Crónica | Los extranjeros opinan sobre los coruñeses Durante el mes de agosto visitan A Coruña multitud de turistas extranjeros. Normalmente los estereotipamos por nacionalidades. Ahora ellos emiten su juicio sobre nosotros
18 ago 2003 . Actualizado a las 07:00 h.Estereotipos. ¿Quién no ha estereotipado nunca a un turista? Los alemanes: rubios y cuadriculados; los franceses: presumidos y prepotentes; chinos y japoneses: primos clones hermanos. Y un largo etcétera que caricaturiza a cada uno de los habitantes del planeta por un sistema bastante reduccionista. ¿Pero qué es lo que opinan ellos de nosotros? ¿Qué se pasea por sus mentes cuando recalan en la ciudad? Erica Bouza, norteamericana, está costumbrada a los horarios anglosajones. Le cuesta adaptarse a la hora del rancho español, «aunque es uno de los momentos que más disfruto -dice- porque me apasiona el marisco». Y es que sus 72 años no coincidieron con la generación Ronald McDonald, lo cual le hace «disfrutar y conocer variedades culinarias que no sabía que existieran». Erica invierte en comida, pero José y Vera (Portugal, veintitantos) andan un poco despistados con los precios de los crustáceos: «La comida es muy buena, pero un poco cara». Una pareja de italianos que rondaba por la Casa del Hombre no degustó tanta nécora y se quedaba con el tapeo español, el pescado y la cerveza Estrella Galicia: «Lo mejor es perderse entre bares de la Ciudad Vieja e irse de tapas». Nacidos en el Atlántico o lo que es lo mismo: bajitos. Así es como nos definieron dos italianos de metro noventa que estaban haciendo el camino de Santiago en bicicleta. Uno de ellos hasta se molestó en hacer el gesto con la mano, por si quedaba algún tipo de duda. Otros se fijan más en la cultura y los modales de los gallegos. Por ejemplo, el japonés Masanori Miyagoshi y su mujer Mayumi es la primera vez que pisan tierra coruñesa. Lo que más les llama la atención es que la gente les ceda el sitio en los autobuses. «Aquí permiten que dos personas que se conocen hagan el viaje juntos, que no estén en asientos separados». Eso -dicen- no ocurre en Osaka. Estos pequeños signos de amabilidad los perciben a la perfección, pero no terminan de entender muy bien que el acento sea diferente en Madrid y en Galicia o que aquí tengamos un idioma propio. Demasiada historia para relatar en unas vacaciones. Uwe Reiging (alemán, 37) aprovecha cada vez que viene a A Coruña para disfrutar todo aquello que no encuentra en Lübeck, su ciudad. Le llama la atención que los coruñeses sean «tan morenos y bajitos, a diferencia de los alemanes y, en general, del resto de los europeos». Pero lo arregla diciendo que «la mayoría de la gente española es guapa. Especialmente las chicas y aún más las coruñesas». Todo un piropo. Unos venezolanos que paseaban despistados por la Torre se fijaron menos en el físico y sólo destacaron la amabilidad de los coruñeses: «Hoy nos hemos perdido cuatro veces y, cuando preguntabas, la gente entablaba conversación con nosotros». Lo que no se sabe es si en esta valoración influye que tengan parientes gallegos. A Coruña no tiene mucho que ver con París. Aquí la distribución urbana se parece más a la combustión espontánea que a una verdadera planificación. Por eso, si hay algo que llama la atención a los extranjeros es el trazado de nuestra ciudad, el emplazamiento de las casas. El matrimonio nipón Miyagoshi se asombra del contraste que existe entre los bloques de pisos del paseo marítimo y las antiguas casas que hay en la calle de atrás: «Resulta sorprendente que se mezcle lo nuevo con lo viejo para la poca distancia que hay entre ambas. Unas están prácticamente nuevas y otras derruidas. Eso nos gusta». Los nórdicos Los países nórdicos siempre han sido muy olímpicos, por eso los suizos Cristina y Steve quisieron destacar que en la ciudad hubiera difentes paseos para hacer deporte. También hicieron sus valoraciones arquitectónicas de A Coruña. A ellos les encanta la distribución poco pareja y el hecho de que «la playa esté a un lado y el puerto al otro». Los hay que comparan A Coruña con Milán. Por ejemplo, los italianos Christian y Fabiano, comentan que «de toda Galicia, A Coruña es la ciudad más activa. Es un poco como Milán». En cuanto a monumentos, estos mediterráneos se quedan con la Iglesia de la Colegiata, de la Ciudad Vieja. Y es que estos italianos viven cerca del Vaticano. Pero lo normal es que la construcción estrella sea la plaza de María Pita y el Ayuntamiento. A pesar de tener nacionalidades tan distintas, parece que todos coinciden en lo que más les gusta: la playa. Un buen resumen sería cómo nos catalogaron los suizos cuando se les preguntó qué pensaban de los coruñeses. «Símpaticos y guapos». Ni más ni menos.