Pablo Cancela: «Llevé comida de los supermercados a las familias más desfavorecidas»

MELISSA RODRÍGUEZ / a. g. CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

ANA GARCIA

El jugador de hockey sobre patines pasó el confinamiento en Italia, lejos de su familia, y aprovechó para ser voluntario de Cruz Roja en Toscana

26 jun 2020 . Actualizado a las 18:05 h.

Pablo Cancela Moll es un descubrimiento en todos los sentidos. Nacido en A Coruña en marzo de 1988, tiene raíces en la Costa da Morte. Desde muy pequeño se adentró en el hockey sobre patines y ya no hubo marcha atrás. Pasó por varios equipos de la máxima categoría de España, Portugal e Italia, e incluso jugó con la selección española con la que fue subcampeón de Europa. En el momento de la llegada de la pandemia, el delantero defendía la camiseta del Follonica, club de la Toscana. Durante cerca de dos meses estuvo confinado allí, lejos de su familia; tiempo que aprovechó para ser voluntario de Cruz Roja.

-¿Cómo se adentró en el mundo del hockey?

-Empecé con tres años en el colegio Santa María del Mar porque mi padre era entrenador allí y, también porque él practicara este deporte, además de otros familiares. Siempre pensaba que me gustaría jugar al hockey de mayor y la verdad es que he tenido suerte. Me cambié al Dominicos y, a partir de ahí, empecé a ir convocado con la selección española. Fue cuando vi claro que mi sueño podía hacerse realidad. Di el salto al Liceo, después aposté por un equipo de Vigo, y estuve en el Cerceda y el Alcoi, hasta que con 22 años me fui a Italia. Fue una apuesta personal y me salió muy bien en muchos aspectos, porque conseguí numerosos títulos con el Forte dei Marmi y me llamaron de la selección española para competir el Europeo. Estuve cinco años allí, tres en Portugal, y ahora voy a cumplir el segundo consecutivo en Italia, de nuevo.

-Ahora está en el Follonica. ¿Cómo le afectó la pandemia?

-Sí, aunque voy a cambiar de equipo. No puedo decir todavía el nombre, pero será del norte de Italia, en la misma categoría. Respecto a la liga, el coronavirus ponle que empezó un viernes y al día siguiente tuvimos que ir a jugar un partido cerca de donde estaba el foco de contagios. Algunos integrantes no estábamos de acuerdo, pero tampoco se sabía que iba a pasar todo esto. A partir de ahí, sí que se suspendió la competición y quedamos octavos. Empezamos un poco mal, estábamos mejorando, pero no nos dio tiempo a más. Se dio casi como temporada nula. No hubo campeones ni descensos, y los ascensos fueron más bien por decisiones económicas, por ver quién podía seguir y quien no, porque el hockey es un deporte, sobre todo en las segundas categorías, con muy pocos recursos. En Italia depende mucho de si hay un espónsor que quiere que el nombre de su empresa o de su pueblo se dé a conocer por el país. Es a partir de ahí cuando hay dinero para fichar. Con esta crisis, supongo que no habrá muchos de cara a la próxima campaña, aunque numerosos equipos se mantienen. A diferencia de en España, está más repartido por todo el territorio, salvo por el sur.

«Espero seguir jugando unos cuantos años más, la verdad»

Pese al parón que sufrió el deporte en el mundo, este herculino no perdió el tiempo.

-Tiene 32 años. ¿Cómo se ve en el futuro?

-Llevo toda la vida realizando mi campamento de verano de hockey en A Coruña, aún estando de vacaciones me dedico a entrenar para estar bien de cara a la siguiente temporada y espero seguir jugando unos cuantos años más, la verdad.

-Hábleme de sus raíces.

-Mi padre Antonio, Toño, nació en Carballo, pero desde muy pequeño se marchó a vivir para A Coruña, de donde es mi madre [el abuelo materno es el exfutbolista uruguayo Dagoberto Moll]. Mi abuelo paterno nació en Canduas. Y también tengo familia en Malpica. Pese a todo, estoy poco vinculado a la zona porque desde pequeño jugaba el fin de semana, y de mayor, el poco tiempo que vengo a Galicia también quiero estar con los amigos.

-¿Cómo llevó el confinamiento en Italia?

-Estuve veinte días confinado en casa a la espera de la resolución de la liga. Después me quedé un mes y medio más allí, y en cuanto pude me vine. Tuve mucha suerte al estar en una ciudad pequeñita en la que apenas hubo contagios. Por eso, la verdad es que estaba más preocupado por lo que pasaba aquí en España que allá, aunque sí que es cierto que estaba solo y que me gustaría haber estado cerca de mi familia. Pero por otra parte, aproveché para ser voluntario de Cruz Roja. Me daba un poco de pena y miedo, pero estando sano, era el momento. Llevé comida de los supermercados a las familias más desfavorecidas.