Los históricos de la calle Real

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FOTOS: CÉSAR QUIÁN

Crónica | Los locales más antiguos están abiertos desde finales del siglo XIX Un joyería, una farmacia, un bazar y una tienda de guantes mantienen su apuesta por el trato personal y reconocen que las grandes superficies obligaron a los comercios a renovarse

31 ene 2007 . Actualizado a las 06:00 h.

? finales del siglo XIX Pablo Picasso exponía en el número 20 de la calle Real. Eran años en los que, tal y como recuerda la placa sobre la historia de este vial, los joyeros suizos, alemanes e italianos abrían sus locales en la zona. Desde entonces, año 1898, está abierta, en el número 69 Malde. «La joyería más antigua de Coruña es Amor, la de la calle San Nicolás, y después debemos estar nosotros», explica Ramón Fernández Iglesias, el director de un establecimiento en el que trabajan 16 personas y que fundó Manuel Malde López. «Estos comercios siguen manteniendo el trato personal -indica Fernández- que se valora mucho, aunque, de todos modos, hay que especializarse, cada uno en lo suyo». Ramón Fernández sostiene que la llegada a la ciudad de las grandes superficies obligó a los comercios de la calle Real a ponerse al día, «porque es curioso que locales como las cafeterías se renuevan cada cierto tiempo pero los comercios, no sé por qué, apenas se renovaban, iban tirando sin más». En estos momentos, los propietarios de la joyería son Óscar Malde Pardo de Andrade, tercera generación de la familia, y su sobrino Carlos Malde Correa, que es ya cuarta generación, lo mismo que los dueños de Guante Varadé. «Esta es sucursal -explica María- de una empresa que empezó teniendo fábrica y tiendas». En la tarjeta del local figura el año 1902, además de las direcciones de otra decena de locales repartidos por diversas capitales. María también muestra un premio, la medalla de oro, concedido a la firma en la Exposición Internacional de Barcelona de 1929 por la calidad de sus guantes. Este era inicialmente el producto estrella, junto con las medias, si bien con el paso de los años «hicimos algunos cambios, como la ropa de baño en verano». Demolición del interior Una de las razones por las que, en su opinión, se mantiene la fidelidad de los clientes es porque «la gente siente las tiendas como propias; nos ha pasado más de una vez de entrar una persona por la puerta diciendo que en Valladolid o en Serrano (Madrid) viven enfrente de Varadé». Hace un tiempo «tiramos todo el interior, manteniendo la fachada». También el Bazar de Pepe mantiene desde hace años su fachada, un local que empezó siendo la mercería de Juan Otero, antes de que en 1929 tomara el nombre actual como una tienda de marcos. Carlos López, dueño actual, afirma que después de que su abuelo vendiera juguetes y caballos de cartón su padre se especializó en suvenires «y a la gente que se iba para Suiza les vendimos muchísimas muñecas andaluzas». Echa de menos los productos del Carnaval, que ahora ya no tiene «porque hemos vuelto a los orígenes, a los marcos, a las láminas de todo tipo». Al lado del Bazar de Pepe está la farmacia Villar, cuya imagen exterior no refleja la enorme y curiosa historia que guarda en su interior, donde cuelgan los cuadros de sus dueños desde el año 1827 hasta los actuales, la quinta generación, algunos de cuyos hijos están ya estudiando farmacia. Viejas vasijas de cristal, frascos con los que todavía se siguen haciendo fórmulas, productos químicos o curiosos instrumentos de farmacia son un verdadero tesoro del local más antiguo de la calle Real.