«El respeto que se tiene a los museos raya en la estupidez»

A CORUÑA

17 nov 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

Javier Armentia (1962, Vitoria) es ante todo un gran conversador, más allá de su licenciatura en Astrofísica, ser reclamado por numerosos centros por su capacidad para explicar de manera amena las estrellas y de dirigir el planetario con la cúpula más extensa del Estado, aunque mantiene que, como en otros campos, no todo es cuestión de tamaño. Su centro es un ejemplo de producción audiovisual, aunque ni a él ni a sus colaboradores les gusta hablar de cualquier tipo de ránking.

-Junto a la carrera armamentística, la espacial, por sus gastos, es una de las más difíciles de justificar. ¿Solo por su atractivo?

-Comenzó como una herramienta de repercusión social y propagandística de EE.?UU. y la URSS y es cierto que esa etapa permitió inversiones que ahora no puede hacer nadie. Saramago dijo: «gastamos fortunas en ir al espacio y dejamos morir a millones en África». Se podría decir lo mismo de pagar televisores o ejércitos, por qué pagarlo con el espacio. No es más caro que otras cosas que hacemos. Aunque no lo hicimos por eso, la carrera fue muy importante por lo que suponen los satélites de comunicación que han permitido la globalización de la información o los avances en meteorología, incluso para el conocimiento del planeta y su salud, de lo que supone el cambio climático. Al cabo de 50 años de esta era, cómo nos vamos a preguntar si vale para algo. Va a propiciar otras iniciativas en el futuro, no solo el turismo para ociosos que vemos, sino la minería o nuevos materiales.

-La atracción por la vida extraterrestre...

-En España tenemos un centro de astrología, que se dedica a investigar de forma seria para dar respuesta a esas preguntas que formulaba Siniestro en su canción, que no son nuevas, pero que tienen poco que ver con Iker Jiménez y Cuarto Milenio. Eso es folclore ligado a la era espacial, que convierte a los extraterrestres en ángeles o demonios.

-La divulgación científica parece tener el hándicap de relacionarse solo con el público infantil.

-En nuestro centro vienen muchos niños y muchos mayores, la gente que tiene tiempo. Sin embargo, se llega a los 18 años y parece que no se regresa hasta que se vuelve con los hijos. Es culpa nuestra por utilizar un discurso que no interesa a los jóvenes, se debería evitar un lenguaje infantilizado, aunque son ellos los que más preguntas hacen por su curiosidad innata con el recurrente por qué. El llegar a todo el público es una asignatura pendiente, hemos querido sorprender a todo el mundo y quizás se cree que es un espacio más infantil. Nos cuesta romper, nos han acostumbrado mal a tratar a los museos con un respeto rayano a la estupidez.

-Aun asumiendo que es imposible la cuantificación, cuál es la rentabilidad de un planetario.

-Cualquier oferta cultural si fuese rentable no sería pública. No es necesario que la cultura sea rentable, ni la de masas. Las instituciones públicas tienen como deber dotar de cultura a la gente y los museos de ciencia no son caros y el coste por visitante es bajo. Tienen más éxito que los tradicionales, por ejemplo, la cantidad de visitantes de los de A Coruña son comparables a los de un estadio de primera. Su objetivo no es una cultura de élite, sino más popular, ir más a la base y despertar la curiosidad.

-El lema de su web, «esperamenelcielo», es un poco fúnebre.

-Es una frase bonita, sin pensar en la muerte. Nosotros nos quedamos con la parte más arrugada del amor.