trato familiar.
«O meu pai, que morreu fai cinco anos con 88, veu cando se fixo o dique de abrigo e ao comezo abriu un despacho de viño no camiño do Cárcere, o que agora é Mauricio Farto Parra; despois colleu silicosis do po da canteira e pasou a estar sempre no bar. Cando se retirou quedei eu», recuerda José Antonio Díaz, que fue tabernero a sus 33 años tras probar, entre otros trabajos, el de vendedor y conductor. «Cando lle deron a apertura non tiña nome o local e chamábanlle Taberna la Única, porque non había outra, pero despois a xente comezou a chamalo polo noso apelido», rememora, y dice que su padre que le encantaba ir de pesca, cogía pulpo, pero que fue él el que convirtió el local en pulpeira.
«Vendemos moito viño, antes ao mellor 50.000 litros ao ano, agora diso nada, se cadra chegamos aos 15.000 litros, pero malamente se podería vivir só co viño», comenta, para enlazar con la reconversión del negocio en pulpeira. Afirma que comenzó comprando el pulpo a la gente que pescaba en la zona y la demanda fue subiendo.
«Cocer ao día »
«O secreto do noso polbo é a calidade, o que sexa de aquí, o cocer o día, e tamén o bo trato. Non sei por que a xente fala ben de nós», apunta mientras varios clientes interrumpen para saludarlo. «Prefiro quedarme curto que que sobre, o polbo hai que cocelo e comelo», apunta como resumen de su experiencia, de la que explica que hay que cortarlo sin guantes para que no pierda la piel y cocinarlo en cazolas de cobre.
«O rapaz foi taberneiro desde sempre, gústalle e é o del», comenta, y explica que su otra hija opta por los estudios. «O Jose é unha insignia do bar e en breve quedará el, eu pasarei á xubilación e tamén a miña muller», comenta. Reconoce que el anterior local, del que se fueron hace nueve años ya que se construyó en el solar, era «máis enxebre», pero que desde que están en la avenida de Navarra venden más.
José Manuel explica que los estudios nunca fueron lo suyo y que le apasiona la hostelería. «Yo vivo para mi trabajo, aquí es como una familia, con clientes de toda la vida», explica orgulloso. También defiende su forma de cocinar. «Ahora lo cuezo yo. Mi padre siempre tendía a dejarlo más duro, pero al 99% de nuestra clientela le gusta bien cocido. Creo que son etapas distintas de la vida. Él estuvo siempre en la cocina, pero no cara al público. Yo conozco al cliente», comenta, y se muestra prudente con el negocio. «Ampliar la carta, no. Hay que ser muy práctico y ver lo que tienes. Trabajamos con muy buen embutido y queso del país, con el vino que vendió mi abuelo toda la vida. Lo bueno es trabajar lo que tienes y mantenerlo, no abarcar», matiza.
O'Fiuza tiene unos horarios estrictos, que Jose defiende y dice que su éxito los avalan. De 11 a 15.30 y de 18 hasta que se acabe el pulpo. Afirma que los lunes y martes son flojos, lo que hablando de pulpo son unas 40 raciones; el viernes y el fin de semana la venta va de 100 a 140.
«Compramos siempre a un barco de la Marina, el Graciela Isabel, unos 300 o 400 kilos a la semana, y a veces a otro señor de O Pindo, pulpo que coge allí», comenta, y sentencia que «del de Marruecos no nos gusta la experiencia».