«Dirixir os museos científicos é como un soño, é o traballo máis chulo»

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CERCEDA

SANTI GARRIDO

Con padre de Soandres y madre de Cerceda, desde que nació su vida está ligada, por amigos y familia, a la parroquia de Queixas

30 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Ángel (38 años) nació y creció en A Coruña, muy cerca de la Casa das Ciencias, que lleva 30 años abierta y que tanto marcó a varias generaciones de alumnos de toda la provincia, sobre todo de secundaria, que regularmente acudían a verla en excursiones didácticas imborrables. Seguramente esa proximidad le influyó su amor por el saber, que le llevó a licenciarse, primero, en Bioloxía por la Universidade da Coruña, y después, por Farmacia en la de Santiago.

Pero ese fenotipo coruñés coexiste con un genotipo cercedense que mantiene semana tras semana desde niño. Su padre es de Soandres, en A Laracha, en un lugar cercano al límite con Cerceda, y su madre, de Queixas, parroquia del municipio cercedense que forma parte fundamental de su vida desde niño, donde tiene muchos amigos y adonde acude prácticamente cada semana o con mucha regularidad. Su vínculo con Cerceda es tal que acabó trabajando en el Concello como responsable del área de Medio Ambiente, donde tiene su plaza. Es una de sus especialidades: además de las dos licenciaturas, posee un máster en gestión ambiental y desarrollo sostenible realizado en Valencia, y otros en dirección pública cursado en Madrid y destinado solo a funcionarios.

De Cerceda dio el salto a A Coruña. De eso hará dos años en otoño. Es jefe de servicio de los Museos Científicos Coruñeses. En otras palabras: director, responsable... Todo vale. Ocupa un cargo que tuvo en su momento Moncho Núñez.

Ser jefe queda aparente de cara a la galería, pero detrás hay mucho trabajo generalmente silencioso. Por sus manos pasa la coordinación de todos los departamentos: la gestión de la producción, exposiciones, actividades, el área económica, la administrativa, la contratación... El funcionamiento ordinario, en pocas palabras. Bajo su dirección hay medio centenar de trabajadores, además de los contratos externos. La Casas das Ciencias fue el primero, y después llegaron la Domus y el Acuario. En los tres hay que mantener la tensión, la oferta. Para la Casa das Ciencias prepara ahora una exposición sobre astronomía, aprovechando el planetario, de imborrable recuerdos en aquellas excursiones de chavales que de repente descubrían una bóveda celeste casi al alcance de la mano. No es la única en mente: otra tratará sobre la salud y la alimentación. También trabaja en la renovación de la parte más antigua dela Domus, y un trabajo sobre jóvenes investigadores en el extranjero. Será una exposición móvil, portátil, dedicada a difundir el mensaje de que «estudando ciencia pódese traballar», y para que se conozca su trabajo.

Menos dinero y más visitas

Todo esto, y más, lo lleva a cabo en un momento complejo: «Os tempos de agora non son os de antes, non hai os cartos da bonanza. As fundacións foron desaparecendo e o Concello fai un gran esforzo». Curiosamente, el año pasado aumentaron las visitas, hasta llegar a las casi 450.000. «Son os froitos que recolles do traballo», explica.

Recuerda los inicios de todo esto, cuando Moncho Núñez puso en marcha una receta que impactó incluso a nivel nacional. Se ha ido manteniendo. El contacto con asociaciones ligadas a la ciencia ha sido importante. Las actividades diarias, la mezcla de tecnología e innovación. Las visitas escolares, potenciando los de corta edad, para que les vaya cogiendo el gusanillo, pero también las de grupos y familias. En resumen: tratar de generar el amor por la ciencia, como el que él mismo fue descubriendo poco a poco. De pequeño veía trabajar a los técnicos en la Casa das Ciencias, disfrutaba viendo cómo variaban las actividades. Ni se imaginaba que acabaría allí dentro: «Nunca pensei chegar a isto, dirixir os museos científicos é como un soño, é o traballo máis chulo que podes ter», señala.

En estos años, la percepción de la ciencia, la «cultura científica», ha cambiado, mejorado, es más conocida su importancia. Destaca el trabajo de gente como Ángel Carracedo, Jorge Mira, Borja Tosar o Xurxo Mariño en ese acercamiento.