Frío

Maxi Olariaga LA MARAÑA

CARBALLO

31 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Primera plana: Doscientos padres gallegos denunciaron a sus hijos por maltrato. Lágrimas heladas sin retorno. Y miedo. Algo turbio y letal se desborda por las alcantarillas y su fetidez agosta los pinares y las algas. Se extiende la mancha desde Os Ancares hasta As Cíes y el aire polucionado silencia irremediablemente los latidos de nuestros corazones. Algo ácido, tal vez un torrente de aguas amargas, se descuelga desde las montañas e invade las calles llevándose por delante las manos y los brazos, los ojos y las piernas de los que han de sobrevivirnos.

El titular, para algunos, podría no ser alarmante; total, solo doscientas familias... pero detrás de esa cifra se halla el número infinito de la duda, de lo que no se sabe, del silencio obligado por la pena y por la vergüenza. ¿Quién sabe del llanto sólido vertido tras las puertas cerradas? Frío, frío.

Se percibe la sonrisa helada del mal que pasea bajo las palmeras dando limosna a los pobres y posada al peregrino. Un perfecto hipócrita que perturba la olvidada jaculatoria del respeto. Algo cruel, cruel como las hadas envidiosas y como los espejos traidores, avanza como una mancha viscosa, una baba diabólica que todo lo malea y pudre.

Nada es casualidad. Se enfría el amor y esto viene de lejos y brillan en la oscuridad las navajas. El odio irracional lo llena todo y doscientos pronto serán dos mil y dos mil, veinte mil, y así sucesivamente. Algo hemos hecho mal. Animados por la soberbia de poseer despreciando el cómo, hemos construido el laberinto perfecto. Moriremos ahogados por la nevada, buscando inútilmente la puerta de salida.