Descubren una protección frente a los efectos secundarios de la radioterapia

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN | LA VOZ

CIENCIA

Amparo Garrido

Prueban en ratones una proteína que permite la supervivencia de las células sanas

07 jun 2019 . Actualizado a las 19:20 h.

La radioterapia es en muchos casos la diferencia entre la vida y la muerte para los pacientes con cáncer. Junto con la quimioterapia o la inmunoterapia es, sin discusión posible, lo que hace posible el aumento en la supervivencia de los enfermos. Pero también tiene un reverso negativo, en especial cuando la gravedad de los tumores hace aconsejable un uso intensivo de la radiación. No solo se eliminan las células malignas, sino también las sanas, lo que acarrea importantes efectos secundarios.

En el caso de los tumores localizados en la cavidad gastrointestinal (cáncer de hígado, páncreas, colon o próstata) puede desencadenar una fuerte toxicidad en el 60 % de los pacientes. Son daños reversibles con el tiempo en la mayor parte de los casos, pero no en uno de cada diez. Los pacientes acaban desarrollando síndrome gastrointestinal, lo que conlleva la destrucción de este órgano y, con el tiempo, el fallecimiento de los afectados. En no pocos casos, debido a este efecto secundario, incluso es necesario interrumpir la radioterapia para no seguir perjudicando al organismo, lo que reduce las posibilidades de éxito de aniquilar los tumores.

Proteger a las células sanas del impacto de la radiación es, por tanto, uno de los grandes objetivos de la ciencia. Un reto complejo para el que un equipo del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) ofrece ahora una esperanza. La clave está en una proteína, denominada URI, que cuando presenta unos niveles altos en el organismo protege contra la radiación. Es lo que se ha observado en un estudio en ratones en el que se demostró que los que expresaban un nivel alto de la proteína sobrevivían al síndrome gastrointestinal en el 100 % de los casos. El trabajo acaba de publicarse en la revista científica Science.

Las implicaciones del descubrimiento, desarrollado en ratones, podrían revolucionar la forma en la que el ser humano se enfrenta a la exposición a grandes dosis de radiación, tanto en oncología como en otros ámbitos, como son los viajes espaciales, ya que debido a la exposición a los rayos cósmicos hace inviable a día de hoy los trayectos de larga duración, o los ataques y accidentes nucleares

La proteína URI es una vieja conocida del laboratorio de Factores de Crecimiento, Nutrientes y Cáncer del CNIO, dirigido por Nabil Djouder, ya que ahí se diseñaron los primeros modelos genéticos de ratón para estudiar sus funciones en mamíferos. El equipo ya había observado que niveles elevados de esta proteína tenían un efecto protector contra el daño del ADN en cultivos de células intestinales.

Para probar su efecto in vivo, los investigadores crearon tres modelos de ratón modificados genéticamente, los primeros modelos experimentales diseñados para estudiar específicamente el papel de URI y los efectos de la radiación en el intestino. Uno de ellos de control para rastrear dónde se expresa exactamente esta proteína en el intestino, otro con niveles altos de URI en este órgano y un tercero en el que eliminaron el gen para disminuir los niveles altos de la proteína en el epitelio intestinal.

Después de ser sometidos a radiación, los ratones diseñados para expresar altos niveles de URI sobrevivieron al síndrome gastrointestinal en un 100 % de los casos, cuando en condiciones normales fallece hasta un 70 % de ellos. En cambio, los ratones sin el gen fallecieron en su totalidad por el síndrome.

«Lo que diferencia a esta población específica de células madre de otras es que en estado normal, cuando fabrican URI, o proliferan. Esto hace que no se vean sometidas a los daños causados por la radiación, que solo afectan a las células que proliferan«, explica la investigadora predoctoral Almudena Chavez-Pérez, la primera firmante del trabajo. Por contra, cuando estas células madre no fabrican esta proteína se sobreactiva la expresión de c-MYC, un conocido oncogén, lo que hace que proliferen y mueran debido a los daños causados por la radiación.

«Este estudio propone nuevos tratamientos mediante inhibición o eliminación de c-MYC, que podrían disminuir los efectos secundarios letales de la radioterapia y permitirán aumentar las dosis de radiación para combatir de manera más eficaz los tumores gastrointestinales», destaca Nabil Djouder.