Con la muerte en los talones

Carlos Fernández A CORUÑA

A CORUÑA

ARCHIVO CARLOS FERNÁNDEZ

Historias de A Coruña | Las consecuencias de la Guerra Civil El diputado del Partido Obrero de Unificación Marxista Maurín estaba en la ciudad cuando estalló el conflicto bélico y tuvo muchas dificultades para poder salir del país

26 feb 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

Una de las aventuras más peligrosas que vivieron los diputados del Frente Popular tras el inicio de la guerra civil del 36 fue la pasada por el aragonés Joaquín Maurín Juliá, perteneciente al POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista). Se hallaba en A Coruña al comienzo de la contienda bélica, pues había sido invitado por su partido al congreso regional del mismo que se iba a celebrar por esas fechas. Maurín llegó a la ciudad herculina el día 19, domingo, procedente de Santiago. Ya producida la insurrección del Ejército en Marruecos y en otras importantes capitales del país, fue a entrevistarse con el gobernador civil, Pérez Carballo, un muchacho de tan sólo 26 años. En un libro de recuerdos y testimonios publicado tras la muerte de Franco, señalará Maurín que le pareció «un hombre asustado», todo lo contrario de lo que se necesitaba de un gobernador civil para tan dramáticos momentos. Maurín se inscribió en el hotel Centro Gallego con nombre supuesto: Joaquín Julió Ferrer. El día 20, mientras estaba comiendo, el ejército ocupó la ciudad. Dijo a los demás huéspedes que era un aragonés, residente en Madrid, que había venido a A Coruña como turista a pasar un par de semanas. Cuando, días después, pudo salir a la calle, visitó la casa del joven Eugenio Carré, la única persona de confianza que conocía en la ciudad. Ya no estaba, pues las brigadas represoras se lo habían llevado. Después se presentó en el consulado francés, ya que había un barco de tal nacionalidad en el puerto e iba a salir para Francia con un grupo de refugiados, pero el cónsul le dijo que no podía hacer nada por él y que se marchase inmediatamente de la legación, pues le comprometía. Falsificación Protegido por el dueño del hotel, Ramiro Díaz, que le dijo que si no tenía dinero para pagarle la estancia lo hiciese cuando quisiese, sacó, a finales de agosto, gracias a una hábil falsificación, la cédula personal, documento imprescindible para circular por el territorio en manos del bando franquista. Entonces su objetivo fue escapar de A Coruña. «¿A dónde ir? -se preguntaba en el citado testimonio-. Portugal estaba cerca. Pero en el supuesto de poder atravesar la frontera, que debía de estar muy vigilada, hubiera sido como meterse en otra ratonera. Ni pensarlo. Creí que no convenía dar la impresión de que yo era un hombre que huía. Pensé en Huesca... ¡Iluso que yo era! Todos mis amigos oscenses, cuando yo hacía esos planes, ya habían sido fusilados. Me dirigí a la estación para saber a que hora salía el tren que podría llevarme a Medina del Campo-Zaragoza. Advertí de mi marcha al dueño del hotel, quien me ratificó (en una hospitalidad muy coruñesa) que le pagase cuando pudiese». Al día siguiente, el diputado anarquista salía rumbo a Valladolid y luego a Aragón. Fue detenido en Panticosa (Huesca), dando comienzo entonces a un largo calvario. Juzgado en consejo de guerra en Barcelona, fue condenado a 30 años de cárcel. Comenzó a cumplirlos en varias prisiones, entre ellas Salamanca, donde pasó un frío espantoso, a pesar de que estaban más de veinte en celdas de a dos. No fue puesto en libertad hasta 1946, unos dicen que gracias a las gestiones de su pariente el obispo de la Seo de Urgel y otros que debido a un gesto de «magnanimidad» de Franco, para dar la impresión a los aliados, vencedores de la Guerra Mundial, que su régimen se liberalizaba. Cipriano Mera El mismo día en que fue puesto en libertad también lo era el dirigente anarquista Cipriano Mera, que había sido teniente coronel republicano y mandado una brigada en la batalla del Ebro.