Un espíritu indómito que siempre busca nuevas fronteras

La Voz

A CORUÑA

04 dic 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

El deporte es para Iván Raña el Lejano Oeste. Un lugar de conquistas en el que buscar nuevas fronteras. Un territorio regado de adrenalina. Una locura que no admite excusas o retrasos. Además del triatlón y el ciclismo, su otra pasión es el motor. Y la vive en familia, ya que sus hermanos también han flirteado con este deporte. El año pasado Raña compitió en el Rali Botafumeiro y, a pesar de su inexperiencia, firmó un buen papel. Primer sueño cumplido. El de las cuatro ruedas.

Ahora afronta el de las dos ruedas. Porque a Raña no le gusta que le pongan límites. Ni siquiera en los entrenamientos. Confiesa que hacía machadas innecesarias solo por probarse. «Quería hacer entrenamientos míticos. Salía a dar una vuelta y me hacía kilómetros y kilómetros, casi hasta reventar», llegó a admitir.

En el ámbito gallego es un auténtico relaciones públicas conocido por sus bromas y chascarrillos, que recuerdan en ocasiones a las de Os Tonechos. Es amigo de deportistas como Pedro Burgo, Óscar Pereiro, Ezequiel Mosquera y José Antonio Hermida. «Iván es un auténtico cachondo mental como persona, un animaliño, como diría él. Siempre está alegre, así es su carácter», relata Mosquera. «Es muy auténtico, diferente. Y muy humilde», apunta Gustavo César Veloso.

Pulpo para un rival

A Raña le cuesta estarse quieto. Y es capaz de organizar churrascadas familiares para sus colegas deportistas en un tiempo récord. O de concentrar en su casa de Ordes a otro ex campeón mundial del triatlón, el australiano Peter Robertson, y servirle el pulpo á feira y las lentejillas de su madre para que su rival digiriera mejor el cambio horario de cara a la Copa del Mundo de Madrid.

Es Raña. El hombre que no quiere ponerle puertas al deporte.