Las pacas también llegan al monte

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

BASILIO BELLO

Greenalia recoge y trata la maleza derivada de las talas, que envía a su nueva planta energética de Teixeiro. El trabajo de las máquinas asombra

27 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El domingo por la tarde, un vecino de la parroquia de San Cremenzo de Pazos, en Zas, observó como se preparaban para trabajar varias máquinas de la empresa Greenalia. No ese día, claro, sino que quedaban ubicadas para echarse al monte al día siguiente. Llamaron la atención por lo inusual de sus características y tamaño, nada habitual en la zona. Fue justo a la jornada siguiente cuando otros vecinos las vieron operar y fueron todo un centro de expectación (justamente cerca pasa un camino muy concurrido por quienes salen a andar a diario) de la mayoría: transformaban los restos de la maleza en pacas (erróneamente llamadas alpacas, pero es su nombre más extendido). Nada nuevo, pero sí llamativo donde no hay precedentes de estos trabajos.

Greenalia, empresa más conocida por sus parques eólicos (varios de ellos, presentes y futuros, en la Costa da Morte), tiene desde principio de año una planta de biomasa en Teixeiro, en el municipio de Curtis. La pandemia paró su total puesta en marcha, así que puede decirse que casi está arrancando. Es la mayor de Galicia, un proyecto largo y caro (costó 135 millones), y gracias a estos aportes forestales puede generar energía para unas 10.000 viviendas. Y, curiosamente, uno de los varios puntos en los que han empezado a trabajar está en los montes de una parroquia como San Cremenzo en el corazón de Zas, donde se unen dos de los ríos que formar parte el núcleo original del Grande. A pocos metros de uno de ellos operaba ayer esta empacadora de ramas, que, más o menos, es similar a la de la hierba seca, habitual desde hace decenios.

Desde Greenalia explican todo el proceso. «Cuando se corta una plantación forestal, alrededor del 25% del peso extraído en madera se queda en dicho monte en forma de restos de corta (cortezas, ramas, puntas no maderables…). Este material, que tradicionalmente se deshecha y abandona, es la biomasa forestal residual, y cada vez es mayor en Galicia debido a la alta productividad de las plantaciones forestales. Estos restos forestales, si no se gestionan correctamente, generan una serie de problemas en el ecosistema forestal derivados de incendios y propagación de plagas y enfermedades. De hecho, la normativa forestal gallega obliga a la gestión de estos residuos, una vez extraída la madera mediante su eliminación o extracción para aprovechamiento. Dicha gestión es más urgente todavía durante la época de elevado riesgo de incendios».

Un matiz importante (y conocido) es que la gran mayoría de las explotaciones forestales en Galicia son numerosas, dispersas y de pequeño tamaño. Un ejemplo es la parroquia de San Cremenzo (y tantas): una familia media puede tener un mínimo de 15 o 20 fincas como mínimo de pequeño tamaño. Seguramente esta media sea extrapolable a las vecinas y a una buena parte de las 157 que conforman la Costa da Morte.

Todo esto, indica la empresa, dificulta y encarece la gestión de los restos de la corta. «Mediante su valorización como combustible en la planta de generación eléctrica de Curtis, se viabiliza la gestión de dichos restos mediante su retirada, al darles un valor económico que permite cubrir los costes de extracción. Debido a esta atomización de la propiedad y a que los restos de corta suelen ser un material muy heterogéneo, de poca densidad y estar disperso, para su aprovechamiento y logística se hace necesario densificarlos y darles un formato que permita su extracción de la parcela y su transporte y almacenamiento en la planta de biomasa. La alternativa a esta vía es la eliminación mediante trituración in situ de dichos restos, pero de hacerlo individualmente supondría un importante coste para el propietario del monte por cada tonelada de madera que hubiese vendido».

Cambio de costumbres

En otros tiempos, lo habitual es que cada propietario aprovechar los restos de las talas para leña. Aún hay quien lo hace, claro, pero cada vez menos. No hay tiempo, ni medios, ni casi ganas. La manera de trabajar ha cambiado mucho. Picar leña y guardarla en el galpón para el invierno es una labor a extinguir cuando antes era fundamental, tanto para la cocina de hierro como, sobre todo, para la lareira o las cortes. Y lo que antes era subsistencia y necesidad, ahora es combustible para generar electricidad. El particular ya ni tiene que hacer nada: lo mismo el maderista se encarga (si así se convenia) de replantar, como de avisar a Greenalia parta recoger los restos, generalmente sin coste, aunque también el propietario puede llamar directamente, y si hay una máquina cerca también se le recogen los restos.

Treinta equipos forestales, con una empacadora sobre un autocargador

Para la extracción de los restos de corta, la compañía Greenalia tiene en operación treinta equipos forestales formados por una empacadora de biomasa montada sobre un autocargador forestal. Estos equipos recorren el monte recogiendo los restos con una grúa e introduciéndolos en el apero empacador que los densifica, reduciendo su volumen e incrementando su peso, y les da forma de fardos o pacas cilíndricas que se transportan como si fuesen troncos de madera (o las tradicionales y ya citadas pacas de hierba para ganadería). De esta manera puede aprovecharse la infraestructura de las empresas forestales para la logística de este producto.

Estos treinta equipos de empacado de biomasa de Greenalia se encuentran repartidos por la provincia de A Coruña, y norte y centro de Lugo y norte de Pontevedra, dando servicio a aquellas empresas madereras que lo soliciten y también a propietarios particulares. El hecho de que estos días el trabajo coincida justo en San Cremenzo se debe a que algún maderista cortó recientemente y pidió que se recogiesen esos restos. Lo normal es aprovechar la ubicación territorial e ir limpiando los restos de las talas.

Cien puestos de trabajo

En esta actividad Greenalia ha generado más de un centenar de puestos de trabajo directos entre maquinistas, encargados y transportistas, todos ellos en el medio rural. Anualmente, la planta de Curtis puede llegar a tratar 500.000 toneladas de restos forestales.

Esta planta tiene capacidad para tratar hasta una cuarta parte de la biomasa forestal que se genere en Galicia, que da como resultado unos 50 megavatios de energía. El alto coste de la planta, se debe, entre otros factores, a la llamada tecnología de refrigeración seca, que permite trabajar con un consumo de agua muy bajo.